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jueves, 6 de octubre de 2016

¿Venera Zeanuri al santo equivocado?



El Museo Diocesano de Arte Sacro analiza si la talla que restauran pertenece realmente a San Valentín o a San Luis de Gonzaga, escribe Asier Andueza en El Correo.


¿Será San Valentín o
San Luis de Gonzaga? Este es el misterio
que tratan de resolver los técnicos
del Museo Diocesano de Arte
Sacro de Bilbao, que analizan una talla
que descansa en la ermita de la
Piedad de Zeanuri. Desde hace 250
años los feligreses de esta localidad
del valle de Arra tia han venerado de
forma incondicional al santo de los
enamorados, aunque las dudas sobre
la auténtica identidad de esta imagen
ha descolocado a más de uno. ¿Se
estarán equivocando de santo?

El párroco del municipio -José María
Kortazar-, sin embargo, lo tiene
claro. Y se decanta por dejar las especulaciones
a «alguno que cree saber
algo», ya que tiene bien claro que para
sus fieles esas personas “Se equivocan”.
Y por eso se muestra práctico:
«Desde siempre, la gente de aquí cree
que es 'San Balendin' y ya está. Por
eso, el domingo más cercano al l4de
febrero, de forma multitudinaria, se
pasea la imagen en procesión». Y así
considera que tiene que continuar la
tradición.

Lo cierto es que el cura reconoce
que hace ya años comenzó a correr
“Un runrún” sobre la posibilidad de
que San Valentín fuese en realidad
San Luis. Así que, cuando se trasladó
la talla el pasado abril al citado museo
para su restauración, todos vieron
una oportunidad única para que, de
una vez por todas, los investigadores
intentasen resolver el misterio.

Y los restauradores han recogido el
testigo. Quieren llegar hasta el final,
aunque al mismo tiempo son conscientes
de las dificultades del encargo
debido al mal estado en el que se
encuentra la figura, que ha perdido
su antiguo esplendor. La razón es
que, al margen de la procesión, pasa
el resto del año en un humilladero.
Día y noche en esa pequeña cavidad
ubicada junto al templo. A la intemperie.
Protegida tan solo por una verja
para que se la pueda venerar sin
entrar a la iglesia.

Kortazar considera que la confusión
sobre la identidad de la estatua
radica en que «a los dos se les suele
representar con una imagen similar:
como sacerdotes y con el pelo parecido>>.
El director del museo, Juan
Manuel González Cembellín, también
confía en que «la gente tenga
razón y sea San Valentín», pero reconoce
que al menos por ahora no
puede asegurarlo «porque la estatua
no lleva ningún atributo que la relacione
con algún santo concreto». Aunque
tampoco ve <<claro» que sea San
Luis Gonzaga porque «algún técnico
ya ha adelantado que no puede ser
por la túnica que lleva». Así que advierte
que el misterio podría quedar
sin resolver incluso después de la restauración.

Una duda que, sin embargo, la mayoría
de los vecinos ni se plantean.
Rosi Ipiña, por ejemplo, no necesita
para nada que los investigadores lleguen
a una conclusión. Ella sabe
«muy bien» a quién representa la figura:
«a San Valentím>. Vive a tan solo
30 metros de la ermita, ha crecido a
su lado y no tiene «ninguna duda».

Quién mejor que los lugareños, defiende,
para saber a qué santo rinden
tributo. Y afianza su tesis devolviendo
el protagonismo a la tradición oral,
esa que pervive generación tras generación.
«Mis padres y antepasados
siempre han venerado a este San Va-
lentín, cada 14 de febrero íbamos a
misa a nuestra ermita, toda la vida,
y sabemos quién es», zanja.
Dionisia Zuluaga, por su parte,
tampoco alberga resquicio de duda
alguno. Cuenta con el aval de la veteranía,
ya que pocos pueden conocer
tanto como ella la historia del
mártir. A sus 93 años, esta zeanuriztarra
subraya que «es San Valentín el
que siempre ha estado en la ermita
de la Piedad». Insiste, además, en que
«es muy querido» y que los devotos
«le piden cosas» a él, no a otro santo.

El párroco, en cualquier caso, se
muestra prudente y remarca la importancia
de que se confirme que es
el santo de los enamorados. Los vecinos
no podrían asumir otra cosa. Y
recuerda que, antaño, le rogaban por
protección incluso “para viajar a Vitoria”.
Así que esperan que las plegarias
durante estos dos siglos y medio
no se hayan confundido de destinatario
y que, cuando la talla vuelva
restaurada, no lleve el nombre de San
Luis de Gonzaga.

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