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lunes, 25 de diciembre de 2023

Zorionak! ¡Feliz Navidad!



 Zorionak! ¡Feliz Navidad!

Belenen jaio zinan...


Belenen jaio zinan

kurutzean hila,

Jainko apala eta

guretzat hurbila.

Zure argi barria

etorri dadila,

zure beharra dogu:

erdu gure bila!

 

Opari, bolandera,

zarata, algara,

ixildu une batez

barruko marmara.

Haurra ezagutzeko

begira askara,

hitz huts bat esateko

Maitasuna zara.

 

Profeta modernoak

ez dabe igerri,

behartsuen artean

hor zure aberri.

Mundua negarretan

ez dago aterri,

Zu bazara gurean

Gu Zorion herri!


Zorionak!

Kantaria: Agurtzane Mallona

Bideoa: Asier Astigarraga

Naciste en Belén y moriste en la cruz. Un Dios sencillo y cercano. Que venga tu luz nueva, te necesitamos: ¡Ven en nuestra busca!

Regalos, cohetes, ruidos y gritos, tenemos que silenciar un momento el rumor interior. Para reconocer al niño mirar al pesebre, para explicarlo en una sola palabra: el amor.

No han acertado los profetas modernos, tu patria está entre los pobres. No escampa este mundo de lloros. Si tu estás en nuestra casa nosotros seremos el Pueblo Feliz.


Ez gelditu kanpoan No quedarnos fuera Jose Antonio Pagola



Pastore eta aingeru bako jaiotza bati


 

Gabonak eta urte barria

aurten ere berton dira,

zelan ospatu zalantza asko

sartu jat bihotz erdira

pastore eta aingeru bako

Jaiotza bati begira.

 

Herrian jarri dabe jaiotza

benetan oso dotore,

tamalez bertan ez da ageri

inor egiten fabore:

Haur pobreari erdu laguntzen:

izango zara pastore?

 

Jaiotza eta gure mundua

patroi gabeko traineru,

Jauna gugana makurtu dala

kanta lurra eta zeru,

gure alde da: aintza kantatzen

izango zara aingeru?

 

Doinua: Imanol, Ilun ikarak

 

Jainkoa gurekin dago Dios está con nosotros: Jose Antonio Pagola






El sueño de María

Hermann Rodríguez Osorio, SJ*

Muchos cuentos navideños circulan en estos días por los periódicos, las revistas, la Internet y otros medios. Uno de tantos cuentos que me he encontrado se llama El Sueño de María, y dice así: “Tuve un sueño, José... no lo pude comprender completamente, pero creo que se trataba del nacimiento de nuestro hijo. La gente estaba haciendo preparativos con seis semanas de anticipación. Decoraban sus casas y compraban ropa nueva. Salían de compras muchas veces y adquirían elaborados regalos. Era muy peculiar, ya que los regalos no eran para nuestro Hijo. Los envolvían con hermosos papeles y los ataban con preciosos moños; todo lo colocaban debajo de un árbol. Si, un árbol, José. La gente decoraba muy bien el árbol. Las ramas llenas de esferas y adornos que brillaban. Había una figura en lo alto que parecía una estrella o un ángel; todo era muy hermoso. El día del nacimiento de Jesús, se arreglaban con la mejor ropa y se reunían a comer deliciosos manjares. Pero comían ellos solos, no invitaban a nuestro hijo a la cena navideña, y mucho menos a nosotros dos. Todos estaban muy contentos. Bailaban, bebían, se reían estrepitosamente, pero parecía que habían olvidado el motivo de la fiesta.

Toda la gente estaba muy feliz y sonriente. Estaban emocionados por los regalos; se los intercambiaban unos con otros, José. Sin embargo, al final no quedó ningún regalo para nuestro hijo. Sabes, creo que ni siquiera lo conocen muy bien; me da la impresión que lo conocen sólo de oídas, porque no mencionaron su nombre en toda la noche, a pesar de que se reunieron para celebrar su nacimiento. ¿No te parece extraño que la gente se meta en tantos problemas para celebrar el cumpleaños de alguien que ni siquiera conocen bien? Tuve la extraña sensación de que, si nuestro hijo hubiera llegado a la celebración, lo hubieran considerado como un intruso solamente. Nadie se acordó de él, ni de nosotros dos. Claro que ha pasado tanto tiempo, que no me parece raro. Sentí ganas de llorar. ¡Qué tristeza para Jesús no ser invitado a su fiesta de cumpleaños! Estoy contenta porque sólo fue un mal sueño. ¡Qué terrible que este sueño se hiciera realidad!”

Este cuento puede crear en nosotros un sentimiento de culpa o invitarnos a dejar entrar a Jesús en su fiesta de cumpleaños. Lo complicado puede ser llegar a saber dónde y cómo reconocer la presencia de Jesús en nuestras vidas. Cuando los ángeles anunciaron a los pastores el nacimiento de Jesús, las señales para reconocerlo fueron las siguientes: “No tengan miedo, porque les traigo una buena noticia, que será motivo de gran alegría para todos: Hoy les ha nacido en el pueblo de David un salvador, que es el Mesías, el Señor. Como señal, encontrarán ustedes al niño envuelto en pañales y acostado en un establo”.

Con estas señales, los pastores reconocieron al Mesías. La fragilidad y la pequeñez son las características que permiten reconocer al Hijo de Dios que nace de nuevo entre nosotros. Qué bueno que, en nuestras fiestas de Navidad, abriéramos un espacio para esas personas que normalmente no visitamos; sólo tenemos que mirar un poco alrededor y pensar en cuál es la persona más frágil, más débil de nuestro entorno; no tenemos que ir demasiado lejos; estoy seguro que muy cerca de nosotros encontraremos personas que podrían alegrarse con nuestra invitación y participar de nuestras fiestas. Pidamos para que el sueño de María no se haga realidad.



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