Abenduko izarrak

domingo, 28 de octubre de 2012

Josu Totorika gogoan

"Un cura que supo evolucionar con los tiempos", escribe sobre Josu Totorika el periodista Iban Gorriti en DEIA.   "Donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos". La frase se atribuye a Jesús de Nazaret. Algo similar queda tras el fallecimiento del sacerdote Josu Totorika en aquellos que le han conocido en sus diferentes destinos pastorales.

Natural de Igorre, nació el 15 de enero de 1924. Su padre era Basilio y su madre Carmen. Con veinticinco años se hizo cura el día de San Pedro. Durante su apostolado, dio lo mejor de sí en Araba, Laukariz, Portugalete y en Traña-Matiena (Abadiño). A la hora de compartir su retiro, regresó a su valle de Arratia, a su Igorre del alma de niño. En la comarca del suroeste vizcaino se hizo cargo de labores eclesiásticas en Artea o Arantzazu (Bizkaia). Y en los últimos años ayudaba en la parroquia de su municipio de nacimiento.

La comunidad arratiana subraya y ensalza cómo preparaba las eucaristías que oficiaba. A pesar de ir sumando años, les sorprendía cómo se reciclaba en la formación, incluso, se esforzaba en adaptarse a las nuevas expresiones.

El párroco de Igorre, José Mari Kortazar, le recuerda con aprecio y cariño. Traslada a DEIA cómo Josu nació en Igorre, bajo las faldas del Gorbea. Cómo el sacerdote desde su piso en su municipio natal, desde la sala, veía la cumbre, la cruz, si estaba el día despejado, o nevado, y si estaba nublado el día, intuía su presencia amiga. "Creo que para Josu era una imagen de ese Dios de Jesús, que a veces no lo vemos claro, pero nos acompaña con ternura, y, otras veces, celebramos con gozo su presencia amiga", valora Kortazar.

El funeral por su persona se ofició el miércoles en su querida parroquia, "a las faldas del Gorbea, de esa cruz que es vida y Evangelio de Jesús que quiso anunciar y ayudar a enfermos y pobres, con entrega y fidelidad durante sus años Josu Totorika. La iglesia estuvo a rebosar, "el coro parroquial inspirado, la gente se ha dejado llevar por el fervor e incluso ha cantado oraciones propias de los curas", trasmitió Kortazar.

El obispo de Bilbao, Mario Iceta, presidió la misa, junto a Anjel Mari Unzueta, vicario general, acompañados por alrededor de veinte curas. Libe Totorika, hermana de Josu, y Lurdes Intxaurbe, la mujer que ha acompañado a estos dos hermanos los últimos años, se sentaron en los primeros bancos junto a las primas y feligreses de Traña-Matiena (Abadiño), Portugalete, Artea, Arantzazu e Igorre.

actualizar la formación

Después de la misa, quienes le conocieron coincidieron en que Josu tenía "una fidelidad absoluta a Jesús y se esforzaba en actualizar su formación teológica y hacer presente la buena nueva del evangelio en este país", aporta el párroco de Igorre.

Irene Uriarte, una de las colaboradoras voluntarias de la parroquia local, manifestó, además, "su simpatía y cariño" por Josu Totorika. Por su parte, Anastasio Azkarai, cura jubilado en la actualidad y cura obrero en su época, compartió con Josu muchas labores en la parroquia. Sensiblemente emocionado participó en la celebración del funeral por su compañero sacerdote. "Gizon zintzo eta on bat izan da", manifestaba al final del oficio religioso.

En la década de los cuarenta y de los cincuenta, este sacerdote regentó la parroquia de Zuaza, Ayala. Alberto Luengas escribió de él en 2009 cómo el pueblo le regaló una bicicleta negra para facilitarle su labor pastoral, desplazándose con ella hasta la ermita de la Concepción, que distaba de su casa unos tres kilómetros y también para celebrar la misa en el pueblo de Menagaray.

Totorika residía en la casa de Julián Álava, donde había un bar, una barbería y una pequeña tienda. "Le vimos en una ocasión, ir a la iglesia a las cinco de la mañana y era precisamente en el mes de febrero. La plegaria formó parte en aquella fría mañana Jamás rechistó, ante la ignorancia y el mal comportamiento de los feligreses de este pueblo. Silencioso, tolerante, siempre amable con la mayor de las sonrisas y con la mejor de su palabra", anotaba. Según cuentan gracias al vizcaino y a su buena relación con familias de la localidad, en Managaray se colocaron los bancos en esta parroquia.

maestro y músico

Josu fue maestro y músico. Impartía clases, sobre todo en invierno cuando las faenas del campo aminoraban. "Fue tan buen maestro, que gracias a él llegué a tocar la fuga de Bach", se congratulaba Luengas.

Además, construyó una oficina, saloncillo y biblioteca a la derecha de la entrada de la parroquia, que hoy día permanece después de tantos y tantos años. En aquellos tiempos le llamábamos "Don Jesús Totorika; impartía su palabra, el amor y la confraternidad".

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