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domingo, 29 de noviembre de 2015

La cantera de Zulaibar

El único centro de Formación Profesional del valle de Arratia comenzó a formar futuros trabajadores hace 60 años, un punto de inflexión fundamental para el desarrollo de la zona, escribe Ander Goyoaga en DEIA.



Al contrario de lo que se tiende a pensar en ocasiones desde fuera, la industria tiene un peso fundamental en el valle de Arratia. Este es el sector que ocupa a un mayor número de personas incluso en municipios tradicionalmente rurales como Arantzazu. Hace 60 años se dio un paso clave para que la comarca pudiese seguir el ritmo que marcaba el desarrollo industrial. La puesta en marcha de la Escuela parroquial de aprendices supuso un punto de inflexión para la zona y fue el precedente del que surgiría Zulaibar Arratiako Lanbide Ikastegia, la referencia hoy en lo que a formación profesional se refiere.

Esta inagotable cantera de trabajadores en sus instalaciones de Zeanuri cuenta durante este curso con 175 estudiantes en formación reglada, que se dividen entre sus ciclos de Formación Profesional básicos, -dirigidos a quienes no han conseguido aún la titulación de la ESO- y grados medios y superiores.

La formación está centrada en la producción mecánica y las instalaciones eléctricas y mecánicas, aunque cuenta también con un ciclo formativo de grado superior en Educación Infantil. El 40% de los alumnos procede de localidades del valle de Arratia, mientras que el resto provienen de municipios cercanos como Galdakao, Zornotza o Laudio. Además, se ofrecen cursos de formación continua o de formación ocupacional para personas en desempleo. En total, trabajan 23 personas en Zulaibar, 18 de ellos profesores.

Los inicios del centro, sin embargo, fueron bien diferentes. La Escuela parroquial de aprendices arrancó, en noviembre de 1955, con 25 estudiantes en el edificio Etxebarria de Zeanuri, que hasta entonces se encontraba ocupado por diferentes instalaciones municipales -e incluso por las celdas de las que se disponía para posibles detenciones-, tal y como señala el párroco Jose Mari Kortazar.

Martin Orbe abadea eta Luis Arregi "maisu"
El proyecto nacería ligado a las parroquias de Santa María y Santiago gracias, sobre todo, al impulso de un puñado de personas que vieron la necesidad de formar en materia industrial a chavales, en muchos casos llegados del caserío, y abrirles algunas puertas. El sacerdote Martín Orbe conoce bien aquellos inicios: “Había un antiguo proyecto de construir una ermita en el Gorbeia y varios años después de la Guerra se pensó en rescatar ese planteamiento. Ignacio Rotaetxe -un importantísimo ingeniero y figura relevante del PNV en aquella época- fue uno de los que pensó en relanzarlo al regresar del exilio, pero falleció en 1951. Su hijo Koldo pensó también en impulsar el proyecto, pero consideró más viable y más conveniente para la zona impulsar una escuela profesional. Iñaki, su otro hijo, tomó esa responsabilidad. Tuvo la gran ayuda del párroco Pedro Atutxa y de Luis Arregi, el otro pilar del proyecto”.

El Ayuntamiento también ayudó a que esta propuesta pudiese prosperar y la escuela echó a andar con Arregi tomando la responsabilidad de impartir la mayor parte de la formación. Martín Orbe también participó en la formación durante aquellos inicios. “Guardo un gran recuerdo de aquellos comienzos. Eran chavales majos y con ganas de aprender, la mayoría procedían del caserío. Iñaki y Koldo Rotaetxe habían tenido trabajando a personas formadas en la escuela profesional de Hernani y pensaron que algo así era importante para Arratia. Se les quería dar una buena formación y, con mucho trabajo, se consiguió”, recuerda.

En aquella época, muchos vecinos de Arratia trabajaban en fábricas de Basauri, Galdakao y Bilbao o en el puerto, y esta escuela sirvió para que el valle continuase siendo una importante cantera de trabajadores. También ayudó a que surgiesen nuevas empresas en la zona. En estas seis décadas han sido miles los alumnos que han pasado por las aulas y los talleres de Zulaibar. El actual alcalde de Zeanuri, Eusebio Larrazabal, ha sido alumno y profesor de este centro, y conoce de primera mano su aportación al valle. “La escuela ha ayudado mucho a dar la vuelta a Arratia. Su puesta en marcha permitió pasar de tener únicamente peones a lograr que saliesen de aquí cuadros técnicos y cuadros directivos de empresas”, indica.

Con seis décadas a sus espaldas, el centro se prepara para encarar el futuro con el objetivo de seguir siendo útil para Arratia y los arratiarras, tal y como señala Xabier Aldama, director de Zulaibar: “Estamos consensuando con el Gobierno vasco la nueva planificación y queremos conseguir que nuestra formación se adecue lo máximo posible a las necesidades que tenemos. Trabajamos con una beca de movilidad enviando a estudiantes a otros lugares de Europa y los datos a nivel de salidas profesionales son buenos. Las empresas, también las de Arratia, demandan mucho este tipo de formación y esperamos que el año que viene podamos llegar a los 200 alumnos. Sabemos que somos una referencia para Arratia y lo queremos seguir siendo”.

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