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Aunque parezca un sector basado en la belleza, la apariencia e inicialmente inofensivo, la de la moda es una industria muy agresiva, la segunda más contaminante del mundo después de la petrolera, una reflexión de Julen Rekondo.
Vivimos en una sociedad en la que el consumismo es el paradigma que domina todo. Cada vez los periodos de rebajas duran más tiempo, y se expanden en todo el mundo modas como el Black Friday o el Cyber Monday, etcétera, de cara a fomentar el consumo entre la ciudadanía.
El consumismo tiene efectos desastrosos en la industria 
de la moda. Según el estudio de la Ellen Macarthur Foundation y la 
Circular Fibres Initiative, 'Una nueva economía textil: rediseñar el 
futuro de la moda', entre los años 2000 y 2015 se duplicó la producción 
de prendas a nivel mundial, pasando de 50.000 millones de prendas a 
100.000 millones. En ese mismo plazo de tiempo el uso de la ropa 
disminuyó un 36 %, lo que significa que los consumidores usamos menos 
una prenda antes de desecharla. Y otro dato verdaderamente 
impresionante: los consumidores no estrenamos o usamos raramente nada 
menos que el 40 % de las ropas que adquirimos.
De esta manera, sin duda, los niveles actuales de 
producción y generación de residuos no son sostenibles en el tiempo. 
Nuestro planeta va de mal en peor. Si seguimos usando los recursos al 
ritmo actual, para el año 2050 necesitaremos, en conjunto, el 
equivalente de más de dos planetas para sostenernos.
Tenemos
 que asistir, más pronto que tarde, a un cambio de modelo productivo en 
el que se ponga el énfasis en que los productos puedan ser reutilizados,
 reparados, actualizados, etcétera, para prolongar al máximo su vida 
útil. Es lo que hoy en día se llama Economía Circular. Se trata de un 
problema fundamental, sobre todo, en determinados sectores como en el de
 la ropa, el residuo urbano olvidado en los últimos 25 años, con algunas
 excepciones como la Red Social Koopera, un proyecto de magnitud 
creciente participado por Cáritas que favorece la inserción laboral de 
personas en riesgo de exclusión social, así como otras entidades sin 
ánimo de lucro como Traperos de Emaus.
La ropa usada 
es uno de los residuos con mayor potencial de aprovechamiento. En torno a
 9 de cada 10 prendas usadas son susceptibles de tener una segunda vida a
 través de la reutilización o el reciclaje. Sin embargo, en el Estado 
español apenas se recupera un 10% de todas las prendas que se desechan 
anualmente. En el caso de Euskadi, las cifras son más o menos similares.
La
 Unión Europea por fin ha marcado el camino para que los Estados 
miembros impulsen los mecanismos que permitirán que los ayuntamientos, 
responsables de la gestión de residuos urbanos, contemplen siempre la 
recogida separada de textil, puesto que será obligatoria en 2025. Con 
ello, se potenciará el reciclaje y la reutilización de ropa y el 
calzado. Desde luego que es una buena noticia, ya que por fin la ropa y 
el calzado usado (el residuo textil hablando el lenguaje de gestión de 
residuos sólidos urbanos) se situarán al nivel del papel, el vidrio, el 
cartón o los biorresiduos (fracción orgánica).
Los consumidores no estrenamos o usamos raramente nada menos que el 40 % de las ropas que adquirimos.
Haciendo un repaso, cabe decir que el pasado 23 de 
febrero, los representantes permanentes de la UE respaldaron el acuerdo 
provisional sobre las cuatro propuestas legislativas del paquete de 
residuos alcanzado con el Parlamento Europeo el 18 de diciembre de 2017.
 Cuatro días después, el 27 de febrero, la comisión de Medio Ambiente 
del Parlamento Europeo votó a favor de dicho paquete. Éste pretende dar 
lugar a un mayor reciclado de residuos y contribuir a la creación de una
 economía circular; mejorar la gestión de los residuos y fomentar la 
reutilización.
Los Estados miembros acuerdan con todo 
ello, que en 2020 al menos el 50% de los residuos municipales, entre los
 que figura el textil, sean preparados para la reutilización o sean 
destinados a reciclaje. Este porcentaje deberá ser el 55% en 2025, 60% 
en 2030 y del 65% en 2035. El 31 de diciembre de 2025, además, la 
recogida separada de textil será obligatoria.
Actualmente,
 en el Estado español se recicla solo un 29,7% de los residuos 
municipales o urbanos, según Eurostat (Oficina Estadística Europea), 
correspondientes a 2018. Por tanto, muy lejos de poder llegar al 
objetivo de alcanzar el 50 % fijado para 2020. En Euskadi, es algo más, 
cerca de un 40 %. La recogida selectiva de la ropa y el calzado usado 
puede aumentar esos porcentajes.
Aunque parezca un 
sector basado en la belleza, la apariencia e inicialmente inofensivo, la
 de la moda es una industria muy agresiva, la segunda más contaminante 
del mundo después de la petrolera. De ahí que cada vez más marcas y 
empresarios busquen que el ciclo de sus prendas sea más eficiente y 
limpio. Pero ya no es solo una cuestión privada: los países están 
empezando a tomar cartas al respecto, y Francia será uno de los pioneros
 en esta cuestión.
Así, Francia prepara una ley que 
prohibirá la destrucción de prendas que se queden fuera de la venta. La 
iniciativa parte de la Secretaría de Estado del Ministerio de Transición
 Ecológica. La norma nace de una idea de 2018 del primer ministro 
Edouard Philippe, que anunció 50 propuestas para poner en práctica 
iniciativas de economía circular. La propuesta está en su fase final y 
se aprobará a finales de año.
Una interesante 
iniciativa puesta en marcha en Euskadi a otro nivel, es el proyecto 
EKO-KOOPERA, en el que participan la empresa de economía circular 
Eko-Rec; la cooperativa Koopera; la empresa Startecnik, fabricante de 
moquetas para el sector automoción; la consultoría ambiental Prysma; y 
la Sociedad Pública de Gestión Ambiental Ihobe, dependiente del 
Departamento de Medio Ambiente del Gobierno vasco, que ofrece una 
solución innovadora a toneladas de textil sintético que son desechadas 
anualmente en nuestro entorno, transformándolas en moquetas para el 
sector automoción.
Koopera recoge cada año en sus 
contenedores repartidos por diversas comunidades para la recogida 
selectiva, 18.000 toneladas de textil post-consumo. El 4% de ese residuo
 recogido, es decir, más de 700 toneladas anuales, está compuesto por 
prendas de poliéster no reutilizables, que actualmente son dedicadas 
exclusivamente a valorización energética.
Como 
respuesta al reto de reciclaje de este tejido sintético, el proyecto 
Eko-Koopera ha desarrollado un innovador proceso de trituración, 
aglomeración, inyección y punzonado que permite reintroducir este tejido
 en el mercado de consumo.
Las pruebas piloto y 
análisis realizados demuestran que considerando el contenido mínimo de 
material en las fibras y con la adición de fibra fabricada a partir de 
poliéster reciclado, el textil post-consumo triturado obtiene la 
viscosidad adecuada para confeccionar la cara visible y el soporte de 
una moqueta creada 100% a partir de material reciclado. Las moquetas 
producidas han sido clasificadas por el sector automoción como aptas 
para alta gama, habiendo demostrado, entre otras, gran resistencia a la 
luz ultravioleta. En un plazo relativamente corto, se definirá y 
validará el proceso de fabricación que permita convertir el proyecto de 
demostración en una alternativa industrial viable.
*Julen Rekondo es experto en temas ambientales y Premio Nacional de Medio Ambiente


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