Isabel Sautua Ayesta era una religiosa Mercedaria oriunda del caserío Olarte goiko de Orozko, que ya no existe. El pasado día 1 falleció debido a varias complicaciones que tenía, sobre todo por un cáncer que se le detectó y que era imposible pararlo. Dos días después celebramos su funeral en el lugar donde vivió en su última etapa, el convento y colegio de las Madres Mercedarias del barrio Rentería en Gernika-Lumo, en la iglesia de san Bartolomé de la calle Mertzede.
Oficiaron cuatro sacerdotes la eucaristía,
comandados por el vicario de la zona de Busturialdea, el mundakarra Jose Mari
Kortazar, Iñaki Jauregi, el bilbaíno Jesús Llarena y Jesús Zalbidea (párroco
jubilado), estando en el templo 61 personas despidiéndole a sor Begoña (este
fue el nombre que adoptó cuando se hizo monja).
Tuve la inmensa suerte de ser su amigo. Era
una señora de pocas palabras, mirada fija y suave, siempre muy disponible,
dedicando toda su vida a las chicas, en varios colegios donde vivió. Su
especialidad era la contabilidad y a sus compañeras, en muchos lugares, les
enseñaba a llevar las cuentas. Digamos que era un tanto tozuda, se exigía a sí
misma hacer bien las cosas y eso le llevaba a un mayor esfuerzo.
Fue maestra y estudió la carrera de piano y
órgano al mismo tiempo que la de docencia. La homilía la abrió y cerró Belén
Olareta, madre superiora del lugar, ensalzando su sencillez y tanto
conocimiento que tenía de la vida y de Dios. “Por ser buena con tanta
generosidad celebramos su vida y resurrección, con gozo. Nos hablaba con sus
obras y con su servicio a los demás” nos dictó Belén.
Sor Begoña tuvo a sus aitas como ejemplo de grandes
devotos religiosos, acogían en su casa a gente que lo necesitaba, me contaba
Isabel, siendo ella muy jovencita, la mandaron a estudiar a Madrid para ser monja.
Fue hace creo 66 años cuando acompañada por un primo, del barrio de Epaltze,
Pedro María Lecanda Sautua, fueron en tren. En aquella época casi sólo hablaba
euskera. Volvió hace cinco años a su Orozko natal habiéndosele olvidado por
completo su idioma materno, cogiendo el testigo del convento y colegio que
tenemos en el barrio de Ibarra de la comunidad Mercedaria, encargándose de
alegrar la vida de las 65 chicas que en él habitan.
Aquí, en Orozko, dentro del convento, se cayó
y se rompió la cadera, tenía 77 años y la llevaron a Gernika-Lumo con sus
compañeras y en compañía de la única monja que nos queda en el pueblo, Mercedes
Garate Adaro. Entonces fue cuando se descubrió que padecía cáncer. Curiosamente
eran vecinas ambas madres, Mercedes nació en Altamira, distante a menos de un
kilómetro de Olarte.
En 2020 llamé a la puerta del convento de Ibarra para conocerla. Andaba
buscando datos de la mujer vizcaína, bajo mi punto de vista, más importante del
siglo XVII, que no es otra que LA VENERABLE SOROR MAGDALENA DE CRISTO
ANGELUA Y UGALDEA. Esta monja benefactora era de Zaloa, distante a otro 1
km de Ibarra, como sor Begoña. Tuvo la amabilidad de enseñarme el dormitorio de
ambas. Las dependencias monacales están igual que hace cinco siglos, el suelo
de tablazón de castaño de los bosques de Orozko, muebles, el piano, los
cuadros…
Como decía uno de los informes que recibió el Vaticano solicitando
información al de dos años de la muerte de la soror acerca de su vida, “exhalaba
un olor especial que denunciaba sensorialmente tan delicada virtud, sus
penitencias…”. Me pareció oler algo parecido en aquel cuarto.
Tanto me embaucó que le dije que quería ayudarle con las chicas que vivían
con ella y así empecé una colaboración de 12 domingos que, en compañía de mi
hija Udiarraga (entonces tenía 12 añitos), en la iglesia del convento, hicimos
de todo. Bailamos, les di sesiones de diapositivas, contamos chistes, reímos
muchísimo, lloramos de felicidad, llevábamos 65 paquetes de chucherías,
merendábamos con ellas, una lección de vida para mi hija y para mí difícil de
explicar. Sor Begoña no sabía como agradecernos esa dedicación y yo tampoco la
suya con las chicas.
Sor Begoña era buena persona, su mirada irradiaba paz. Su verbo suave,
silencioso, su dulzura al contestarte, hacían te embaucara como si fuera un
hada madrina. Destaco para terminar su trabajo con los presos en Madrid en
concordancia con la misión mercedaria.
Descanse en la paz del Señor. Agradecido a la
vida por haberla conocido y haberme enseñado algo de lo mucho que sabía, siempre
en silencio.
Iñaki García Uribe
Mientras nosotros estamos preparando la cuaresma, Begoña se nos ha
adelantado a celebrar la pascua definitiva.
Garizuma bidea da, gure bizitzaren ispilua. Aurtengo garizuma etzi hasiko
dogu ospatzen, hautsekaz. Pazkoan amaitzen da bide hori. Ba aurretik joan jaku
Begoña. Gure esperantza dan betiko bizitza gozatzera Jainkoaren altzoan.
Peregrinos en la esperanza. Un camino jubilar que nos habla que no somos
trotamundos o turistas en el desierto de
este mundo.
Amaitu dau gure arteko bere bidea Begoñak. Orozkon jaioa. Mertzediarrak
izan zarie bere familia, alkartea eta bizitza. Madrilen, Orozkon, azken hiru
urtean gure artean. Trebea zenbakiekaz. Kongregazioaren kontuak ere eroan zituan,
parrokikoak be bai azken urtean. Argi eta zehatz. Pozik gure mezakaz, bere
gaztaroko meza alaiak ekartzen eutsoezan gogora. Orain ezagutuko dau benetako
poza, Jainko Onaren laguntasunean.
Nuestras obras hablan de los que es nuestro corazón, así nos dice el
evangelio. Así hablaba Begoña, más de números y cifras que de palabras.
Bere bihotz osoa gogoan izango dozue eta eskertu. Arbola onak fruitu onak
emoten ditu. Arbola txarrak ezin emon fruitu onik. Ebanjelioan sarritan
gertatzen dan lez, aholku hau ez da hil eta gerorako Gaur egun gure artean
bizikidetza hobea eta zoriontsuagoa eroateko baino. Ez da beti erreza. Erronka
eta oparia baino. Bete behar dogun erronkea, Juanaren errukiaren oparia.
En esta celebración nos corresponde dar gracias a ella, por sus años de
vida mercedaria y creyente, y a Dios por ella, su fe y su entrega.
Ba Jesusen Jainko lagun, etxeko, aita eta ama horren altzoan ixten dozue
zuen aizta. Eta Jainko Aita-Ama horren bakeak, zuok ere, astiro astiro,
laztandu, besarkatu, zaindu zagiezala.
Ikusi arte Begoña, eskerrik asko!
Homilia el día de su misa funeral
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