Presentación del libro "La irrupción de los movimientos populares. Rerum
Novarum de nuestro tiempo" - Pontificia Commisión para América Latina -
LEV Libreria Editrice Vaticana. Presentación del Papa Francisco.
- Los pobres no son solamente los destinatarios preferidos de la acción
de la Iglesia, los privilegiados de su misión, sino que también son
sujetos activos, leemos en Il Sismografo.
- Ellos anhelan la felicidad del "vivir bien" y no ideal egoísta de la "buona vida"
- La "globalización de la indiferencia" ha generado un "nuevo idolo": el del miedo y la seguridad. Es la "edad de la rabia"
- Los Movimientos Populares:
* pueden representar una fuente de energía moral, para revitalizar nuestras democracias
* pueden ser una reserva de "pasión civil", de "interés gratuito por el otro", capaz de
* pueden regenerar un renovado sentido de participación, en la
construcción de nuevos agregados sociales que afronten la solicitud
* en cuanto "fuerza del nosotros" son la respuesta a la "cultura del yo"
- El antídoto al populismo y a la política-espectáculo está en el protagonismo de los ciudadanos organizados
- En este estado de parálisis y desorientación la participación política
de los Movimientos Popilares puede vencer a la política de los falsos
profetas, que explotan el miedo y la desesperación y que predican un
bienestar egoísta y una seguridad ilusoria.
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Presentación del libro "La irrupción de los movimientos populares. Rerum
Novarum de nuestro tiempo" - Pontificia Commisión para América Latina -
LEV Libreria Editrice Vaticana
(LB-RC) Está en venta ya en la red un interesante e importante
libro sobre el magisterio de Papa Francisco, publicado per Libreria
Editora del Vaticano, que ha sido organizado y elaborado por la CAL,
Pontifica Comisión para América Latina guiada hasta hace algunos meses
por el académico dell'Uruguay prof. Guzmán Carriquirry.
Dos son lo principales elementos relevantes del volumen: il tema de los
diversos artículos, es decir los Movimientos Populares en diversos
continentes y países y la Presentación del libro escrita y firmada por
el Santo Padre Francisco.
Para este volumen han dado una especial y valiosa contribución diversas
personas - estudiosos, expertos, periodistas, eclesiásticos -
coordinados por G. Carriquirry. Los textos son de Gianni La Bella, padre
Michael Czerny, cardenal Peter Turkson, el sociólogo italiano Thomas
Leoncini y el mexicano Rodrigo Gerra.
Otros artículos han sido firmados por Juan Grabois, fundador del
Encuentro Mundial de Movimientos Populares, el obispo auxiliar de Buenos
Aires, mons. Gustavo Carrara; la Responsable de la edición semanal en
español de L'Osservatore Romano Silvina Pérez y los argentinos Hernán
Reyes Alcaide y Alberto Molina.
Presentación del Papa Francisco
Estoy particularmente gozoso de dar la salida a este volumen, fruto de la reflexión a más voces, de un grupo de estudiosos de distintas extracciones y competencias, que han hecho una relectura de la experiencia de los llamados "Movimientos Populares", reconstruyendo la génesis, los eventos, el desarrollo y el significado que este ciclo de encuentros ha tenido. Un evento de verdad inédito en la historia reciente de la Iglesia, sobre el cual es útil volver.
Este archipiélago de grupos, asociaciones, movimientos, trabajadores
precarios, familias sin techo, campesinos sin tierra, ambulantes,
limpia-vidrios de los semáforos, artesanos de la calle, representantes
de un mundo de pobres, de excluidos, de los no considerados, de
irrelevantes, que tienen olor "a barrio, a pueblo, a lucha" representan,
en el panorama de nuestro mundo contemporáneo, una semilla, un renuevo
que como el grano de mostaza dará mucho fruto: la palanca de una gran
transformación social. El futuro de la humanidad "no está únicamente en
manos de los grandes dirigentes, las grandes potencias y las élites. Está fundamentalmente en manos de los pueblos,
en su capacidad de organizarse y también en sus manos que riegan con
humildad y convicción este proceso de cambio" [1]. Este pueblo de pequeños
que he definido como "poetas sociales", hombres de la periferia, de una
vez al centro, como es bien narrado en el volumen, con su propio bagaje
de luchas desiguales y de sueños de resistencia, han venido a poner en
la presencia de Dios, de la Iglesia y de los pueblos, una realidad
muchas veces ignorada, que gracias al protagonismo y la tenacidad de su
testimonio, ha salido a la luz. Pobres que no se han resignado a sufrir
en la propria carne de su vida la injusticia y el despojo sino que han
escogido, como Jesús, dócil y humilde de corazón, de rebelarse
pacíficamente "a manos desnudas" contra ello. Los pobres no son
solamente los destinatarios preferidos de la acción de la Iglesia, los
privilegiados de su misión, sino que también son sujetos activos. Por
eso tenía la intención de expresar, a nombre de la Iglesia, a esta
galaxia de hombres y asociaciones, que anhela la felicidad del "vivir
bien" y no de aquel ideal egoísta de la "buona vida", mi genuina
solidaridad. Decidiendo acompañarlos en su caminar autónomo. Esta red de
movimientos transnacionales, transculturales y de diversas culturas
religiosas representa una expresión histórica tangible, en el modelo
poliédrico [2] donde a la base se encuentra un diverso paradigma social,
el de la cultura del encuentro. Una cultura que tiene que ver con el
otro, el diverso a sí. De la lectura de este volumen, que espero que
ayude a tantos a comprender en profundidad, a dar mayor luz y
significado al valor de estas experiencias, quiero brevemente subrayar
algunos aspectos que me parecen importantes, en la esperanza que las
palabras que les he dirigido a ellos hayan contribuido a solicitar en
las conciencias de quienes rigen los destinos de este mundo, un renovado
sentido de humanidad y de justicia, a mitigar las condiciones hostiles
en las que los pobres viven en el mundo.
Los Movimientos Populares, y esto es lo primero que quiero subrayar, en
mi opinión representan una gran alternativa social, un grito profundo,
un signo de contradicción, una esperanza de que "todo puede cambiar". En
su deseo de no uniformarse en ese sentido único centrado sobre la
tiranía del dinero, mostrando con su vida, con su trabajo, con su
testimonio, con su sufrimiento que es posible resistir, actuando con
coraje buenas decisiones y a contracorriente. Me gusta imaginar este
archipiélago de "descartados" del sistema, que está comprometiendo al
planeta entero, como "centinelas" que — aún en lo obscuro de la noche —
escrutan con esperanza un futuro mejor.
El momento que estamos viviendo está caracterizado por un escenario
inédito en la historia de la humanidad, que he tratado de describir a
través de una expresión sintética: "más que como una época de cambios,
como un cambio de época", que es necesario comprender. Una de la
manifestaciones más evidentes de esta mutación es la crisis
transnacional de la democracia liberal, fruto de la transformación
humana y antropológica, producto de la "globalización de la
indiferencia", a la que he aludido tantas veces, ha generado un "nuevo
idolo": el del miedo y la seguridad, de donde hoy uno de los signos más
tangibles es la familiaridad que tantos tienen con las armas y la
cultura del desprecio, característica de nuestra época, que un notorio
histórico de nuestro tiempo ha definido como: "la edad de la rabia". El
miedo es hoy el medio de manipulación de las civilizaciones, el agente
creador de xenofobias y de racismo. Un terror sembrado en las periferias
del mundo, con saqueos, opresiones e injusticias, que explota como
hemos visto en nuestro pasado reciente también en los centros del mundo
Occidental.
Los Movimientos Populares pueden representar una fuente de energía
moral, para revitalizar nuestras democracias, cada vez más claudicantes,
amenazadas y puestas en mesa de discusión en innumerables factores. Una
reserva de "pasión civil", de "interés gratuito por el otro", capaz de
regenerar un renovado sentido de participación, en la construcción de
nuevos agregados sociales que afronten la solicitud, mostrando una
conciencia más positiva del otro. El antídoto al populismo y a la
política-espectáculo está en el protagonismo de los ciudadanos
organizados, en particular de aquellos que crean - como lo es en el caso
de tantas experiencias presentes en los Movimientos - en su
cotidianeidad, fragmentos de otros mundos posibles que luchan por
sobrevivir a la oscuridad de la esclusión, de donde "crecerán árboles
grandes, surgirán bosques tupidos de esperanza para oxigenar este
mundo". [3] Los Movimientos Populares expresan cómo la "fuerza del
nosotros" sea la respuesta a la "cultura del yo" que mira únicamente a
la satisfacción de los propios intereses, cultivando - a pesar de su
propia precariedad - el sueño de un mundo distinto y más humano.
El crecimiento de las desigualdades, ahora globalizadas y transversales -
y no solamente, económicas, sino sociales, cognitivas, relacionales e
intergeneracionales -, es reconocido unánimemente como uno de los más
graves desafíos con los cuales la humanidad tendrá que medirse en las
próximas décadas. Fruto de una economía cada vez más separada de la
ética, que privilegia el lucro y estimula la competencia, provocando una
concentración de poder y de riqueza, que excluye y que pone a la puerta
como "al pobre Lázaro" a miles de millones de hombres y mujeres. El
"presente" para millones de personas es hoy una condena, una prisión,
marcada por la pobreza, por el despojo, por la falta de trabajo, pero
sobre todo por la ausencia de futuro. Un infierno al debemos ponerle
fin. En este sentido, los Movimientos Populares, - con su "resiliencia" -
representan una resistencia activa y popular a este sistema
indolátrico, que excluye y que degrada, y con su experiencia cuentan
cómo la rivalidad, la envidia y la opresión no son necesariamente
agentes de crecimiento, mostrando - por el contrario - que también la
concordia, la gratuidad y la igualdad pueden hacer crecer el producto
interno bruto. El derecho a las "tres T": tierra, techo, trabajo,
derechos inalienables y fundamentales, representan los prerequisitos
indispensables de una democracia no solo formal, sino real, en la cual
todos los hombres, independientemente de su ingreso o de su posición en
la escala social, son protagonistas activos y responsables, actores del
propio destino. Sin participación, como algunos ensayistas contenidos en
este libro han argumentado bien, la democracia se atrofia, llega a ser
una formalidad porque deja fuera al pueblo de la construcción de su
propio destino.
Quiero empeñar una palabra sobre la tercera de estas t, que según
la Doctrina social de la Iglesia es un derecho sagrado. En los últimos
años el mundo del trabajo ha cambiado vertiginosamente. Las recaídas
antropológicas de estas transformaciones son profundas y radicales, y
sus efectos no son del todo claros. Estoy convencido desde hace tiempo
que en el mundo postindustrial no hay futuro para una sociedad en la que
solamente existe el "dar para tener" o el "dar por deber". Se trata "de
crear una nueva via de salida a la sofocante alternativa entre las
tesis neoliberales y las neoestatales. Los Movimientos Populares son, en
este sentido, un testimonio concreto, tangible, que muestra que es
posible contrastar la cultura del descarte, que considera a los hombres,
mujeres, infantes y ancianos como excedencias inútiles — y muchas veces
dañinas — del proceso productivo, a través de generar nuevas formas de
trabajo, centradas en la solidaridad y la dimensión comunitaria, en una
economía artesanal y popular. Por todo esto he decidido unir mi voz y de
sostener la causa de tantos que realizan los oficios más humildes — las
más de las veces, privados del derecho de remuneración digna de la
seguridad social y de una cobertura de pensiones —. En este estado de
parálisis y desorientación la participación política de los Movimientos
Populares puede vencer a la políitica de los falsos profetas, que
explotan el miedo y la desesperación y que predican un bienestar egoísta
y una seguridad ilusoria. Todo cuanto les he dicho a ellos, como bien
demuestra este volumen, está en plena sintonía con la Doctrina social de
la Iglesia y con el Magisterio de mis predecesores. Espero, en este
sentido, que la publicación de este libro sea un modo para continuar —
aunque sea a la distancia — a reforzar estas experiencias, que anticipan
con sus sueños y con sus luchas, la urgencia de un nuevo humanismo, que
ponga fin al analfabetismo de compasión y al progresivo eclipse de la
cultura y de la noción de bien común.
Francisco.
____________________________
[1] Encuentro con los Movimientos Populares, Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia, 9 de julio de 2015.
[2] Evangelii Gaudium.
[3] Encuentro con los Movimientos Populares, Santa Cruz de la Sierra, en Bolivia, 9 de Julio de 2015.
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