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sábado, 24 de junio de 2017

“El buen cura sabe denunciar con nombres y apellidos”: Papa Francisco

El Papa en Santa Marta indica las cualidades del buen sacerdote y recuerda el ’I care’ de don Milani, frente a los “no me importa”. Pero sin “buenismos”.

Ser apasionado. Saber discernir. Tener la capacidad de denunciar el mal “con nombres y apellidos”. Son las tres características del buen cura que el Papa Francisco indica en la Misa de esta mañana, 22 de junio de 2017, en la Casa de Santa Marta. El Pontífice –recoge Radio Vaticana-- retoma también el pensamiento-símbolo de don Milani: como el párroco de Barbiana es necesario cuidar del prójimo pero sin “buenismos ingenuos”.

En la homilía el Obispo de Roma medita sobre la Segunda Carta de San Pablo a los Corintios para reflexionar sobre la figura del sacerdote: “El Buen Pastor da su vida por sus ovejas”.

El Papa reconoce en San Pablo el emblema del “pastor verdadero”, que no abandona sus ovejas como “un mercenario”.

La primera cualidad debe ser la pasión en lo que se hace: un sacerdote está llamado a ser “apasionado”. Apasionado hasta tal punto de “decir a su gente, a su pueblo: ’Yo siento por vosotros una especie de celo divino’”.

La del sacerdote es una pasión que se transforma en locura, “necedad” por su pueblo. Es “ese trato que nosotros llamamos celo apostólico: no se puede ser un verdadero pastor sin este fuego que arde dentro”.

Después el buen pastor debe ser “un hombre que sabe discernir”. Es consciente que en la vida existe la “seducción. El padre de la mentira es un seductor. El pastor, no. El pastor ama. Ama. La serpiente, en cambio, el padre de la mentira, el envidioso es un seductor. Es un seductor que trata de alejar de la fidelidad, porque aquel celo divino de Pablo era para llevar al pueblo a un único esposo, para mantener al pueblo en la fidelidad a su esposo”. De hecho, en “la historia de la salvación, en las Escrituras, tantas veces encontramos el alejamiento de Dios, las infidelidades al Señor, la idolatría, como si fuera una infidelidad matrimonial”.

En resumen, primera necesidad: “ser apasionado, tener celos”; segunda, “saber discernir: discernir donde están los peligros, donde están las gracias… donde está el verdadero camino”. Esto quiere decir que “acompaña a las ovejas siempre: en los momentos bellos y en los momentos feos, también en los momentos de la seducción, con paciencia las lleva al redil”. Después, está el tercer elemento: “La capacidad de denunciar. Un apóstol no puede ser ingenuo” y debe saber “condenar, debe saber decir ‘esto no’, como los padres le dicen al niño cuando comienza a gatear y va hacia una conexión eléctrica a meter los dedos. ‘¡No, esto no, es peligroso!’”. Al Papa le “vienen a la memoria tantas ocasiones en las que mis padres y mis abuelos me advertían que había algún peligro”.

“El Buen Pastor sabe denunciar, con nombres y apellidos”.

En este momento el Pontífice cita su visita a Bozzolo y Barbiana, en los lugares “de aquellos dos buenos pastores italianos”, don Primo Mazzolari y don Lorenzo Milani. Hablando de don Milani, se refiere a su “lema”: “I care. ¿Y esto qué significa? Me han explicado que con esto él quería decir ‘me importa’ pero dicho en otro idioma que no oso decirlo aquí. Y así enseñaba a los jóvenes a seguir adelante. Tómate las cosas en serio, cuida de tu vida, y ’esto no’”.

Los curas deben por tanto saber denunciar lo que “va contra tu vida”. Muchas veces “perdemos esta capacidad de condena y queremos llevar a las ovejas un poco con aquel buenismo que no solo es ingenuo sino que hace mal”; es un “buenismo de los compromisos” para ganar “la admiración o el amor de los fieles dejando hacer”. 

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