El día 2 de noviembre le llamó por teéfono, para felicitarle por su cumpleaños, su hermana Eladia. “Luzaroan egon ginan berbetan. Beti hantxe lurperatzea gura izan dau” dinosku Eladio. De los 10 hermanos que fueron, hoy en día viven cuatro: dos varones, una religiosa franciscana en Belorado y Eladia, que sigue en el caserio en Zeanuri, en Zabalea, Cofradía de Otzerinmendi, allí donde nació Justo. La noche del 9 de noviembre, a las 22 horas, fallecía fray Justo Artaraz, de 88 años de edad.
Hablaron largo rato por teléfono, nos cuenta su hermana Eladia. Hacía unos cuatro años le había atacado una pulmonía y residía en la enfermería de los franciscanos, en Jerusalén, la ciudad ters veces santa (por cristianos, judíos y árabes) dónde ha querido él ser enterrado.
A pesar de los problemas que tuvo en Siria, donde trabajó durante dos años, le confesó al sacerdote de Zeanuri Ander Manterola, en su última visita a Jerusaén “gehien maite izan dodaz Sirian egondako urte biak, hareek kristauak!”.
Charlaron hace un año durante más de una hora. Justo había sido bautizado en la Parroquia de Andra Mari de Zeanuri, y preguntaba con interés por su gente, sus cosas, por la parroquia.
Estaba emocionado con la precesión que se realizó con la cruz de Santa Lutzi hasta la parroquia, probablemente la cruz más antigua de Bizkaia encontrada en dicha ermita. También recordaba con cariño a Juantxo Ocerinjauregui que le ayudaba trasladándole en su coche durante sus últimas visitas a Zeanuri.
La familia y la parroquia de Zeanuri le recordará este domingo, 23 de noviembre, en al misa mayor de 11:30
Aita Justo Artaraz, otoitz gure alde!
La noche del 9 de noviembre, a las 22 horas, fray Justo Artaraz, de 88 años de edad, 63 de los cuales transcurridos en servicio a la Custodia de Tierra Santa, recibía la visita de la hermana Muerte y entregaba su alma al Padre. Ayer se celebró el funeral; el padre Artemio Vítores presentó una hermosa semblanza de su vida en la homilía que pronunció.
Quienes le conocieron no dudan en calificarle de «hombre santo», un «pedazo de pan», como un padre, siempre al servicio de los demás.
A pesar del dolor y la ruptura que supone la muerte, el cristiano no deja lugar en su corazón a la desesperanza pues sabe que quien muere en el Señor, vive eternamente con Él. Fray Justo Artaraz nos ha enseñado el camino.
Fragmentos de la homilía en su funeral en Jerusalén:
Nos hemos
reunido para rezar por nuestro hermano difunto, fray Justo Artaraz, que nos
ha dejado
improvisadamente la noche del 9 de noviembre, a las 22.00 horas.
Su corazón
no resistió más tras sus 88 años de vida intensa. Me gusta imaginar la vida y
la muerte de nuestro hermano como una manifestación del amor de Cristo al Padre
y del amor de Cristo a los hermanos.
La vida de
fray Justo: una entrega total al Padre, como Cristo.
Fray Justo
nació el 2 de noviembre de 1926 en Ceánuri, Vizcaya, en la zona de los vascos,
de Pedro y
María Pilar.
Pertenecía
a una familia de sacerdotes, o mejor,franciscana,
pues los miembros de la provincia de Granada conocíamos a muchos frailes que
tenían, como él, el apellido Ocerinjáuregui.
Como tantos
otros de nuestros hermanos, entró muy joven en el Seminario Menor de la
provincia
de Granada, en el sur de España. Fue para él un momento especial, pero también
difícil, pues
al principio apenas entendía el español. Sin embargo, cuando volvió
a su casa
para la primera misa, el 23 de diciembre de 1950, había olvidado
su lengua,
el euskera. Tras 12 años alejado de sus progenitores, no podía hablar con su
madre, que solo conocía la lengua vasca.
Pidió venir
en servicio a Tierra Santa, y esta gracia se le concedió el 28 de noviembre de
1951. Así,
fray Justo ha sido durante 63 años un servidor de la Tierra del Señor y de la Custodia de Tierra Santa
hasta su muerte.
Esta ha sido
la vida de fray Justo. Tras algunos años como vicemaestro en Belén, donde
estudió
árabe, sirvió en las escuelas de Tierra Santa de Harisa y Lataquia durante 10
años,
hasta el
día en que fue expulsado, injustamente, como «persona non grata», como un leproso,
un
indeseado, de Siria, pero siempre protegido por la divina Providencia, en cuyas
manos puso
siempre su
vida.
Vuelve a
Belén como maestro de losfilósofos,
discreto de Tierra Santa y también superior del convento, durante los años
1968-73.
En 1974
será nombrado superior de Nazaret. De 1982 a 1992, además del oficio de superior de
la Flagelación, hará el servicio de vicario
custodial por doce años. En 1996 vuelve a Belén como guardián y maestro, donde
permanecerá hasta 2007.
Tras algún
tiempo transcurrido en Bet Hanina, en 2009 entra en la enfermería custodial,
donde
desempeñará el servicio de capellán hasta su muerte.
Siempre
hablábamos de fray Justo como un «pedazo de pan», generoso en elservicio a
los demás. Como habéis visto, fue superior enmuchos
conventos, prácticamentetoda la
vida. ¿Por qué los superiores le elegían para esta misión? Porque sabía darse a
losdemás, y
conseguía crear un ambiente de fraternidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario