K., 38 años, comerciante de Teherán, E., su mujer, 40 años,
profesora de música, y su hija de 12 años A. son una familia cristiana
refugiada política por la persecución religiosa en su país, Irán.
Actualmente, están acogidos provisionalmente por la CEAR (Comisión Española de
Ayuda al Refugiado) en la residencia de Artea, junto a otros refugiados, en
espera de su destino definitivo.
Huyeron una noche de Teherán (Irán) rumbo a Turquía, huyendo
de la persecución de la policía. ¿Su delito? Ser cristianos y no querer
renunciar a su fe.
Se reunían en las casas particulares, rezando y cantando de
forma muy discreta y silenciosa, para no se denunciados. Así y todo, la policía
descubrió su comunidad y detuvo a los participantes. Esta familia se salvo al
llegar ese día tarde a la asamblea de oración.
De Turquía viajaron a Barcelona donde fueron detenidos por
la policía. Su sueño sería llegar a Inglaterra, donde reside una comunidad
grande de refugiados iraníes, para poder trabajar allí los padres y estudiar la
hija.
Están muy agradecidos de su estancia en Artea y esperan que la CEAR les asigne su destino
definitivo.
En la foto los vemos, con la cara tapada, junto a miembros
de la parroquia de Artea después de la celebración de la misa de la patrona de
Artea, el día 8 de septiembre, Andra Mari.
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