Javier Oñate fue ratificado como director del IDTP pese a sus
diferencias con el obispo. Al responsable del Instituto de Teología de
Bilbao le preocupa que la Iglesia quiera dar marcha atrás y no avance,
pero afirma que este año las conferencias de su instituto no molestarán
al obispo Iceta, escribe Concha Lago en DEIA.
Se ha dicho que el organismo que usted preside está en el punto de mira del Obispado.
El instituto de Teología, por la función que desarrolla en la
diócesis, la de encargarse de la divulgación teológica, siempre ha sido
un pepito grillo. Nosotros queremos abrir caminos, proponer
nuevas iniciativas... ¿Cuándo pueden existir problemas? Cuando el
diálogo se cortocircuita.
¿Pretende el obispo Mario Iceta ejercer el control del instituto?
El instituto no está al dictado del obispo, tiene su margen de
maniobra y no somos un organismo que sea la correa de transmisión de
Iceta. Aunque evidentemente el obispo es la autoridad máxima en la
diócesis y nosotros somos un instituto diocesano. A mí no me parece
anormal que surjan fricciones en ocasiones. Lo que sería problemático es
que eso fuera el pan nuestro de cada día.
Usted mismo es un "pepito grillo", pertenece al Foro de Curas de Bizkaia, un colectivo muy crítico.
Es que me preocupa mucho la marcha atrás que está adoptando la
Iglesia. Entiendo la ansiedad, la perplejidad, nadie tiene la receta
para saber cómo orientar la Iglesia. De hecho, el Foro de Curas nació
por la indignación de un nombramiento, el del obispo Iceta, que no había
contado con los foros de la diócesis, pero también para empujar la
apertura, para abrirnos a nuevas perspectivas y no dejarnos llevar por
los cantos de sirena de volver a lo seguro.
A usted se le "invitó" a que recondujera el instituto a una posición más centrada ¿no?
A cualquier obispo le gustaría intervenir directamente en su
instituto de Teología. Pero estamos obligados a llegar a un
entendimiento. Lo que es cierto es que cada uno tenemos nuestras
simpatías teológicas y no podemos pedir que todos estén conformes.
Además nadie puede decir que hayamos traído a nuestras conferencias a
personas incompetentes.
Este año no van a tener a ningún ponente espinoso ni conflictivo.
Este año no. ¡Ojo! De posiciones avanzadas, sí. Por ejemplo
destaca la presencia del quebequés Guilles Routhier, que es un experto
en el concilio, y del italiano Massimo Faggioli; los dos, autoridades
internacionales de la mayor solvencia.
Esta vez no se prevén vetos como cuando el obispo Iceta intentó acotar la presencia de Torres Queiruga.
No, no. Lo que ocurre es que la jerarquía eclesiástica es muy
miedosa. Sospecha incluso de personas cuyas propuestas teológicas son
sensatas. La jerarquía se pone casi siempre a la defensiva. Y no debería
ser así. Primero porque son propuestas, segundo, porque se necesita ver
también qué recepción tienen las cosas porque igual no tienen pegada en
el cuerpo eclesial. Sin embargo, los obispos se pasan de cautelosos.
¿Se preocupan excesivamente?
Sí, porque no puede ocurrir que haya tantos autores
sospechosos. Además tiene que existir un debate teológico, sin que desde
el primer momento entre la autoridad de los obispos a decir esto sí o
esto no. Yo creo que por eso a veces esas intervenciones a la defensiva
cierran caminos de manera precipitada, sin el suficiente debate. Y
tampoco hay que matar moscas a cañonazos.
¿Qué les ocurre?
Yo creo que la reacción es demasiado cauta, a la defensiva.
Nosotros cuando pensamos en los conferenciantes pensamos que tengan el
mayor nivel, que comuniquen bien y que sean peritos en lo que hablan.
Hay teólogos que son cuestionados por la jerarquía pero que todo el
mundo cita, eso algo querrá decir. Nosotros nunca hemos traído a nadie
solo por organizar lío.
¿El conflicto más serio se produjo a raíz del veto a Torres Queiruga?
Desde que yo estoy de director sí. Pero era la persona más
indicada para la ponencia y tiene una propuesta teológica original sobre
Dios y el problema de la injusticia y el mal en el mundo. Al obispo no
le parecía oportuno que esa fuera una charla abierta, pero al final
llegamos a un acuerdo. Es cierto que Torres Queiruga tuvo después un
aviso de la Conferencia Episcopal.
¿Le gustaría poder traer a Pagola?
Muchísimo. De hecho, aquí hemos trabajado su libro en grupos.
¿Pasaría esa charla el filtro?
Yo creo que sí. Otra cosa es ¿les parecerá oportuno? Porque el
elemento de oportunidad es un criterio poco consistente y a veces tiene
que ver poco con la teología y la misión de la Iglesia. Y tiene que ver
más con política eclesiástica, es decir, si se va a entender así o asao.
¿Qué papel tiene la Conferencia Episcopal española en todo este asunto?
Es que esto se entiende mejor en un contexto eclesial de
restauración y en las dificultades que tiene la Iglesia en Europa. Ante
el no saber qué hacer, aplican echar el freno y marcha atrás. Eso me
parece un error fatal. Los problemas que tenemos hoy para la fe y para
la Iglesia no se arreglan con soluciones de hace 30 o 60 años porque
así, al final, la Iglesia se convertirá en un parque temático.
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