Abenduko izarrak

miércoles, 8 de marzo de 2017

Martxoak 8 Queremos el pan y las rosas



Esta frase fue escrita en una pancarta en el marco de una fortísima huelga textil llevada a cabo por mujeres trabajadoras en la ciudad de Lawrence, Massachussets (USA), en 1912. Desde 1908, estas mujeres reclamaban tener una jornada inferior a doce horas, cobrar los mismos salarios que sus compañeros de fábrica, y trabajar en unas condiciones más humanas. Un grupo inició una marcha pacífica al grito de pan y rosas, mientras otras se encerraron, también pacíficamente, en una nave. El dueño de la fábrica decidió prenderle fuego y asesinar así a estas mujeres. Todas murieron. El pan simbolizaba el sueldo y las rosas la calidad en el trabajo. 
 
Se aproxima el 8 de marzo de 2017, 106 años después de celebrarse por primera vez el día Internacional de la Mujer Trabajadora, nos encontramos ante la necesidad de seguir reivindicando la igualdad y la no discriminación de la mujer en los distintos ámbitos de la sociedad y, especialmente, en el mundo del trabajo sin el cual no podremos desarrollar una vida digna, sin olvidar en la familia, relaciones personales, y como cristian@s en nuestra militancia y en nuestra Santa Madre Iglesia.

Hoy, la precariedad laboral creciente de nuestro entorno sigue teniendo rostro de mujer. Desde la campaña Trabajo Digno para una Sociedad Decente queremos focalizar nuestra atención en esta realidad de manera especial. Partiendo de la RdVO queremos poner nuestra mirada y acciones al servicio de la lucha por el trabajo digno para las mujeres.



Algunas pinceladas que nos hablan de la precariedad de las mujeres
En diversos países gran parte de las mujeres asumen responsabilidades como cabezas de familia y son las primeras en sentir en carne propia los impactos de un sistema capitalista perverso que oprime. Un sistema que lleva a muchas jóvenes y adolescentes lejos del seno de sus familias. Un sistema que obliga a estas mujeres a dejar ir a sus hijos en busca de una vida mejor. Muchas veces ellos acaban en las calles y como consecuencia mueren prematuramente.

·       Según la OIT, las tasas de desempleo de las mujeres son más altas que las de los hombres a escala mundial, y no se prevén mejoras en los próximos años.

·       2/3 de las personas analfabetas en el mundo son mujeres. Las mujeres constituyen el 60% de la fuerza de trabajo del planeta, pero no ganan más que el 10% del ingreso mundial. Sólo el 1% de las mujeres son propietarias de tierras. La violencia doméstica es la principal causa de muerte de mujeres entre 14 y 44 años.

·       Recordar la precaria situación de las mujeres en los países en conflicto armado. Y la violencia que sufren.



En nuestro entorno más cercano, aunque la pérdida de derechos y calidad de vida afecta al conjunto de la población, son las mujeres las que llevan la peor parte:

·       Con diferencia, la mayor parte de los empleos creados en el último año han sido ocupados por varones.

·       La brecha salarial entre ambos sexos sigue aumentando hasta alcanzar cifras récord.

·       Una de las causas del empobrecimiento de las mujeres asalariadas sigue siendo el resultado de la concentración de su actividad en ocupaciones con salarios más bajos. Además de desempeñar trabajos precarios y con peores condiciones laborales.

·       Otra modalidad de empleo que afecta negativamente a las mujeres es la jornada a tiempo parcial. Esta, que se viene incentivando desde los poderes públicos y empresariales como una pretendida fórmula de conciliación familiar, supone en muchos casos menores ingresos, dificultades en el desarrollo de la carrera profesional y menor protección social. 

·       La feminización de la pobreza: las empleadas de hogar, las trabajadoras de empresas de servicios, en economía sumergida, etc. 

·       A todo esto los cuidados siguen recayendo fundamentalmente en la mujer, por lo que aún debe soportar la doble carga de trabajo (en el ámbito productivo y doméstico). La mujer cada día se encuentra más atrapada entre las exigencias de un sistema productivo que ignora la realidad de la familia y las exigencias de una familia que siguen descansando en ella. El modelo masculino de la estructura del trabajo debe cambiar y dotarse de estructuras flexibles que permitan la conciliación para ambos progenitores, que contemple el alumbramiento y la crianza.

·        La consideración como objeto productivo, de consumo y en propiedad de las mujeres. Publicidad machista,  pornografía y prostitución siguen siendo una violencia de grandes dimensiones.  Y la terrible lacra de la violencia machista. Desde el 2007 hasta hoy en España han sido asesinadas cerca de 800 mujeres por violencia machista, en el pasado año, 2016, fueron 53 y a comienzos de febrero del presenta año ya son 4. Así mismo en Euskadi fueron 2 asesinadas durante el 2016. 

En definitiva, la mujer en el trabajo con menores salarios, dificultades de acceso al empleo, peores condiciones, menores pensiones, dificultades de desarrollar la maternidad…; en la familia con doble jornada laboral, asunción del cuidado de hijos y familiares mayores, mantenimiento del hogar, en muchos casos sufriendo violencia… en la educación y en la cultura perpetuando diferenciación de roles…; y con una profunda feminización de la pobreza.

Queremos poner nuestra mirada también en la realidad que viven las mujeres de nuestra comunidad eclesial. Su consideración, el alcance y las limitaciones de su aportación: 

·       Las mujeres son mayoría en la Iglesia: son las que limpian los templos y los locales, participan en la liturgia, en muchas parroquias además en exclusiva aparte del sacerdote, son la mayoría de las catequistas de infancia, animan grupos de jóvenes, acompañan también la catequesis de matrimonios, adultos, llenan los grupos de voluntariado de Caritas, y no digamos en las celebraciones dominicales.

·       Sin embargo según se va subiendo en la estructura eclesial van descendiendo en número, van siendo minoría. De tal manera van descendiendo en número e influencia que llegado un escalafón ya desaparecen.

·       Las mujeres no están en los órganos de dirección ni de decisión. No existen en el “poder eclesial”. En 2017 tenemos mujeres presidentas de gobiernos, presidentas de comunidades autónomas, de parlamentos, senados, FMI, órganos de dirección de la judicatura y un largo etcétera, pero NO HAY UNA SOLA MUJER EN LOS ÓRGANOS DE DIRECCIÓN DE LA IGLESIA.



Algunas citas inspiradoras
En los evangelios son numerosas las referencias de mujeres como testigos y seguidoras activas de Jesús:


Baziren han emakume asko ere, urrutitik begira; Jesusi jarraituz Galileatik etorriak ziren, beraren zerbitzari; haien artean, Magdalako Maria, Santiago eta Joseren ama Maria, eta Zebedeoren semeen ama (Mt 27, 55-56)

40 Baziren han emakume batzuk ere, urrutitik begira; haien artean, Magdalako Maria, Santiago gaztearen eta Joseren ama Maria, eta Salome. 41 Hauek Jesusen ondoren eta beraren zerbitzuan ibiliak ziren, Galilean zegoela; bazeuden beste emakume asko ere, Jesusekin Jerusalemera igotakoak. 47 Magdalako Maria eta Maria, Joseren ama, non ezartzen zuten begira zeuden. (Mk 15, 40-41, 47)

1 Larunbata igaro zenean, Magdalako Mariak, Maria Santiagoren amak eta Salomek usain gozoko ukenduak erosi zituzten, Jesusen gorpua gantzutzeko 2 Eta asteko lehen egunean, goizean goiz, eguzkia atera orduko, hilobira joan ziren. 3 Honela ari ziren beren artean: «Nork kenduko digu hilobi-sarrerako harria?» 4 Begiratu eta harria alboratua zegoela ohartu ziren, oso astuna zen arren. 5 Hilobian sarturik, gazte bat ikusi zuten eskuinaldean eseria, soineko zuriz jantzia, eta erabat izutu ziren. 6 Baina hark esan zien: «Ez izutu! Nazareteko Jesus gurutziltzatuaren bila zabiltzate. Piztua da, ez dago hemen. Ikusi jarri zuteneko tokia. 7 Zoazte, bada, haren ikasleei, eta Pedrori bereziki, esatera: “Zuen aurretik joango da Galileara; han ikusiko duzue, berak esan bezala” ». 8 Emakumeek hilobitik ihesi alde egin zuten, sartu zitzaien izu eta ikaraz; eta, beldurraren beldurrez, ez zioten inori ezer esan. (Mk16 1-8)

Galileatik Jesusekin etorritako emakumeek, Joseren atzetik joanik, hilobia ikusi zuten eta Jesusen gorpua nola ezartzen zuten begiratu. (Lk 23,55) Hala ere, Pedro jaiki eta hilobira joan zen lasterka; makurturik, barrura begiratu eta oihal-zerrendak bakarrik ikusi zituen, eta etxera itzuli zen gertatuaz harriturik
(Lk, 24, 12)


Son muchas las voces que se alzan para reconocer la historia de sacrificio y lucha de las mujeres, reivindicar su dignidad, sus derechos, el lugar que les corresponde en la sociedad y también en la Iglesia.

El papa Francisco nos acaba de recordar que «la Iglesia es mujer» pero insiste: «todavía es necesario ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia. Porque “el genio femenino es necesario en todas las expresiones de la vida social; por ello, se ha de garantizar la presencia de las mujeres también en el ámbito laboral” y en los diversos lugares donde se toman las decisiones importantes, tanto en la Iglesia como en las estructuras sociales» (EG, 103).

“La dignidad personal constituye lo fundamental de la igualdad de todos los hombres y mujeres entre sí. De aquí que sean absolutamente inaceptables las más variadas formas de discriminación. Toda discriminación constituye una injusticia completamente intolerable”, Juan Pablo II.

 “La Iglesia debe transparentar en sus mismas estructuras la justicia y la salvación que anuncia. Las mujeres entendemos que nuestra situación en la Iglesia no expresa esta realidad y creemos que es necesaria una reflexión más honda y una conversión más sincera. Queremos que la Iglesia sea un signo vivo de justicia para el mundo y una esperanza para las mujeres” Mª José Arana (1990, Tesis Doctoral: “La clausura de las Mujeres”)

“Las mujeres tenemos todavía mucho que pensar y dar que pensar para salir del lugar de lo no-pensado. Del lugar del no-reconocimiento, de la no-reciprocidad, por tanto, de la violencia. El feminismo (….) es un proyecto de reconstrucción de la realidad social sobre la base de nuevos e insólitos pactos… Pactos donde lo pactado –y, por ende, lo excluido como sujeto activo del pacto– no fueran las propias mujeres como genérico. Una sociedad, en suma, no constituida por pactos patriarcales…” (Celia Amorós)

 “Gritaban a voz en cuello, las metían en la cárcel, eran despreciadas por las mujeres “honradas”, denunciadas por los clérigos, obligadas a comer por la policía… No eran “simpáticas”. Eran vuestras abuelas. Eran las sufragistas. Y tenían razón”. J. Chittister, (El Evangelio día a día, Sal Terrae, 2001)



Algunos avances y signos de esperanza
Aunque en el camino hacia una sociedad igualitaria nos queda mucho por recorrer,  durante los últimos años los avances han sido significativos en nuestro entorno cercano. Derechos actualmente incuestionables para nuestras hijas eran impensables en la época de nuestras abuelas: el acceso a la educación,  la autonomía e independencia económicas, el derecho al voto… son logros alcanzados progresivamente gracias al movimiento feminista.

Las mujeres feministas con su esfuerzo constante mejoraron la manera de vivir de tod@s, en su lucha por la libertad e igualdad contra un sistema patriarcal. Actuando en sinergia con el gran movimiento feminista desatado en todos los países avanzados. 

Un feminismo que ha funcionado en clave de gestión y fuerza de opinión y organizativa. Como espacios comunes para el encuentro, reflexión y debate.  Con mucha sororidad. Las feministas han aportado asombrosos cambios de valores, leyes, costumbres, prácticas, hábitos, cultura política y civil, y calidad de vida, maneras valederas para los dos sexos. El feminismo es innovación social y  moral, es igualdad, paridad, libertad y justicia para toda la humanidad. 

El feminismo sigue teniendo una fuerza globalizadora, una alternativa global a la sociedad patriarcal, un rediseño total de las reglas de juego de la estructura social y el poder en un sistema caduco y en crisis.

Allá donde las mujeres se organizan los logros son mayores. Cuando las mujeres están empoderadas y pueden exigir sus derechos, ejercer liderazgos, aprovechar oportunidades de educación y empleo, sin duda alguna, las economías crecen. 

Este efecto transformador tiene un peso especialmente significativo en los entornos más desfavorecidos. El enfoque de género en las transferencias directas de ingresos como apoyo al desarrollo de los sectores más pobres (en donde las mujeres son las administradoras y responsables de estas transferencias) representa una de las herramientas centrales de combate contra la pobreza desarrolladas en América Latina.

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