Garaigordobil, Ozerinjauregi, Gisasola eta Arraibi, ezkerretik eskoira |
Lemoa. La comunidad cristiana despidió el pasado lunes al misionero diocesano Patxi Arraibi. Lo hizo en la iglesia Santa María de Lemoa, de donde era natural. Falleció a los 90 años. Arraibi fue uno de los cuatro primero religiosos que abrieron la misión vasca en Los Ríos, Ecuador, el 12 de octubre 1948 tras recibir aquel mismo día la cruz misionera. Asimismo, ha muerto como el último arratiarra de los tres que partieron hace 64 años. Los otros dos originarios de esta comarca interior de Bizkaia fueron Máximo Gisasola y Eusebi Ozerinjauregi, escribe Iban Gorriti en DEIA.
En esa empresa religiosa, Arraibi tomó el primer vuelo junto al abadiñarra, Bittor Garaigordobil, de 96 años e integrante de la comunidad del Santuario de los Santos Antonios de Urkiola. El del barrio Amaitermin, obispo emérito de Los Ríos, lamentó ayer a DEIA el fallecimiento de su compañero de misiones. "Fue un artista de la construcción y de cómo hacer para sacar dinero en un lugar tan pobre", le reconocía Garaigordobil quien explicó algunas de sus técnicas para obtener beneficios. Una fue que a cada familia pidió que alimentaran un cerdo para posteriormente vender y el dinero destinarlo a crear una parroquia. El párroco de algunos pueblos de Arratia, José Mari Kortazar, agregó otra de las iniciativas: "Iba por los pueblos con una máquina de proyectar cine para con esos pases también recolectar dinero".
A juicio de Garaigordobil, Arraibi era arratiarra "puro, sobre todo, cuando se le metía una idea en la cabeza. Era duro como el cemento de Lemoa, pero, al mismo tiempo, era amable, atento...". A su juicio, el misionero tenía un don especial para atraer y trabajar con él a personas jóvenes, "pero tenía el problema de mantenerles cerca porque él quería jóvenes totalmente obedientes y ya le solía decir yo: aún no ha nacido gente que quiera ser así", sonríe el cura decano de Urkiola. En otra ocasión, también le "desconcertó" y pasa a explicarlo "después de haber hecho tantas obras, construido tanto, fui a su casa y su habitación era muy estrecha, un lugar durísimo para su estancia".
Pero más duro fue la llegada de estos misioneros a Ecuador. Durante un tiempo estuvieron viviendo en la sacristía de la iglesia local y en sus charlas solían recordar cómo escuchaban a las ratas pasar por debajo de ellos. En días que se levantaba mucho polvo, Patxi Arraibi solía decir que ojalá fuera cemento de Lemoa porque el de allí no era de la misma calidad. "En su ADN llevaba la impronta constructora de Lemoa", subraya Kortazar.
El sacerdote habla también en mayúsculas cuando pasa a calificar la acción desarrollada por estos misioneros pioneros en Los Ríos. "Los tres de Arratia han escrito una página de solidaridad. Del mismo modo, que se conoce a la comarca por su apoyo al euskera, el deporte... También hay que destacar la labor de estos misioneros en materia de solidaridad", ensalza y recuerda que meses atrás organizaron una exposición titulada Arratia-Palenque, construyendo puentes de solidaridad que recogía los 64 años de entrega de Arraibi y compañía en el país americano. Patxi no pudo acudir a la inauguración de la muestra por estar delicado de salud.
Durante los funerales por su persona se pudo saber que los obispos de Bilbao, Gasteiz y Donostia viajarán a Los Ríos para recordar sus figuras. La misa estuvo presidida el lunes por el obispo de Bilbao, Iceta, y la homilía corrió a cargo del propio Bittor Garaigordobil. Los preparativos fueron obra de Esteban Orbe, párroco de Lemoa y cantó el coro de Lemoa acompañado por el armonio de Juanjo Arraibi, sobrino del fallecido, quien fue familiar del alcalde lemoarra Arraibi que fue asesinado en la Guerra Civil. Patxi también fue pionero en misiones diocesanas en África, estuvo en Angola, y fundó la orden Misioneras de Santa María.