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domingo, 8 de enero de 2017

Que seas feliz: Joxe Arregi

cuando era joven -me sorprendo de hablar así, de sentirme tan mayor, tendré que mirármelo-, cada comunidad franciscana recibía grandes fajos de tarjetas de Navidad, y a mediados de diciembre dedicábamos días enteros a escribir felicitaciones: a comunidades religiosas, sacerdotes, familiares, amigos, “bienhechores”... Cada tarjeta en un sobre, con dirección y sello. Un año, de joven estudiante de teología en Arantzazu, me tocó escribirle a Don Jacinto Argaya, obispo de San Sebastián. Entre ingenuo y familiar, y algo rebelde, empecé la carta con este saludo: “Kaixo, Jaxinto”, y en ese tono debí de continuarla. La cosa es que a nuestro maestro le pareció irreverente y tuve que repetir la felicitación. ¡Qué tiempos aquellos, sin embargo tan recientes! 


Las felicitaciones han decaído sensiblemente, sobre todo entre los jóvenes (¿qué saben ellos de la Navidad? Y nosotros mismos, en realidad, ¿qué sabemos?). Hoy nos fastidian un poco las fórmulas hechas, rutinarias, sobre todo cuando la publicidad se las ha apropiado hasta tal punto. “Feliz Navidad”, “Feliz Año Nuevo”, entre celofanes y villancicos y luces de color. Todo resulta bastante vacío, frío. Y casi nos alivia que estos días hayan pasado ya, aunque la cuesta de enero sigue siendo bien ardua para no pocos, demasiados. 

No quisiera, sin embargo, minusvalorar en exceso nuestras felicitaciones, por rutinarias que nos parezcan. ¿No expresan un deseo profundo, nuestro deseo más profundo, quizá más profundo que nosotros mismos? Creo que sí. Que seas feliz. ¿Qué mejor que eso podemos desear a alguien, quien fuere? Pero podemos hacer algo todavía mejor: procurar un granito de felicidad a quien se la deseamos. No podemos hacer felices a todos, pero ¿quién no puede hacer un poquito más feliz a alguien y tratar de no hacer más infeliz a nadie? ¿Cómo podremos ser felices de otra forma? 

Ser felices. Muchas veces sabemos cómo ser felices, y no podemos. Otras muchas veces creemos saber cómo, pero nos engañamos. 

Y ¿en qué consiste ser felices? No es fácil decirlo, pues puede ser muchas cosas, incluso contradictorias aparentemente. No es rebosar de alegría, no es carecer de problemas, no es estar libre de dolores, incluso de angustias. No consiste en que se realicen todos los deseos, a no ser que hayamos aprendido a no desear nada o a desear sin apego. Ser feliz es vivir en paz, vivir en armonía, sentirse bien consigo y con todos los demás, con todo. En paz con todo, a pesar de todo. 

Para ser feliz no necesitas poseer una felicidad plena. Ni un ánimo perfecto, ni una pareja perfecta, ni una familia perfecta, ni una salud perfecta. Somos seres inacabados, y es inacabada nuestra felicidad aun en el mejor de los casos. Además, ¿quién podría ser feliz del todo mientras no lo sean todos? 
¿Quién debiera poder ser enteramente feliz mientas gente en el paro, mujeres maltratadas, países hambrientos, fronteras cerradas, refugiados repudiados, guerras atroces, salarios de miseria, ganancias abusivas? ¿Quién podrá ser feliz si se cierra ante la infelicidad ajena? 

Gozar de salud y de unas condiciones económicas mínimas pueden ayudar a ser feliz, o incluso ser indispensable para la inmensa mayoría. Pero no pienses que cuanta mejor salud o más éxito tengas o más rico seas más feliz serás. A menudo sucede más bien lo contrario: cuanto más tenemos más deseamos. Y cuanto más deseamos más infelices somos. Inevitablemente. No es feliz quien lo tiene todo sino quien se conforma con lo que tiene y es. 

Y si no tienes nada, si te duele todo, si has perdido el trabajo o no lo has encontrado, si estás hundida/o en el negro abismo de una depresión, si solo quisieras morir… No sé qué decirte. Pero cuídate, déjate cuidar. No desesperes, por favor. Respira, respira. En tu fondo habitan la luz y la Presencia. Callo y me siento a tu lado. 

Déjame que desde del fondo del corazón te desee y te diga: Que seas feliz, que vivas en paz contigo y con todos, en paz con todo, que bendigas tu vida cada día por la mañana y por la noche a pesar de todo. ¿A pesar de todo? Sí, a pesar de todo.

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