Jesús Martínez Gordo
el pasado 29 de enero, con motivo del 75 aniversario de la fundación de este colectivo cristiano que, en Bizkaia, se celebró en la bilbaína parroquia de Ntra. Sra. del Rosario (Rekalde). Concretamente, prosiguió el sindicalista y político abertzale, “me impactó que esta persona, con un excelente futuro por delante, se implicara en la huelga hasta acabar perdiendo, por ello, su trabajo”. Reconozco que “fue un hombre clave en un momento importante de mi vida ya que me ayudó a proyectar mi compromiso militante tanto en el mundo obrero, como en lo social y en lo político. Era el modelo de un modo de ser cristiano que, luego me he encontrado en otros ámbitos de la existencia”.
El político
del PSOE, Ramón Jáuregui, expresamente venido de Madrid para este encuentro,
señaló que no desconocía este barrio y parroquia. “Estuve aquí, en Rekalde, como
Consejero de Trabajo, siguiendo un principio, que siempre he defendido: la
solidaridad no es exclusiva del Estado, sino que necesitamos los tentáculos de la
sociedad civil”. “Recuerdo, en concreto, haber visitado unas cuantas organizaciones,
una de ellas, dedicada a la inserción laboral de jóvenes con fracaso escolar;
otra, a mujeres que habían creado una cooperativa para su inserción también laboral
y dos centros, uno, de día y, el otro, de ayuda para superar la
drogodependencia. Pude constatar que todo este mundo era de raíz cristiana. Lo cuento
siempre porque creo que es uno de los datos más hermosos que evidencian que el
compromiso de la fe puede llevar a una simbiosis con la política social, algo
que me parece imprescindible. Esta es mi experiencia”. A la que añadió que, el año
1962, con catorce años, se puso a trabajar como aprendiz en una fábrica, hasta
1974. “Respaldo -como ha dicho Rafa- que allí tuve la suerte de conocer a los
militantes de HOAC. Mi primer contacto con el mundo sindical fue a través de ellos,
de personas que comprometían su vida por un mundo un poco más justo y que lo
hacían enraizados en la fe cristiana”. Y, finalizó indicando que se había vuelto
a encontrar con ellos en el PSOE y en otros ámbitos, tanto políticos y
sindicales de diferente signo, como sociales.
La
intervención del lehendakari, Juan José Ibarretxe, fue online, al estar
atendiendo a su madre, enferma. En sus palabras reconoció que en el origen de su
vocación política se encontraba la relación cercana con muchos líderes
cristianos, comprometidos en diferentes movimientos de base tanto en la defensa
del euskera como de la clase obrera, así como con los sacerdotes de Llodio,
Amurrio y Orduña. “Yo soy un cristiano peculiar -dijo seguidamente- ya que vivo
con un cierto agnosticismo”. Pero, prosiguió, tengo que decir que “me veo muy
cercano al Papa Francisco cuando denuncia que las desigualdades económicas son
violaciones de los derechos humanos”. “Entiendo que eso, dicho por el
responsable de la religión, que cuenta con más seguidores y seguidoras en el
mundo, tiene mucha importancia”. Sin embargo, constato, me duele reconocerlo, que
“hoy no veo por ninguna parte” a la Iglesia que defendió estos y otros valores en
un pasado muy reciente. Y concluyó indicando que eran muchos -tanto creyentes practicantes
como menos practicantes, e, incluso, no-creyentes- los que entendían que la voz
de la Iglesia vasca era necesaria y, por ello, importante.
En un
momento posterior, las intervenciones giraron en torno a los modelos de
presencia de los cristianos en la vida pública: por un lado, el de quienes,
mirando al pasado con nostalgia, tienen tentaciones de ocupar espacios que no
les corresponden, así como privilegios y tratos de favor. Y, por otro, el de
quienes -como el de la HOAC, y más grupos eclesiales- siguen estando presentes en
la vida política, sindical y en los diferentes movimientos sociales siendo “más
sal que salero”. La enunciación de este asunto cedió el paso a los dos modelos
de laicidad: por un lado, el laicismo, excluyente y fundamentalista, que busca
encerrar lo cristiano en la sacristía, negando la dimensión pública de la fe;
y, por otro, la laicidad, tipificada como genuina, que, tolerante, respeta la
pluralidad y propicia la colaboración.
Finalmente,
mons. Juan Mª Uriarte, obispo emérito de S. Sebastián, cerró el encuentro con
estas palabras: “Sois un órgano del organismo complejo de esta comunidad
diocesana de Vizcaya”. Y lo sois “por vuestra
existencia comprometida con los descartados y por vuestra pasión en favor de un
mundo más fraterno y solidario”. “La diócesis de Bizkaia os necesita para
responder mejor a su entera misión”.
Lo
dicho: por mucho que pueda sorprender a algunos, estos, también son “la
Iglesia”.
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