Las palabras del Papa Francisco en la audiencia general del pasado 28 de agosto reiteran un fundamento decisivo de su enseñanza: «Hay quienes trabajan sistemáticamente y con todos los medios para rechazar a los inmigrantes. Y esto, cuando se hace con conciencia y responsabilidad, es un pecado grave". Ir contra el hombre, pisotear su dignidad significa - el creyente no puede dejar de saberlo - ir contra Dios mismo: «Dios no permanece a distancia, comparte el drama de los inmigrantes. Dios está con ellos, con los migrantes, sufre con ellos, con los migrantes, llora y espera con ellos, con los migrantes". Por eso, cada iniciativa que contrasta - en pequeños y grandes aspectos - esta actitud es una batalla de civilización que tiene una cualidad evangélica y de la que nadie está excluido.
Fuente: SettimanaNews
Por: Papa Francisco