Abenduko izarrak

sábado, 22 de enero de 2022

Cómo ayudar a nuestros hijos a cultivar su jardín interior


Acompañar a los niños en la construcción de su ser interior supone hacer que vivan mejor con los demás.
 
Es una revolución suave puesta en marcha desde hace decenas años en una serie de escuelas. El equipo docente se moviliza para dar a los niños no sólo el conocimiento de la historia o las matemáticas, sino también la clave para aprender a ser uno mismo y se conozcan. Tener "cabezas bien estructuradas" en lugar de "cabezas bien llenas".

Conocer, comprender el funcionamiento del propio cuerpo, de sus emociones, de su espíritu, entender las claves de relación con el otro y reflexionar sobre los problemas de convivencia, desarrollar el pensamiento crítico, formar su juicio... son los múltiples ejes de aprendizaje de un "saber estar", que pasa por una necesaria "educación de la interioridad", así denominado mayormente en la educación libre, cuando las escuelas públicas hablan de "educación de la atención".


Repercusiones positivas sobre los aprendizajes y la vida de grupo

Cualquiera que sea su nombre, se trata de despertar la conciencia del niño, de hacerle dar un paso atrás, para ayudarle a construir su ser interior, a estar atento de sí mismo y de los demás. En varios colegios de jesuitas, la pedagogía inspirada en la espiritualidad de Ignacio de Loyola ofrece a los estudiantes momentos de "contemplación" y de "relectura". Estas dos grandes herramientas de la interioridad, consisten, según la tradición jesuita en vivir una experiencia después de interrogarse: "¿Qué he hecho?" (la consciencia); "¿Cómo me ha afectado? "(el sentido); precisa Bernard Paulet, formador en el Centro de Ciencias de la Educación (CEP) ignaciana. "Esta pregunta permite avanzar en el camino del conocimiento de sí mismo, del otro, de Dios."

En la primaria, los maestros experimentan en la entrada en clase, entre dos actividades o después del recreo, con diferentes técnicas tales como el tiempo de silencio, el diálogo contemplativo, la meditación, el yoga, la respiración... "se toma un tiempo para preguntarse, al menos una vez durante el día, para volver sobre sí mismo, para compartir la experiencia de avanzar juntos", dice Danièle Granry, director del colegio jesuita Caousou en Toulouse. Este pionero de la educación de la interioridad se felicita de los efectos positivos en el aprendizaje, en la vida de grupo y en la gestión de conflictos.


La familia cada vez más expuesta a la externalidad ambiental

De esta manera, a partir de un texto leído en voz alta o la observación de una imagen, cada cual está invitado a tomar la palabra para expresar lo que siente. Tras un momento de silencio, uno relee el texto o contempla la imagen de nuevo, enriquecida por impresiones de los otros. "La experiencia de diálogo contemplativo, tanto personal como colectiva, permite al niño desarrollar su pensamiento. Aprende a expresar y confrontar su opinión con la de los demás", dice Danièle Granry.

En la escuela de Caousou, los padres están asociados a esta enseñanza. Con esta intención se organizan "los fines de semana de interioridad" para ellos. Ellos experimentan consigo mismos diferentes métodos. Para algunos participantes, esta iniciación es un descubrimiento y la experiencia se prolonga en casa, para el deleite de sus hijos.

Si bien es, en principio, el primer despertar a la interioridad, la familia está cada vez más expuesta a la externalidad ambiental. Y los adultos no siempre son conscientes de ello. "Con la aceleración del tiempo, los ritmos de vida se vuelven intensos. Los requeriminetos permanentes inducidos por las nuevas tecnologías son las fuerzas centrífugas que nos lanzan fuera de nosotros mismos", señala Dominique Joulain, formador en el Ifeap (instituto de formación docente de la enseñanza agrícola privada), recordando que también el papel de los padres y abuelos es "resistir la seducción de las pantallas, el atractivo de la cantidad sobre la calidad."


Desconectar, tomar tiempo para uno mismo

Para promover el despertar de la interioridad en casa, es preciso saber desconectarse, detenerse, tener tiempo para uno mismo. Para Jean-François Rousseau, autor y especialista en el acompañamiento de emociones, es esencial que los padres se vuelven a conectar con su propio espacio interior y estén atentos a lo que sucede en su ropio interior. "Lo más frecuente es que, atraída nuestra atención por el exterior, reaccionamos a impulsos antes incluso de reconocer el motor que impulsa nuestras acciones, nuestras palabras. Vivimos ausentes o cortados por las emociones, como si no hiciera falta mostrarlas", se lamenta.

Tomar hábito de cuestionar lo que experimentamos, ser capaces de formularlo ("siento alegría, miedo, ira...") es para los padres una forma de restaurar su diálogo interno. Al compartir sus sentimientos con su hijo, familiariza a éste con sus emociones. El padre entonces le puede enseñar a acoger y reconocer una emoción, a asumir su responsabilidad y dejarle que siga su camino dentro de sí mismo, como si se tratara de una onda. "Al hacer que el niño se familiarice con sus emociones, que son movimientos naturales, se le inicia a la vida interior", dice Jean-François Rousseau.

Según Jacques de Coulon (1)[1] profesor de filosofía y autor de numerosos libros sobre educación, debemos enseñar al hijo a ser capaz de "subirse a la cima de su montaña interior" para expandir su conciencia, distanciarse de la inmediatez, del consumo y ampliar su horizonte. En su último libro, Imagínate en la caverna de Platón... el autor ofrece a los adolescentes algunas meditaciones guiadas como ejercicio "para la escuela secundaria y para el hogar." Y ¿por qué no, para hacerlas con la familia en el sofá? Cerrar los ojos, tomar conciencia del propio cuerpo, observar la respiración, desarrollar los sentidos internos por la imaginación, regresar a la fuente.... Tanto los adolescentes como sus padres aprecian estos minutos de calma, de concentración, de relajación. ¿Cultivar la interioridad en familia? Sí, siempre que sea un placer, no un deber.

France Lebreton

Fuente: La Croix

[1] Leer también "Encuentro" con Jacques de Coulon, que se publicará el 11 y 12 de febrero.

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