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sábado, 8 de enero de 2011

Cristianos de Gipuzkoa abogan por un modelo de Iglesia participativa

"Otoitzaldia, benetan ederra izan zen; nahiz eta zuk diozun bezala, "artzain bako ardi lez"... sentitu genuena hau izan zen: hau da guk nahi dugun Eliza, "etxean" sentitu ginen, giro onean. Garbi daukagu ez goazela inoren aurka, baina nahi duguna, oraindaino egindakoa ez itotzea  da,  jarraipena ematea baizik", holan kontatu dausku han egon zan batek.

El domingo se cumple un año de la consagración de José Ignacio Munilla como obispo de Donostia y, a pesar de las llamadas a la unidad de la Iglesia guipuzcoana, cada vez es mayor la brecha entre la comunidad mayoritaria y aquellos volcados en implantar una línea pastoral neoconservadora y española. En un encuentro reciente, varios centenares de creyentes abogaron por mantener una Iglesia participativa.
La web del grupo: humus

José Ignacio Munilla y su equipo se afanan a través de diferentes iniciativas por tratar de encardinar a la diócesis de Donostia en la línea pastoral neoconservadora que lidera el cardenal madrileño Antonio María Rouco Varela. A pesar de la información que transmiten, la realidad de la Iglesia guipuzcoana es bien distinta, como quedó demostrado hace unas semanas -el 18 de diciembre- en un encuentro de oración impulsado por un grupo de cristianos y cristianas que reunió a 400 creyentes en la parroquia del Espíritu Santo, en el barrio donostiarra de Ibaeta.
Estos laicos constatan «con preocupación» la deriva de la diócesis bajo la tutela de Munilla hacia una falta de espacios de comunicación, análisis y reflexión. De ahí sus iniciativas para habilitar, por ejemplo, una plataforma digital, donde se puedan expresar las opiniones de los componentes de las diferentes comunidades cristianas del herrialde. Otro logro ha sido el encuentro de Ibaeta.
En un templo abarrotado, según rememoran algunos de los presentes, en el acto se repasó el significado del Concilio Vaticano II y se proyectó hacia el momento actual de la Iglesia católica. Además, se desgranó la realidad del modelo eclesial desarrollado en Gipuzkoa desde 1980, que se plasma en el documento diocesano de 1999 ``Una Iglesia al servicio del Evangelio''.
Para concluir, hubo una referencia expresa al «deseo y esperanza de paz» que se ha abierto en la sociedad vasca en los últimos tiempos. Así, no faltó entre los textos y testimonios de los participantes la referencia al reconocimiento de las víctimas del conflicto en Euskal Herria y de que se cumplan los derechos de los presos políticos vascos. «Es necesario que los derechos inherentes a las personas sean reconocidos como tales derechos, independientemente de cualquier consideración de oportunidad o de ánimo negociador», manifestaron.
La reflexión fue más allá, partiendo de otras planteadas tiempo atrás por los obispos José María Setien y Juan María Uriarte, al declarar que «la Iglesia no debe vivir al margen de los procesos humanos de desarrollo y de progreso, que van configurando la historia de las personas, de las sociedades, de los pueblos y sus culturas. No puede -remarcaron- ser ajena a las personas que actúan en esos procesos humanos orientados a lograr objetivos de justicia, de libertad y de paz».

Manifiesto

En el encuentro de Ibaeta se hizo público un manifiesto en el que se recogen las líneas que este grupo de cristianos guipuzcoanos pretenden seguir adelante, en sintonía con las directrices pastorales que se materializaron tras el Concilio que concluyó el 8 de diciembre de 1945. «Una Iglesia en sintonía con el Concilio, al servicio del Evangelio y comprometida con la paz del Pueblo Vasco», subrayaron.
Desde la misma introducción, los promotores del documento leído en la parroquía del Espíritu Santo no ocultan su preocupación «por la incidencia que el cambio episcopal puede tener en el desarrollo de la tarea pastoral». Se apuesta por favorecer, trabajar e impulsar «dinamismos de evangelización» para la realidad del herrialde, estableciendo «un diálogo confiado con los hombres y mujeres de hoy, un diálogo complejo y paciente, tomando en consideración las preguntas y los proyectos que surgen desde ellos».
Otros ámbitos de trabajo los sitúan en el trabajo con los excluidos, en el seno de las propias comunidades cristianas y la contribución desde la Iglesia «a la pacificación de nuestro pueblo». Tampoco falta referencia a la normalización del euskara y promover «el respeto y la búsqueda de cauces político-sociales que haga efectiva la voluntad plural de este pueblo», sin olvidar el respeto a las identidades de los inmigrantes.

Agustín GOIKOETXEA  en Gara

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