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jueves, 12 de abril de 2012

Paz - Reparación -Reconciliación: Jose María Setién


Paz y justicia. Todos estamos de acuerdo, al menos así lo decimos, en que el cese de la violencia de ETA ha traído paz a nuestro pueblo. La paz consistente en reconocer que los problemas políticos han de resolverse por vías no violentas. Esa paz es fruto de la justicia que pone la dignidad y la vida de las personas por encima de la eficacia política. Dentro de las exigencias de esa justicia, habrán de lograrse metas ulteriores de una pacificación sostenida desde la paz ya alcanzada.

Siendo la paz el fruto de la justicia es desde la paz alcanzada desde donde habrán de alcanzarse nuevas metas y ulteriores objetivos de justicia, sin olvidar que también la misma justicia ha de ser fruto de la paz. La paz es mucho más que la no-violencia. Ha de ser el resultado de un proceso progresivo cuya realización no puede olvidar el valor social de la paz ya alcanzada. Desde ella se van logrando nuevos objetivos de la justicia a realizar. La dialéctica entre la paz que es y la justicia que no es, y la justicia que es y la paz que todavía no es, no debe utilizarse en una interesada negación de cualquiera de sus dos dimensiones. Ello impediría el proceso conducente a una progresiva realización de metas ulteriores del bienestar del ser humano, tanto individual como social. Nunca los objetivos de la paz y de la justicia son realidades plenamente adquiridas en cada momento de la historia. 
Bakea justiziaren ondorioa izanik
lortu den baketik erdietsi beharko
dira xede berriak eta ondorengo
jomugak, justizia bera bakearen
ondorioa dela ahaztu barik.
Indarkeria-eza baino askoz gehiago
da bakea. Aribide aurreragarriaren
emaitza izan behardu lortu den
bakearen gizarte balioa
aldameneratu gabe.
Bere osotasunean ez dira
emango inoiz bakearen
eta justiziaren helburuak
Justicia y reparación de la injusticia. La justicia es !a exigencia de dar al otro, sea la persona o la comunidad, lo que es suyo o lo que a él se le debe. La injusticia es la negación de lo que a ese otro se le debe. Con la peculiaridad de que tanto el derecho a reconocer como la injusticia a impedir, están garantizados por el carácter coactivo que es propio de la justicia. La justicia es el ámbito de lo que el "otro" me puede exigir porque le debo y de lo que "yo" le puedo exigir porque el otro me "debe". Por ello es propio de (ajusticia restablecer las relaciones perturbadas por la injusticia, reparando en lo posible los daños causados.
Víctimas de la violencia son las personas y la   sociedad que padecen los daños causados por las injusticias contra ellos cometidas. Daños que permanecen en tanto no es reintegrada la situación previa a la injusticia cometida o, al menos, no es reparada en la medida en la que ello sea posible.
La justicia pertenece así, al ámbito de lo obligatorio-coactivo, es decir, de lo que se puede exigir, incluso mediante el recurso a la fuerza. Por ello, la reparación del daño injustamente causado, pertenece al mundo de lo que es externo a uno mismo. La justicia y la injusticia comprometen a las conciencias de las personas, pero la reparación de los daños causados trasciende el ámbito puramente interno de ellas mismas.

Se impone coactivamente y es independiente de sus motivaciones. Es la razón por la que no se debe confundir la "necesidad" objetiva de la reparación con la "libertad" subjetiva de la reconciliación.
Se puede reparar a la fuerza el daño causado, restaurándose así el orden objetivo de la justicia. Incluso en contra de la voluntad de quien la vulneró. Por ello, se puede decir que la justicia es el ámbito de una "bipolaridad objetiva". Por el contrario, la reconciliación, sea individual o colectiva, habrá de ser el fruto de una "bipolaridad subjetiva" interpersonal, si se quiere que sea verdadera y no de mero cumplimiento.
Reparación y reconciliación. El hecho de que la reparación y la reconciliación sean dos realidades distintas no quiere decir que sean independientes. Como si poco o nada tuvieran que ver entre sí. Con reconciliación o sin ella, debe haber reparación del daño causado injustamente, como exigencia de la misma justicia, a no ser que haya sido libremente condonada por el damnificado. En todo caso, se equivocan quienes piensan que el hecho de hablar de reconciliación pretenda ser una manera velada de suavizar, mitigar o debilitar la obligación de reparar el daño injustamente causado.
Justiziak nahiz injustiziak pertsonen kontzientziak konprometitzen dituzte.
Justizia besteari berea dena edo zor
zalona ematea da. Injustizia besteari
zor zalona ukatzea.
Egindako kaltearen ordaina eta
berradiskidetzea bi errealitate
ezberdin izateak ez du esan nahi
loturarik ez dutenik,
batak bestearekin zerikusik
ez balute bezala.
Solamente así podrá plantearse con la debida lucidez el tema de la reconciliación. Desde el conocimiento de lo que las cosas realmente son, habrá de plantearse la cuestión del "posicionamiento espiritual-interno" de cada una de las personas afectadas, bien por la injusticia por uno  
causada, bien por el daño producido por la injusticia del otro. La reconciliación personal no podrá ignorar la "bipolaridad subjetiva" que le es propia y la define. Al menos si se quiere actuar desde la bondad y grandeza humana que la ennoblece. La justicia objetiva se puede hacer al margen de las razones que la motiven. La respuesta dada por la reconciliación al daño objetivo causado por la injusticia del "otro", solamente podrá identificarse y valorarse desde la interioridad del "yo" de cada uno, en el ejercicio de su libertad.
Precisamente porque esa respuesta ha de ser libre, será también normal que sea plural, diferenciada en las personas y al margen de cualquier forma de imposición. La reconciliación es fruto de la voluntad de cada uno, en la bipolaridad singular que la caracteriza. En todo caso habrá de partir de una actitud radical de acogida al "otro" que, en última instancia, será referible al amor portador de la llamada a ser correspondido. El amor de quien perdona junto con el amor de la acogida de quien pide ser perdonado. Sin ignorar las consecuencias positivas que del mismo habrán de derivarse para la recuperación de una convivencia más normalizada y portadora de esperanza para la sociedad.
Sería lamentable que en el recorrido a hacer desde la paz de la justicia hasta la acogida propia de la fraternidad, ignoráramos o renunciáramos a un AMOR que, en su más profunda verdad, es capaz de acoger incluso al enemigo.

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