También se apela al personaje de María Magdalena, primera testigo de la resurrección a quien en 2016 se le ha reconocido en un decreto del Vaticano como Apóstola de los apóstoles quien, a partir del siglo VI, pasó de ser una referente de mujer apóstol a convertirse en prostituta y pecadora arrepentida, lo cual ha quedado grabado en el imaginario colectivo hasta hoy. Y se valora la existencia de un pensamiento teológico feminista, con aportaciones de teólogas de otros países y la Asociación de Teólogas españolas como referencia. Es muy significativo que cinco de las grandes editoriales religiosas que tienen numerosas ventas en nuestro entorno cuentan con colecciones para investigación y divulgación de teología feminista. El movimiento también se potencia con encuentros de mujeres y teología, que se consideran clave en lo que llaman la Revuelta de las mujeres en la Iglesia. Y, ya a otro nivel, también se considera que el Sínodo de Mujeres, convocado por Catholic Women’s Council, es parte de un proceso imparable e internacional tras afirmar que están “hartas de ceder el asiento a la clerecía”.

Como el tema del sacerdocio femenino es una de las reivindicaciones, puede ser significativo recordar que, en la Iglesia anglicana, en el año 2014, las mujeres constituían un tercio de los miembros del clero, y en el Sínodo, en el que participaban obispos, clero y personas laicas, se respaldó la legislación para ordenar a las mujeres como obispos. Es una ironía que, como consecuencia del acuerdo, algunos clérigos anglicanos, casados, se pasaron a la Iglesia católica porque no aceptaban el sacerdocio de las mujeres, y fueron reconocidos como sacerdotes con una fórmula especial. ¿Y si alguna mujer sacerdote anglicana plantea incorporarse a la Iglesia católica… sería aceptada? De todas formas, a uno le entra un cierto sonrojo si, por ejemplo, hoy en día que Bizkaia cuenta con una nueva diputada general, a la que le acompañan siete mujeres y dos hombres en su gobierno, tuviese que hacer algún tipo de justificación por haber tomado tal decisión.

El principio crítico de la teología feminista, dice Rosemary Dadford Reuther, consiste en la plena humanidad de las mujeres. Todo lo que empequeñece o niega la plena humanidad de las mujeres no puede ser considerado (…) obra de un auténtico redentor. Y Pablo, a quien algunas mujeres lo observan con una cierta displicencia, dice en Gal 3, 28: “Ya no hay distinción entre judío y griego, entre esclavo o libre, entre varón y mujer”, y con ello se anula cualquier frontera que discrimine, confronte o subordine cualquier ser humano, liberando a Dios de toda responsabilidad en algún tipo de sacralización de privilegios, subordinaciones o roles que cualquier grupo humano pretenda establecer. Así sea.