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domingo, 24 de septiembre de 2023

El 'Jesús' de Pagola

 

Francesco Strazzari,  Periodista

José Antonio Pagola es una persona célebre no solo en España, como buen teólogo y escritor, sino en muchos lugares del mundo. Su libro sobre Jesucristo, 'Jesús. Aproximación histórica', -publicado en 2007 y en Italia en 2009- traducido, además de al italiano, al euskera, catalán, inglés, francés, portugués, ruso, japonés y chino, le costó a Pagola cinco largos años de ataques y descalificaciones, lo que le provocó una gran fatiga mental y psicológica.

En 2008, intervino la diócesis de Tarragona: «El Jesús de José Antonio Pagola no es el Jesús de la fe de la Iglesia». Luis Javier Argüello, vicario general de Valladolid, lo condenó en términos inequívocos, seguido de dos artículos de los teólogos José María Iraburu y José Antonio Sayés y un escrito de José Rico Pavés, entonces director del secretariado de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe en España. Intervenciones que se produjeron sin haber intercambiado, al menos, cuatro palabras con la persona interesada.

El entonces obispo de San Sebastián, Juan María Uriarte, la diócesis de José Antonio Pagola, después de consultar a eminentes eruditos bíblicos y teólogos sistemáticos, le dio el 'imprimátur' o visto bueno el 16 de junio de 2008. Dos días después, la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe hizo pública la 'Nota de Aclaración'. Se abrió entonces un debate muy acalorado y convulso. El secretario de la Congregación Romana, el español Monseño Ladaria, intervino para calmar un poco la situación, pidiendo a la editorial (PPC) que no pusiera el libro en el catálogo.

En 2010 llegó la noticia de que el Cardenal Rouco, presidente de la Conferencia Episcopal Española, y Monseñor José Antonio Martínez Camino, presidente de la Comisión Episcopal para la Doctrina de la Fe española, habían visitado al Cardenal Levada, presidente de la Congregación Romana, para pedir que Roma desautorizara el libro y retirara el 'imprimátur'.

El libro fue sometido a una evaluación en la que participaron lectores de diferentes nacionalidades que no encontraron afirmaciones contrarias a la fe, un dictamen que fue confirmado a José Antonio Pagola por el polémico obispo Munilla de San Sebastián. Para Roma, el libro no contenía proposiciones directamente contrarias a la doctrina de la fe y se pidió a Pagola que aclarara algunos puntos.

El 26 de enero de 2012, el propio Pagola se reunió en Almería con Adolfo González Montes, presidente de la Comisión para la Doctrina de la Fe española, y con el teólogo Enrique Benavent, obispo auxiliar de Valencia, ex profesor de cristología. La situación era increíble: el primero no había leído el libro y el segundo solo la primera edición en catalán, y no en castellano.

El 19 de febrero de 2013, el obispo de San Sebastián -en esta ocasión, monseñor Munilla- recibió una carta del Cardenal Ladaria. El Papa Benedicto había renunciado. Pagola, sin haber recibido copia alguna de esta notificación de Ladaria por parte del obispo Munilla, publicó el 8 de marzo la 'Carta a mis lectores', en la que comunicó la respuesta de Roma: ninguna proposición era contraria a la fe, no había solicitud alguna para corregir errores doctrinales ni manifestaciones heréticas. Sólo la petición de que, en ediciones posteriores, se hicieran cambios en cinco puntos concretos.

Ese mismo día, el secretario de la Comisión Española, José Antonio Martínez Camino, mediante un escrito de treinta y siete líneas, hizo un rápido resumen del asunto y dedicó sólo tres líneas y media para comunicar que «el autor ha respondido satisfactoriamente a las observaciones hechas por la Congregación». Cualquier edición futura no contará con el 'imprimátur' episcopal o visto bueno.

Me entrevisté varias veces con José Antonio con el fin de publicar algunos de sus libros en Italia. Y él dice: «He sufrido mucho. Sobre todo, ver sufrir a mis dos hermanas, con las que vivo, y a toda mi familia y muchos amigos que han sufrido al verme sufrir. A veces no he sabido qué decirles o cómo explicar lo que estaba pasando. He sufrido mucho al tener que afrontar una situación extraña que nunca antes había conocido. He sentido que algunos sectores de la Iglesia querían silenciar mi voz. Según ellos, estaba haciendo daño a la Iglesia. He querido escucharlos para ver si podía presentar mejor el Evangelio de Jesús. A veces me he sentido rechazado por la Iglesia. Otras veces he pensado que no me importaba si me consideraban hereje o arriano. Sólo Dios encarnado en Jesús sabe lo que hay en mi corazón».

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