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lunes, 11 de diciembre de 2023

Navidad en la franja de Gaza: Frei Betto



  En esta Navidad, Jesús nace en Gaza. No en la majestuosidad expuesta en un corral, sino entre escombros que quedan de las casas de sus habitantes. No nace cercado de animales, pero si de bombas detonadas, balas de fusil Tavor Ctar disparadas contra la población civil (950 tiros por minuto), granadas y gases letales y los vuelos asesinos de los cazas F-35.

Jesús nacido e ignorado, cuyos padres, que pretendían refugiarse en Egipto, fueron golpeados mortalmente por una lluvia de bombas “bunker buster”, arrojadas por las tropas israelitas .

Ahora no es el Rey Herodes que hace pasar centenares de niños por el filo de una espada. Es el gobierno sionista de Netanyahu, con ansias de venganza de exterminar aquellos que son considerados “animales humanos”, según declaración del Ministro de Defensa de Israel, Yoav Gallant.

Jesús y sus padres no encontraran acogida en Belen. Tuvieron que abrigarse en un corral. Del mismo modo, que familias palestinas expulsadas de sus hogares para dárselas a colonos sionistas que no reconocen el derecho de la nación palestina de establecer su legitimo Estado. Expulsados esos millares de familias fueron confinados en los estrechos límites de Gaza y de Cisjordania, controladas por tropas israelitas como si fuesen sub humanas, conviviendo en condiciones análogas a los campos de concentración a cielo abierto.

Jesús nace hoy sin que los Magos vengan a presentarse con incienso, oro y mirra. Lo que el obtiene ahora son 12 mil toneladas de bombas desde el 7 de octubre (33 toneladas de explosivos por kilometro cuadrado) equivalente a la potencia de una bomba atómica.

No hay coros de ángeles, ni canticos de gloria a Dios, si un grito estridente de sirenas de alarmas y el silbido aterrorizante de proyectiles disparados por los cañones mortíferos de los tanques Merkava.

Jesús nacido con el sello de la discriminación: por ser palestino, por ser hijo bastardo de una pareja nazarena (tanto que José buscó abandonar a María al saber de su embarazo), por ser un sin techo, porque su familia ocupa la tierra de una chacra en Belen, por ser considerado blasfemo y usurpador del título Hijo de Dios.

Jesús una vez más es rechazado en su propia tierra. Sus coterráneos son impedidos de formar su propio Estado, cualquier acción de autodefensa será calificada de “terrorista”. Epíteto que jamás los grandes medios utilizaron cuando Menachem Begin, el 22 de julio de 1946, exploto Jerusalén en el Hotel King David y mato 91 personas. Ni cuando más de 200 mil personas inocentes fueron cruelmente asesinadas en el mayor terrorismo de todos los tiempos, las bombas atómicas tiradas por el gobierno de EUA sobre la población civil de Hiroshima y Nagasaki.

Si, Hamas rompió la línea de la “guerra justa” al secuestrar más de 200 personas en su mayoría civiles. Pero ¿quien reacciona con las “detenciones administrativas” hechas por el gobierno de Israel que mantiene en prisión 5000 personas sin acusaciones formales?

Jesús nace en Gaza, ahora ya no pueden matarlo más, pues habrá de resucitar en cada niño, en cada joven, en cada ciudadano palestino consciente de que la tierra de las viñas y los olivos guarda en su suelo las cenizas de sus ancestros.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Jesús no nace en los niños torturados, asesinados, calcinados… el día 7 de octubre por el TERRORISMO palestino de Hamas??? Esto es predicar? O es mezclar la religión y el cristianismo con política barata y antisemita?

Agur dijo...

No puede justificarse el terrorismo ni de un signo ni de otro. Pero sí hay que denunciar el asesinato de civiles, la mayoría mujeres y niños/as. El ejército israelí no ha respetado el derecho internacional que asiste a las personas en zonas en conflicto. Y creo que hay un salto cualitativo entre secuestrar a 200 civiles y matar a otros tantos y más, y el asesinato indiscriminado de más de 19.000 personas. Las cifras también cuentan. Todas y todos son hijos e hijas del mismo Dios, hermanas y hermanos de ese niño que nace en Belén, este año bajo las bombas de su propio ejército. No aprendemos de lo que nos enseña la historia.