Esta frase fue escrita en una pancarta en el marco de una fortísima huelga
textil llevada a cabo por mujeres trabajadoras en la ciudad de Lawrence,
Massachussets (USA), en 1912. Desde 1908, estas mujeres reclamaban tener una
jornada inferior a doce horas, cobrar los mismos salarios que sus compañeros de
fábrica, y trabajar en unas condiciones más humanas. Un grupo inició una marcha
pacífica al grito de pan y rosas, mientras otras se encerraron, también
pacíficamente, en una nave. El dueño de la fábrica decidió prenderle fuego y
asesinar así a estas mujeres. Todas murieron. El pan simbolizaba el sueldo y
las rosas la calidad en el trabajo.
Se aproxima el 8 de marzo de 2017, 106 años después de celebrarse por
primera vez el día Internacional de la Mujer Trabajadora, nos encontramos ante
la necesidad de seguir reivindicando la igualdad y la no discriminación de la
mujer en los distintos ámbitos de la sociedad y, especialmente, en el mundo del
trabajo sin el cual no podremos desarrollar una vida digna, sin olvidar en la
familia, relaciones personales, y como cristian@s en nuestra militancia y en
nuestra Santa Madre Iglesia.
Hoy, la precariedad laboral creciente de nuestro entorno sigue teniendo
rostro de mujer. Desde la campaña Trabajo
Digno para una Sociedad Decente queremos focalizar nuestra atención en esta
realidad de manera especial. Partiendo de la RdVO queremos poner nuestra mirada
y acciones al servicio de la lucha por el trabajo digno para las mujeres.
Algunas pinceladas que nos hablan de la precariedad de
las mujeres
En diversos países gran
parte de las mujeres asumen responsabilidades como cabezas de familia y son las
primeras en sentir en carne propia los impactos de un sistema capitalista perverso
que oprime. Un sistema que lleva a muchas jóvenes y adolescentes lejos del seno
de sus familias. Un sistema que obliga a estas mujeres a dejar ir a sus hijos
en busca de una vida mejor. Muchas veces ellos acaban en las calles y como
consecuencia mueren prematuramente.
·
Según la OIT, las tasas de desempleo de las
mujeres son más altas que las de los hombres a escala mundial, y no se prevén
mejoras en los próximos años.
·
2/3 de las personas analfabetas en el mundo son
mujeres. Las mujeres constituyen el 60% de la fuerza de trabajo del planeta,
pero no ganan más que el 10% del ingreso mundial. Sólo el 1% de las mujeres son
propietarias de tierras. La violencia doméstica es la principal causa de muerte
de mujeres entre 14 y 44 años.
·
Recordar la precaria situación de las mujeres en
los países en conflicto armado. Y la violencia que sufren.
En nuestro entorno más
cercano, aunque la pérdida de derechos y calidad de vida afecta al conjunto de
la población, son las mujeres las que llevan la peor parte:
·
Con diferencia, la mayor parte de los empleos
creados en el último año han sido ocupados por varones.
·
La brecha salarial entre ambos sexos sigue
aumentando hasta alcanzar cifras récord.
·
Una de las causas del empobrecimiento de las
mujeres asalariadas sigue siendo el resultado de la concentración de su
actividad en ocupaciones con salarios más bajos. Además de desempeñar trabajos
precarios y con peores condiciones laborales.
·
Otra modalidad de empleo que afecta negativamente
a las mujeres es la jornada a tiempo parcial. Esta, que se viene incentivando
desde los poderes públicos y empresariales como una pretendida fórmula de
conciliación familiar, supone en muchos casos menores ingresos, dificultades en
el desarrollo de la carrera profesional y menor protección social.
·
La feminización de la pobreza: las empleadas de
hogar, las trabajadoras de empresas de servicios, en economía sumergida, etc.
·
A todo esto los cuidados siguen recayendo
fundamentalmente en la mujer, por lo que aún debe soportar la doble carga de
trabajo (en el ámbito productivo y doméstico). La mujer cada día se encuentra
más atrapada entre las exigencias de un sistema productivo que ignora la
realidad de la familia y las exigencias de una familia que siguen descansando
en ella. El modelo masculino de la estructura del trabajo debe cambiar y
dotarse de estructuras flexibles que permitan la conciliación para ambos
progenitores, que contemple el alumbramiento y la crianza.
·
La
consideración como objeto productivo, de consumo y en propiedad de las mujeres.
Publicidad machista, pornografía y
prostitución siguen siendo una violencia de grandes dimensiones. Y la terrible
lacra de la violencia machista. Desde el 2007 hasta hoy en España han sido asesinadas
cerca de 800 mujeres por violencia machista, en el pasado año, 2016, fueron 53
y a comienzos de febrero del presenta año ya son 4. Así mismo en Euskadi fueron
2 asesinadas durante el 2016.
En definitiva, la mujer en
el trabajo con menores salarios, dificultades de acceso al empleo, peores
condiciones, menores pensiones, dificultades de desarrollar la maternidad…; en
la familia con doble jornada laboral, asunción del cuidado de hijos y
familiares mayores, mantenimiento del hogar, en muchos casos sufriendo
violencia… en la educación y en la cultura perpetuando diferenciación de
roles…; y con una profunda feminización de la pobreza.
Queremos poner nuestra mirada también en la realidad que
viven las mujeres de nuestra comunidad eclesial. Su consideración, el alcance y
las limitaciones de su aportación:
·
Las mujeres son mayoría en la Iglesia: son las
que limpian los templos y los locales, participan en la liturgia, en muchas
parroquias además en exclusiva aparte del sacerdote, son la mayoría de las
catequistas de infancia, animan grupos de jóvenes, acompañan también la
catequesis de matrimonios, adultos, llenan los grupos de voluntariado de
Caritas, y no digamos en las celebraciones dominicales.
·
Sin embargo según se va subiendo en la estructura
eclesial van descendiendo en número, van siendo minoría. De tal manera van
descendiendo en número e influencia que llegado un escalafón ya desaparecen.
· Las mujeres no están en los órganos de dirección ni de decisión. No existen
en el “poder eclesial”. En 2017 tenemos mujeres presidentas de gobiernos,
presidentas de comunidades autónomas, de parlamentos, senados, FMI, órganos de
dirección de la judicatura y un largo etcétera, pero NO HAY UNA SOLA MUJER EN LOS ÓRGANOS DE DIRECCIÓN
DE LA IGLESIA.
Algunas citas inspiradoras
En los evangelios son numerosas las referencias de mujeres como testigos
y seguidoras activas de Jesús:
Baziren han emakume asko ere, urrutitik
begira; Jesusi jarraituz Galileatik etorriak ziren, beraren zerbitzari; haien
artean, Magdalako Maria, Santiago eta Joseren ama Maria, eta Zebedeoren
semeen ama (Mt 27, 55-56)
40 Baziren han emakume batzuk ere, urrutitik begira; haien
artean, Magdalako Maria, Santiago gaztearen eta Joseren ama Maria, eta
Salome. 41 Hauek
Jesusen ondoren eta beraren zerbitzuan ibiliak ziren, Galilean zegoela;
bazeuden beste emakume asko ere, Jesusekin Jerusalemera igotakoak. 47 Magdalako Maria
eta Maria, Joseren ama, non ezartzen zuten begira zeuden. (Mk 15, 40-41,
47)
1 Larunbata igaro zenean, Magdalako Mariak, Maria Santiagoren amak
eta Salomek usain gozoko ukenduak erosi zituzten, Jesusen gorpua gantzutzeko
2 Eta asteko lehen egunean, goizean goiz, eguzkia atera orduko, hilobira joan
ziren. 3 Honela ari ziren beren artean: «Nork kenduko digu hilobi-sarrerako
harria?» 4 Begiratu eta harria alboratua zegoela ohartu ziren, oso astuna zen
arren. 5 Hilobian sarturik, gazte bat ikusi zuten eskuinaldean eseria,
soineko zuriz jantzia, eta erabat izutu ziren. 6 Baina hark esan zien: «Ez izutu!
Nazareteko Jesus gurutziltzatuaren bila zabiltzate. Piztua da, ez dago hemen.
Ikusi jarri zuteneko tokia. 7 Zoazte, bada, haren ikasleei, eta Pedrori
bereziki, esatera: “Zuen aurretik joango da Galileara; han ikusiko duzue,
berak esan bezala” ». 8 Emakumeek hilobitik ihesi alde egin zuten, sartu
zitzaien izu eta ikaraz; eta, beldurraren beldurrez, ez zioten inori ezer
esan. (Mk16 1-8)
Galileatik Jesusekin etorritako emakumeek, Joseren atzetik joanik,
hilobia ikusi zuten eta Jesusen gorpua nola ezartzen zuten begiratu. (Lk 23,55) Hala ere, Pedro jaiki eta
hilobira joan zen lasterka; makurturik, barrura begiratu eta oihal-zerrendak
bakarrik ikusi zituen, eta etxera itzuli zen gertatuaz harriturik
(Lk, 24, 12)
Son muchas las voces que se alzan para reconocer la historia de
sacrificio y lucha de las mujeres, reivindicar su dignidad, sus derechos, el
lugar que les corresponde en la sociedad y también en la Iglesia.
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El papa Francisco nos acaba de
recordar que «la Iglesia es mujer» pero insiste: «todavía es necesario ampliar
los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia. Porque “el
genio femenino es necesario en todas las expresiones de la vida social; por
ello, se ha de garantizar la presencia de las mujeres también en el ámbito laboral”
y en los diversos lugares donde se toman las decisiones importantes, tanto en
la Iglesia como en las estructuras sociales» (EG, 103).
“La dignidad personal constituye
lo fundamental de la igualdad de todos los hombres y mujeres entre sí. De aquí
que sean absolutamente inaceptables las más variadas formas de discriminación.
Toda discriminación constituye una injusticia completamente
intolerable”, Juan Pablo II.
“La Iglesia debe transparentar en sus mismas
estructuras la justicia y la salvación que anuncia. Las mujeres entendemos que
nuestra situación en la Iglesia no expresa esta realidad y creemos que es
necesaria una reflexión más honda y una conversión más sincera. Queremos que la
Iglesia sea un signo vivo de justicia para el mundo y una esperanza para las
mujeres” Mª José Arana (1990, Tesis Doctoral: “La clausura de las Mujeres”)
“Las mujeres tenemos todavía
mucho que pensar y dar que pensar para salir del lugar de lo no-pensado. Del
lugar del no-reconocimiento, de la no-reciprocidad, por tanto, de la violencia.
El feminismo (….) es un proyecto de reconstrucción de la realidad social sobre
la base de nuevos e insólitos pactos… Pactos donde lo pactado –y, por ende, lo
excluido como sujeto activo del pacto– no fueran las propias mujeres como
genérico. Una sociedad, en suma, no constituida por pactos patriarcales…”
(Celia Amorós)
“Gritaban a voz en cuello, las metían en la
cárcel, eran despreciadas por las mujeres “honradas”, denunciadas por los clérigos,
obligadas a comer por la policía… No eran “simpáticas”. Eran vuestras abuelas.
Eran las sufragistas. Y tenían razón”. J. Chittister, (El Evangelio día a día,
Sal Terrae, 2001)
Algunos avances y signos de esperanza
Aunque en el camino hacia
una sociedad igualitaria nos queda mucho por recorrer, durante los últimos años los avances han sido
significativos en nuestro entorno cercano. Derechos actualmente incuestionables
para nuestras hijas eran impensables en la época de nuestras abuelas: el acceso
a la educación, la autonomía e
independencia económicas, el derecho al voto… son logros alcanzados
progresivamente gracias al movimiento feminista.
Las mujeres feministas con
su esfuerzo constante mejoraron la manera de vivir de tod@s, en su lucha por la
libertad e igualdad contra un sistema patriarcal. Actuando en sinergia con el
gran movimiento feminista desatado en todos los países avanzados.
Un feminismo que ha
funcionado en clave de gestión y fuerza de opinión y organizativa. Como
espacios comunes para el encuentro, reflexión y debate. Con mucha sororidad. Las feministas han
aportado asombrosos cambios de valores, leyes, costumbres, prácticas, hábitos,
cultura política y civil, y calidad de vida, maneras valederas para los dos
sexos. El feminismo es innovación social y
moral, es igualdad, paridad, libertad y justicia para toda la humanidad.
El feminismo sigue teniendo
una fuerza globalizadora, una alternativa global a la sociedad patriarcal, un
rediseño total de las reglas de juego de la estructura social y el poder en un
sistema caduco y en crisis.
Allá donde las mujeres se
organizan los logros son mayores. Cuando las mujeres están empoderadas y pueden
exigir sus derechos, ejercer liderazgos, aprovechar oportunidades de educación
y empleo, sin duda alguna, las economías crecen.
Este efecto transformador tiene
un peso especialmente significativo en los entornos más desfavorecidos. El
enfoque de género en las transferencias directas de ingresos como apoyo al
desarrollo de los sectores más pobres (en donde las mujeres son las
administradoras y responsables de estas transferencias) representa una de las
herramientas centrales de combate contra la pobreza desarrolladas en América
Latina.
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