Geldi bedi munduak
Frei Betto: Queda decretado
Betleemera itzuli, Jose Antonio Pagola
Volver a Belén, Jose Antonio Pagola
Gabon maitasun
Haurraren misterioaren aurrean, Jose Antonio Pagola
Ante el misterio del niño, Jose Antonio Pagola
Sartre y la Navidad: Gabriel María Otalora
Qué Navidad celebro, Joxe Arregi
Creo en las estrellas de Navidad, Migel Angel Mesa Bouzas
Justizia, berradiskidetzea eta shalom, Jon Sobrino
Betleemera itzuli, Jose Antonio Pagola
Volver a Belén, Jose Antonio Pagola
Gabon maitasun
Haurraren misterioaren aurrean, Jose Antonio Pagola
Ante el misterio del niño, Jose Antonio Pagola
Sartre y la Navidad: Gabriel María Otalora
Qué Navidad celebro, Joxe Arregi
Creo en las estrellas de Navidad, Migel Angel Mesa Bouzas
Justizia, berradiskidetzea eta shalom, Jon Sobrino
Justicia,
reconciliación y shalom, Jon Sobrino
Gabon, haurtxo bat: bideo barritua: Gandiaga, Mendibil & Astigintza 4.0
Eguberrien inguruan: Rufino Iraola
Anunciaciones: Dolores Aleixandre
Cinq idées pour garder l’esprit de Noël: La Croix
A Belén: Joxe Arregi
Queda decretado que, cartas de niños, solo las dirigidas al Niño Jesús,
como la de Pedrito, que escribió convencido que Caín y Abel no se
habrían peleado si hubiera tenido cada uno su cuarto; le propuso al
Creador que nadie más nazca ni muera, y que todos vivamos para siempre;
y, al ver el pesebre, prometió mandarle su abrigo al hijo desnudo de
María y José.
Como Dios no tiene religión, queda decretado que ningún fiel considerará que la suya es más perfecta que la de otro,
ni arrastrará su lengua, cual serpiente venenosa, por los trillos de la
injuria y la perfidia. El Niño del pesebre vino para todos
indistintamente, y no hay manera de profesar que es “Padre Nuestro” si
el pan no es también nuestro, sino privilegio de la minoría acomodada.
Ebanjelariak Mesiasen jaiotza soiltasun harrigarriz kontatu du. Mariari «erditzeko ordua iritsi zitzaion eta bere semea erdi zuen». Hitz bat gehiago gabe. Egiaz axola zaiona, ematen du, haur horri nolako harrera egiten zaion dela. Betleemen «ez dago lekurik, ezta ostatuan ere; Mariagan, berriz, onarpen hunkigarria izan du. Amak ez du baliabiderik, baina bihotza du: «Oihaletan bildu eta ganbelan eratzan du».
Irakurleak ezin jarraitu du kontaera irakurtzen, bere lehen harridura adierazi gabe: haur honengan Jainkoa haragitu al da? Ez genuen horrelakorik sekula imajinatuko. Jainko arranditsu eta ahalguztidun bat genuen buruan, eta haur ahul eta babesgabe batengan aurkeztu zaigu bera. Handi-mandi eta urruneko imajinatzen genuen Jainkoa, eta jaioberri baten samurtasunean eskaini digu berak bere burua. Nolatan senti Jainko honen beldurrik? Lisieuxeko Teresak, 1997an Elizako irakasle deklaratuak, dio: «Nik ezin izan diot beldurrik nigatik hain txiki egin den Jainko bati… Maite dut bera!».
Kontaerak giltzarri bat eskaini digu Jainko horren misteriora hurbiltzeko. Lukasek hirutaraino errepikatu du «ganbela» horren garrantzia. Itsumena duela ematen du. Mariak ganbela batean eratzan du. Artzainei ez zaie eman beste seinalerik: ganbela batean aurkituko dute. Izatez, ganbelan aurkitu dute Betleemera iritsi direnean. Ganbela izan du haur horrek lurreko lehen lekua atseden hartzeko. Ganbela hori da berari antzemateko seinalea, bera aurkitzeko lekua. Zer dago enigma horren hondoan?
Lukasek Isaias profetaren hitz batzuei egin die aipu, zeinetan Jainkoa kexu baita: «Idiak ezagutzen du bere jabea; astoak ezagutzen du bere jabearen ganbela. Israelek, ordea, ez nau ezagutu, ez du nigan pentsatzen» (Isaias 1,3). Jainkoaren bila ez da ibili behar gauza harrigarri eta miresgarrietan, baizik eta eguneroko eta arruntetan. Ez ibili miatzen gauza handiosetan, baizik egin aztarrika gauza txikietan.
Artzainek adierazi digute zein norabidetan ibili Eguberrietako misterioaren bila: «Goazemazue Betleemera». Alda ditzagun Jainkoaz ditugun ideiak. Berrirakur dezagun geure kristautasuna. Itzul gaitezen hasierara eta aurki dezagun Jainko hori, hurbileko eta behartsu den hori. Onar dezagun beraren samurtasuna. Kristauarentzat, Eguberriak ospatzea «Betleemera itzultzea» da.
El evangelista narra el nacimiento del Mesías con una sobriedad sorprendente. A María «le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo». Ni una palabra más. Lo que realmente parece interesarle es cómo se acoge al niño. Mientras en Belén «no hay sitio» ni siquiera en la posada, en María encuentra una acogida conmovedora. La madre no tiene medios, pero tiene corazón: «Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre».
El lector no puede continuar el relato sin expresar su primera sorpresa: ¿En este niño se encarna Dios? Nunca lo hubiéramos imaginado así. Nosotros pensamos en un Dios majestuoso y omnipotente, y él se nos presenta en la fragilidad de un niño débil e indefenso. Lo imaginamos grande y lejano, y él se nos ofrece en la ternura de un recién nacido. ¿Cómo sentir miedo de este Dios? Teresa de Lisieux, declarada en 1997 doctora de la Iglesia, dice así: «Yo no puedo temer a un Dios que se ha hecho tan pequeño por mí… ¡Yo le amo!».
El relato ofrece una clave para acercarnos al misterio de ese Dios. Lucas insiste hasta tres veces en la importancia del «pesebre». Es como una obsesión. María lo acuesta en un pesebre. A los pastores no se les da otra señal: lo encontrarán en un pesebre. Efectivamente, en el pesebre lo encuentran al llegar a Belén. El pesebre es el primer lugar de la tierra donde descansa ese Dios hecho niño. Ese pesebre es la señal para reconocerlo, el lugar donde hay que encontrarlo. ¿Qué se esconde tras ese enigma?
Lucas está aludiendo a unas palabras del profeta Isaías en las que Dios se queja así: «El buey conoce a su amo; el asno conoce el pesebre de su señor. Pero Israel no me conoce, no piensa en mí» (Isaías 1,3). A Dios no hay que buscarlo en lo admirable y maravilloso, sino en lo ordinario y cotidiano. No hay que indagar en lo grande, sino rastrear en lo pequeño.
Los pastores nos indican en qué dirección buscar el misterio de la Navidad: «Vayamos a Belén». Cambiemos nuestra idea de Dios. Hagamos una relectura de nuestro cristianismo. Volvamos al inicio y descubramos un Dios cercano y pobre. Acojamos su ternura. Para el cristiano, celebrar la Navidad es «volver a Belén».
Jesus eta errefuxiatuak antzerkitxo musikala
Eguberrien inguruan: Rufino Iraola
Anunciaciones: Dolores Aleixandre
Cinq idées pour garder l’esprit de Noël: La Croix
A Belén: Joxe Arregi
Geldi bedi munduak
dagian orbita:
abenduaren hotzan
sehaskan da zita,
gabeko hamabitan
guk ez merezita,
sinistu ezin arren,
Jainkoak bisita.
Handi zala guk uste
txiki agertu da,
besoetan hartzeko
gureganatu da,
berton da, ez bilatu
zeruan galduta,
gaur laztandu daikegu
bihotzak poztuta.
Detenga el mundo la órbita
que realiza.
La cita es en la cuna, a
las doce de la noche de un frío diciembre.
Ni lo merecemos ni lo
esperamos pero Dios nos visita.
Pensábamos que era grande
y se aparece pequeño,
Se ha acercado a nosotros
para que lo tomemos en brazos.
Está entre nosotros, no
lo busques en los cielos,
Hoy lo podemos acariciar
con el corazón lleno de alegría.
(Clica en el vídeo superior para escuchar la versión musical)
Xabier Egaña |
Frei Betto: "Queda decretado que, en estas Navidades, en vez de dar presentes, estaremos presentes junto a los hambrientos, carentes y excluidos"
Queda decretado que, en estas Navidades, en vez de dar presentes, estaremos presentes junto a los hambrientos, carentes y excluidos.
Que nos disculpe Papá Noel, pero clausuradas las chimeneas, abriremos
corazones y puertas a la llegada salvífica del Niño Jesús.
Por
traerles a muchos más apuros que alegrías, queda decretado que las
Navidades ya no nos travestirá en lo que no somos: en este verano (escribe desde el Sur), arrancaremos
del árbol de Navidad todos los algodones de falsas nieves; cambiaremos
las nueces y las castañas por frutas tropicales, los renos y trineos por
carros repletos de alimentos no perecederos: y si queda por ahí algún
Papá Noel, que aparezca de bermudas y sandalias.
Queda decretado que los niños, en vez de juguetes y pelotas, pedirán bendiciones y gracias,
y que abrirán sus corazones para destinar a los pobres todo lo
superfluo que abarrota armarios y cajones. Lo que le sobra a uno es lo
que el otro necesita, y quien reparte bienes comparte a Dios.
Queda decretado que, despojadas de pudores, las
familias tendrán al menos un momento de oración, leerán un texto
bíblico, le agradecerán al Padre y Madre de Amor el don de la vida, las
alegrías del año que termina, y hasta los dolores que exacerban la
emoción sin que se pueda entender con la razón. La vida, finita, es un
río que sabe tener el mar como destino, pero nunca cuántas curvas,
rápidos y piedras habrá de encontrar en su curso.
Queda
decretado que arrebataremos la espada de manos de Herodes y ningún niño
volverá a ser golpeado o humillado, ni condenado al trabajo precoz y la
violencia sexual. Todos tendrán derecho a la ternura y la alegría, a la
salud y la escuela, al pan y la paz, al sueño y la belleza.
Queda decretado que toda dieta se revertirá en
beneficio del plato vacío de quien tiene hambre, y que nadie dará al
otro un regalo envuelto en adulación o intenciones ocultas. El tiempo
que se gaste en hacer moñitos será muy inferior al dedicado a dar
abrazos.
Queda decretado que las mesas de Navidad estarán cubiertas de afecto,
y que, dispuestos a renacer con el Niño, trataremos de sepultar iras y
envidias, amarguras y ambiciones desmedidas, para que nuestro corazón
sea tan acogedor como el pesebre de Belén.
Queda decretado que, como los reyes magos, le daremos todos un voto de confianza a la esperanza,
para que ella conduzca este país a días mejores. No perseguiremos
nuestro propio interés, sino el de la mayoría, sobre todo el de los que,
a semejanza de José y María, fueron excluidos de la ciudad y, como una
familia sin tierra, obligados a ocupar un terreno donde nació Aquel que,
según su madre, “despidió a los ricos con las manos vacías y colmó de
bienes a los hambrientos”, y que, en el Sermón de la Montaña exaltó como
“bienaventurados a los que tienen hambre y sed de justicia”.
Betleemera itzuli Volver a Belén: Jose Antonio Pagola
Zorion-agur eta erregalu artean, afari eta zarata artean, argiek, arbolek eta izarrek kasik ezkutaturik, posible da oraino Eguberrietako jaien artean «haur bat ganbelan etzana» sumatzea. Gauza bera gertatu da Betleemeko kontaeran. Bada argirik, aingerurik eta abestirik, baina eszena handios horren bihotza ganbelan datzan haur batek betetzen du.
Ebanjelariak Mesiasen jaiotza soiltasun harrigarriz kontatu du. Mariari «erditzeko ordua iritsi zitzaion eta bere semea erdi zuen». Hitz bat gehiago gabe. Egiaz axola zaiona, ematen du, haur horri nolako harrera egiten zaion dela. Betleemen «ez dago lekurik, ezta ostatuan ere; Mariagan, berriz, onarpen hunkigarria izan du. Amak ez du baliabiderik, baina bihotza du: «Oihaletan bildu eta ganbelan eratzan du».
Irakurleak ezin jarraitu du kontaera irakurtzen, bere lehen harridura adierazi gabe: haur honengan Jainkoa haragitu al da? Ez genuen horrelakorik sekula imajinatuko. Jainko arranditsu eta ahalguztidun bat genuen buruan, eta haur ahul eta babesgabe batengan aurkeztu zaigu bera. Handi-mandi eta urruneko imajinatzen genuen Jainkoa, eta jaioberri baten samurtasunean eskaini digu berak bere burua. Nolatan senti Jainko honen beldurrik? Lisieuxeko Teresak, 1997an Elizako irakasle deklaratuak, dio: «Nik ezin izan diot beldurrik nigatik hain txiki egin den Jainko bati… Maite dut bera!».
Kontaerak giltzarri bat eskaini digu Jainko horren misteriora hurbiltzeko. Lukasek hirutaraino errepikatu du «ganbela» horren garrantzia. Itsumena duela ematen du. Mariak ganbela batean eratzan du. Artzainei ez zaie eman beste seinalerik: ganbela batean aurkituko dute. Izatez, ganbelan aurkitu dute Betleemera iritsi direnean. Ganbela izan du haur horrek lurreko lehen lekua atseden hartzeko. Ganbela hori da berari antzemateko seinalea, bera aurkitzeko lekua. Zer dago enigma horren hondoan?
Lukasek Isaias profetaren hitz batzuei egin die aipu, zeinetan Jainkoa kexu baita: «Idiak ezagutzen du bere jabea; astoak ezagutzen du bere jabearen ganbela. Israelek, ordea, ez nau ezagutu, ez du nigan pentsatzen» (Isaias 1,3). Jainkoaren bila ez da ibili behar gauza harrigarri eta miresgarrietan, baizik eta eguneroko eta arruntetan. Ez ibili miatzen gauza handiosetan, baizik egin aztarrika gauza txikietan.
Artzainek adierazi digute zein norabidetan ibili Eguberrietako misterioaren bila: «Goazemazue Betleemera». Alda ditzagun Jainkoaz ditugun ideiak. Berrirakur dezagun geure kristautasuna. Itzul gaitezen hasierara eta aurki dezagun Jainko hori, hurbileko eta behartsu den hori. Onar dezagun beraren samurtasuna. Kristauarentzat, Eguberriak ospatzea «Betleemera itzultzea» da.
Jose Antonio Pagola
Itzultzailea: Dionisio Amundarain
Itzultzailea: Dionisio Amundarain
Jaunaren Jaiotza ( Natibitate Eguberri) ─ A (Lukas 1,1-14)
VOLVER A BELÉN
En medio de felicitaciones y regalos, entre cenas y bullicio, casi oculto por luces, árboles y estrellas, es posible todavía entrever en el centro de las fiestas navideñas «un niño recostado en un pesebre». Lo mismo sucede en el relato de Belén. Hay luces, ángeles y cantos, pero el corazón de esa escena grandiosa lo ocupa un niño en un pesebre.El evangelista narra el nacimiento del Mesías con una sobriedad sorprendente. A María «le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su hijo». Ni una palabra más. Lo que realmente parece interesarle es cómo se acoge al niño. Mientras en Belén «no hay sitio» ni siquiera en la posada, en María encuentra una acogida conmovedora. La madre no tiene medios, pero tiene corazón: «Lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre».
El lector no puede continuar el relato sin expresar su primera sorpresa: ¿En este niño se encarna Dios? Nunca lo hubiéramos imaginado así. Nosotros pensamos en un Dios majestuoso y omnipotente, y él se nos presenta en la fragilidad de un niño débil e indefenso. Lo imaginamos grande y lejano, y él se nos ofrece en la ternura de un recién nacido. ¿Cómo sentir miedo de este Dios? Teresa de Lisieux, declarada en 1997 doctora de la Iglesia, dice así: «Yo no puedo temer a un Dios que se ha hecho tan pequeño por mí… ¡Yo le amo!».
El relato ofrece una clave para acercarnos al misterio de ese Dios. Lucas insiste hasta tres veces en la importancia del «pesebre». Es como una obsesión. María lo acuesta en un pesebre. A los pastores no se les da otra señal: lo encontrarán en un pesebre. Efectivamente, en el pesebre lo encuentran al llegar a Belén. El pesebre es el primer lugar de la tierra donde descansa ese Dios hecho niño. Ese pesebre es la señal para reconocerlo, el lugar donde hay que encontrarlo. ¿Qué se esconde tras ese enigma?
Lucas está aludiendo a unas palabras del profeta Isaías en las que Dios se queja así: «El buey conoce a su amo; el asno conoce el pesebre de su señor. Pero Israel no me conoce, no piensa en mí» (Isaías 1,3). A Dios no hay que buscarlo en lo admirable y maravilloso, sino en lo ordinario y cotidiano. No hay que indagar en lo grande, sino rastrear en lo pequeño.
Los pastores nos indican en qué dirección buscar el misterio de la Navidad: «Vayamos a Belén». Cambiemos nuestra idea de Dios. Hagamos una relectura de nuestro cristianismo. Volvamos al inicio y descubramos un Dios cercano y pobre. Acojamos su ternura. Para el cristiano, celebrar la Navidad es «volver a Belén».
José Antonio Pagola
Gabon maitasun,
izan gaitezen
Jesusen maite
opari,
Gabon itxaron ta
esperantzaz
bihotzak bete
ugari,
Gabon bake da, hartu eskutan
emon bake auzoari,
Gabon argi da, argitu eizu
bidean triste
danari,
Gabon poza da,
poztu zaitez ta
poza bedi zure
sari.
Haitiko otoitz
baten oinarritua
Haurraren misterioaren aurrean, Jose Antonio Pagola
Gizon-emakumeok edozertara ohitu ohi gara azkenean. Sarritan, ohiturak eta ohikeriak hustu egin ohi dute gure bizitzan bizia den guztia. Ch. Peguyk esana da: «bada galdua den arima bat baino okerrago den zerbait, eta edozertara jarria den arima da». Horregatik, ezin harritu gintezke gehiegi, entzuten badugu, hainbat jenderi ez diola sortzen ez ezer berririk, ez ezer gozorik, Eguberriak ospatzeak; «ohiturari emaniko arima duen» jendea baita.
Ohiturik gaude entzutera, «Jainkoa Betleemeko ganbela batean jaio dela». Ez gaitu harriarazten jada, ez hunkitzen, entzuteak Jainkoa haur bezala eskaini zaigula. A. Saint-Exupéryk dio bere Printze Txiki liburu ederrean: «Adin handiko jende guztia haur izana da garai batean. Baina gutxi gogoratzen da horrretaz». Ahaztu egiten zaigu zer den haur izatea. Eta ahaztu egin zaigu ezen Jainkoaren lehen begiratua, mundura hurbiltzean, haur baten begiratua izan dela.
Baina horixe da Eguberrietako albiste handia. Jainkoa misterio da eta misterio izaten jarraitzen du. Alabaina, orain badakigu ez dela izate ilun bat, larriarazten duen eta izugarria den bat, baizik eta hurbileko bezala eskaini zaigun norbait dela, babesgabe, bihozkoi, haur baten txeraz eta gardentasunaz dirdaitsu.
Eta hauxe da Eguberrietako mezua. Jainko horrekin topo egitera irten behar dugu, bihotza aldatu eta haur bihurtu beharra dugu, berriro jaio eta bihotzaren gardentasuna berreskuratu beharra, graziara eta barkazioari bihotza ireki beharra.
Geure izugarritako azalkeria eta guzti, geure eszeptizismoa nahiz uste galdua eta, batez ere, «jende helduaren» geure aitortu ezineko egoismoa eta zirtzilkeria eta guzti, badugu geure bihotzean barne-barneko txoko bat zeinetan ez baitiogu oraino haur izateari utzi.
Ausart gaitezen behin gutxienez geure buruari xume eta ezer gorde gabe begiratzera. Sor dezagun isiltasun-apur bat geure inguruan. Itzal dezagun telebista. Ahantz gaitezen geure presaz, urduritasunaz, erosi beharraz, konpromisoez.
Entzun dezagun geure baitan dugun «haur-bihotz» hori; oraino irekia dago biziera egiati, onbera eta Jainkoarekiko fidakor izateari. Gerta dakiguke geure bizia beste era batean ikusten hastea. «Ezin ikusi da ondo, bihotzaz baizik. Funtsezko gauza ikusezin da begientzat» (A. Exupéry).
Eta, batez ere, gerta dakiguke dei bat entzutea fede berri batera jaiotzera. Zurruntzen ez duen, baizik eta gaztearazten duen fede bat; geure baitan itxiarazten ez, baizik eta irekitzen gaituena; bereizi ez, baizik eta elkartzen gaituena; errezelorik ez, baizik eta konfiantza eragiten duena; tristatzen ez, baizik eta alaitzen duena; beldurrik ez, baizik eta maitasuna sortzen duena.
José Antonio Pagola
Itzultzailea: Dionisio Amundarain
Itzultzailea: Dionisio Amundarain
Ante el misterio del niño, Jose Antonio Pagola
Los hombres terminamos por acostumbrarnos a casi todo. Con frecuencia, la costumbre y la rutina van vaciando de vida nuestra existencia. Decía Ch. Peguy que «hay algo peor que tener un alma perversa, y es tener un alma acostumbrada a casi todo». Por eso no nos puede extrañar demasiado que la celebración de la Navidad, envuelta en superficialidad y consumismo alocado, apenas diga ya nada nuevo ni gozoso a tantos hombres y mujeres de «alma acostumbrada».
Estamos acostumbrados a escuchar que «Dios ha nacido en un portal de Belén». Ya no nos sorprende ni conmueve un Dios que se ofrece como niño. Lo dice A. Saint-Exupéry en el prólogo de su delicioso Principito: «Todas las personas mayores han sido niños antes. Pero pocas lo recuerdan». Se nos olvida lo que es ser niños. Y se nos olvida que la primera mirada de Dios al acercarse al mundo ha sido una mirada de niño.
Pero esa es justamente la gran noticia de la Navidad. Dios es y sigue siendo Misterio. Pero ahora sabemos que no es un ser tenebroso, inquietante y temible, sino alguien que se nos ofrece cercano, indefenso, entrañable, desde la ternura y la transparencia de un niño.
Y este es el mensaje de la Navidad. Hay que salir al encuentro de ese Dios, hay que cambiar el corazón, hacernos niños, nacer de nuevo, recuperar la transparencia del corazón, abrirnos confiadamente a la gracia y el perdón.
A pesar de nuestra aterradora superficialidad, nuestros escepticismos y desencantos, y, sobre todo, nuestro inconfesable egoísmo y mezquindad de «adultos», siempre hay en nuestro corazón un rincón íntimo en el que todavía no hemos dejado de ser niños.
Atrevámonos siquiera una vez a mirarnos con sencillez y sin reservas. Hagamos un poco de silencio a nuestro alrededor. Apaguemos el televisor. Olvidemos nuestras prisas, nerviosismos, compras y compromisos.
Escuchemos dentro de nosotros ese «corazón de niño» que no se ha cerrado todavía a la posibilidad de una vida más sincera, bondadosa y confiada en Dios. Es posible que comencemos a ver nuestra vida de otra manera. «No se ve bien sino con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos» (A. Saint-Exupéry).
Y, sobre todo, es posible que escuchemos una llamada a renacer a una fe nueva. Una fe que no anquilosa sino que rejuvenece; que no nos encierra en nosotros mismos sino que nos abre; que no separa sino que une; que no recela sino confía; que no entristece sino ilumina; que no teme sino que ama.
José Antonio Pagola
Sartre y la Navidad: Gabriel María Otalora
Cuando nos referimos a Jean Paul Sartre, lo primero que nos viene a la mente es una persona que vivió a mediados del siglo pasado, gran intelectual y sobre todo filósofo existencialista ateo que, a partir de su libro El ser y la nada, sus temas recurrentes fueron el fracaso humano, la soledad existencial y la muerte. Trató de representar la angustia de un alma consciente de hallarse condenada a ser libre.
Nada hace pensar que el que fuera uno de los referentes del Mayo francés del 68 tuviera relación con la Navidad cristiana. Si nos vamos a la mayoría de referencias bibliográficas suyas, no aparece ningún escrito indicativo de dicha relación. Y sin embrago, existe. Se trata del libreto de Navidad, Barioná, el Hijo del Trueno (Vozdepapel, 2004), escrita por él en 1940 para una representación teatral en la Nochebuena con el objetivo de insuflar esperanza a sus compañeros de confinamiento en un campo de prisioneros nazi en Tréveris (ciudad natal de Marx).
Sartre era, por aquel entonces, un militar con grado de oficial, prisionero de guerra. Un grupo de sacerdotes presos como él lograron que los nazis dejaran celebrar la Navidad. El permiso se vivió como un gran acontecimiento, y fue Sartre quien se ofreció escribir y montar un libreto dentro de las actividades navideñas. El auto de Navidad resultante se representó ante más de 12.000 soldados prisioneros.
Cuando Sartre consigue escapar del campo, reniega de la obra y no autoriza su publicación hasta 1962, año en el que permite que se haga una pequeña edición siempre y cuando aparezca una nota en la que se indique que él nunca coqueteó con el cristianismo al escribirla. Pero se ve la influencia de Georges Bernanos, que él mismo Sartre reconoció que había leído por entonces. Y el teólogo francés René Laurentin opina significativamente que "Sartre, ateo deliberado, me ha hecho ver mejor que nadie, si exceptuamos los evangelios, el misterio de la Navidad. Por esa razón le guardo un inmenso reconocimiento".
A través de Barioná, protagonista de la obra, explica con una gran sencillez, cómo en la noche de Navidad, nació en Belén la esperanza para el mundo. Sartre utiliza la figura del protagonista para explicar el proceso de transformación que siente quien conoce la buena nueva que trae ese niño pequeño e indefenso al que todos adoran en el contexto del esperanzador triunfo de la fe. Barioná, el ardiente zelota que pretendía desvanecer la ilusión mesiánica de sus hombres intentando estrangular al niño Mesías, finalmente se encuentra con Él, tocado por su gracia y decide dar su vida para salvarle.
Durante la obra, el sabio rey Baltasar -representado por el propio Sartre- insta a Barioná a la esperanza:
"Sufres y, sin embargo, tu deber es esperar. Tu deber de hombre. Es para eso para lo que el Cristo ha bajado a la tierra. Para ti más que para cualquier otro, porque tú sufres más que cualquier otro". El Cristo ha nacido para todos los niños del mundo, Barioná, y cada vez que un niño va a nacer, el Cristo nacerá en él y por él, eternamente, para ser golpeado con él por todos los dolores y para escapar en él y por él, eternamente, de todos los dolores".
Y le reafirma la dignidad de todo hombre y su derecho a la alegría: El Mesías "viene a decir a los ciegos, a los parados, a los mutilados, a los prisioneros de guerra: no debéis absteneros de hacer niños. Porque incluso para los ciegos, para los parados, para los prisioneros de guerra y para los mutilados, existe la alegría".
El mismo Sartre que escribió esta obrita fue el que, al final de su vida, expresó su experiencia de Dios. El filósofo Rupert Sheldrake recoge esta reseña del diario Le Nouvel Observateur, poco antes de la muerte de Sartre:
"No me percibo a mi mismo como producto del azar, como una mota de polvo en el universo, sino como alguien que ha sido esperado, preparado, prefigurado. En resumen, como un ser que solo un Creador pudo colocar aquí; y esta idea de una mano creadora hace referencia a Dios".
Parece una declaración en toda regla de la conversión de Sartre. Gracias Dios, nunca mejor dicho, los recovecos del corazón anidan siempre un espacio para florecer la verdadera Navidad.
Qué Navidad celebro: Joxe Arregi
por Santa Lucía, Itziar, con su gusto exquisito, puso el Nacimiento en la entrada de la casa. Venid y miradlo.
Un
poco de musgo, unas hojas secas, una escultura de escayola policromada:
José con el niño en brazos contra su mejilla, y María, los pies
descalzos, abrazada a José, derramándose como un río de ternura, y unas
ovejillas como asombradas. El Misterio del mundo. La mujer, el hombre,
el niño, en una insignificante gruta de un pequeño planeta de una
galaxia mediana en un universo infinito en expansión que cientos de
miles de millones de soles ardientes y de lunas relucientes de más de
100 billones de galaxias aún no han llegado a iluminar. El Misterio de
la vida probablemente propagada en planetas incontables, en formas
inimaginables. El Misterio del Infinito sin forma encarnándose
eternamente en el mundo, en todas sus formas. Vacío creador y Plenitud
creándose, Palabra y Carne, Corazón palpitante del mundo, que llamo
Dios, el nombre más propio y común de todos los nombres.
Es lo que
me revelan estas figuras entrañables del Nacimiento de escayola
viviente. La Justicia y la Paz se abrazan. La Bondad nos engendra y
sostiene. Eso es Navidad, Verdad del mundo, ¡aleluya! Sí, pero justo
entonces emergen del fondo las imágenes de Jakelin y de Laura,
inundándome de zozobra y de preguntas. Jakelin Caal, la niña
guatemalteca de siete años que, después de haber cruzado México con su
padre, murió de frío, fiebre y vómitos bajo la custodia de la policía de
fronteras de EEUU. Fronteras de muerte. Laura Luelmo, joven extremeña,
profesora de plástica, enésima mujer violada y asesinada por la demente
violencia de un hombre. ¿Qué es la Navidad para ellas y sus familias, y
para todos aquellos a quienes se les cierran las fronteras?
No será Navidad mientras no lo sea para todos, y que lo sea está en
nuestras pobres manos, en las mías, en las tuyas. No haremos Navidad
para todos difundiendo miedos y mentiras contra los inmigrantes, y
cerrando fronteras como a Jakelin. Ni la haremos endureciendo penas al
fervor de las pasiones populares o por fríos cálculos electorales:
¿acaso la prisión permanente revisable devolverá la vida a Laura o
curará la locura violenta del asesino o impedirá la próxima acción de
algún otro loco? Para que sea Navidad para Laura y para todos, ¿no habrá
de serlo también para el asesino loco?No será Navidad mientras no la hagamos, mientras no encarnemos a Dios o la Bondad creadora, aunque solo sea una semilla, nada más que una semillita de bondad que humanice nuestro corazón y transforme las estructuras de este mundo donde crece el peligro. Así lo hicieron José y María: soñando, caminando, cayendo, cuidándose, cuidando a Jesús y a las demás hijas e hijos que engendraron y criaron entre los dos. Así lo hizo Jesús: buscando, mirando, denunciando, consolando, rebelándose, compartiendo la mesa, infringiendo, curando, arriesgando, muriendo por vivir, viviendo por morir.
Por eso celebro el nacimiento de Jesús. No porque sea la única Navidad verdadera, rival de las Navidades “paganas”, del solsticio de invierno, del nacimiento del Dios Mitra o de Jakelin y de Laura y de cualquiera de vuestros hijos. Todo lo que hace la vida más alegre y bondadosa es divino, eso es lo divino, eso es su encarnación.
Para contemplar en el niño Jesús la gloria y la carne del Infinito, hay que tener los ojos muy puros, el corazón desasido y la mente libre de esquemas y de fórmulas dogmáticas propias de una cultura agrícola milenaria que ya no es la nuestra. ¿Podemos hoy afirmar a Jesús como la única encarnación plena de Dios en los 13.800 millones de años del universo transcurridos desde el Big Bang y en los billones de años que aún le quedan por delante? ¿La única encarnación plena habría tenido lugar en Nazaret, en una pequeña aldea galilea de campesinos, en un individuo humano de la especie Sapiens que las biotecnologías y las infotecnologías están a punto de alterar profundamente? Tales esquemas se han vuelto obsoletos para la inmensa mayoría de los cristianos, también para mí. Sin embargo, te celebro, Jesús, y me postro ante ti. No porque fueras perfecto ni porque seas el único o el mejor, sino porque fuiste libre, hermano, profeta, porque tu vida fue sacramento o anticipo de la plena encarnación. Por eso celebro tu Navidad, junto con todas las demás Navidades.
Creo en las estrellas de Navidad: Miguel Angel Mesa Bouzas
Creo en
la paz del corazón y en el esfuerzo por llevar esa paz al mundo en que
vivimos.
Creo que
Belén es la Casa del Pan, un pan partido, repartido, compartido, para que no
haya más hambre en nuestro barrio, en nuestra ciudad, en nuestro
mundo.
Creo en
los pastores que escuchan la buena noticia y dónde se encuentra el «Dios con
nosotros», que salen a su encuentro y, por lo tanto, comparten lo que son y
tienen con los marginados y excluidos de nuestra
sociedad.
Creo en
las estrellas que ya murieron, pero que nos han dado vida y conducido a donde
nos encontramos hoy, a lo que somos, a lo que anhelamos
ser.
Creo en
las estrellas que continúan naciendo y nos siguen abriendo nuevos caminos,
inéditas sendas a recorrer, ilusiones que prender en nuestro ojal, destellos
llenos de fulgor para nuestros ojos apagados.
Creo en
la buena noticia de Jesús de Nazaret, la más profunda humanización del misterio
del amor de Dios, en la alegría y la esperanza que nos infunde y, a través de
nosotros, en los demás.
Creo en
ese otro mundo posible que nos animó a construir, por la dignidad y la felicidad
de los seres humanos, para eliminar la injusticia, el odio, el llanto, la
desilusión.
Creo que
la Navidad acontece cada día del año, cuando trabajamos por la paz y la
justicia, por el amor encarnado, por una nueva humanidad más fraterna, libre, en
paz. Junto a la naturaleza y el universo que nos rodean, nuestro verdadero
hogar, en el que nacimos y al que volveremos, para ser de nuevo polvo de
estrellas luminosas, ardientes.
Miguel
Ángel Mesa Bouzas
Justizia, berradiskidetzea eta shalom: Jon Sobrino
Gure gizartean, mendebaldartuta eta bere bizitza-idealean gero eta globalizatuago eta aburgesatuago dagoen gizarte honetan, gabon-tradizinoak elementu oso ezagun batzuk daukaz: Olentzero, argiak, arbolak eta, batez be, kontsumoa. Ezin da esan hori guztia txarto dagoanik, baina tradizino horreek ez daukie zerikusirik Nazarateko Jesusen jaiotzaren gainean Biblian dagozan tradizinoakaz.
Beste alde batetik, Bibliako
tradizinoek, hau da, Isaiasen erlatu politetako justizia eta berradiskidetze esperantzak,
eta San Lukasen kontakizunetako shalom-esperantzak, horreek be ez daukie zerikusirik
gaur egun nagusi diran gabon-tradizinoakaz.
Labur
esanda, Gabonetako komertzioak eta kontsumoak, negozioen munduak, ez daukie
zerikusirik Bibliagaz, zeina Jaungoikoaren berbea dan, ez eta liturgiagaz be,
zeina kristinauen ospakizuna dan.
Uste
dogu ia ezinezkoa dala honeek gauzok aldatzea eta, horregaitik, ez dogu
horretaz ezer gehiago esango. Baina beti gelditzen da esperantza bat:
Jaungoikoaren berbeak eta kristinauen ospakizunak argitu eta animatu gaituen
esperantza.
Justizia.
Beharrezkoa da baina alboratuta dago, argia da baina makilatuta dago. Batzuetan,
itxuraz onak diran arrazoiakaz: "Gaur nahikoa da solidaridadearen ganean berba
egitea", eta beste batzuetan, benetan txarrak diran arrazoiakaz: "Injustiziaren
ganean berba egitea iraganeko kontua da". Eta halandaguzti be, ez dago
kristau-gabonik Jaungoikoaren berbearen ganean berba egion barik, eta ez dago
Jaungoikoaren berbarik justiziaren ganean berba egin barik.
Tradizino
mundutarrek ez dakie ezer honeetaz gauzetaz. Komertzioa eta merkatua
jaungoikoak dira, eta ez dakiola Jaungoikoari nahi biktimak sortzen dabezan
idoloak izan daitezan, pobreen diruaz jabetuz eta danak lozorroan itziz.
Berradiskidetzea. Guztiz beharrezkoa da
gehiengo pobreentzat, eta gure herriarentzat be bai. Su-etenagaz, bai, baina
su-etenetik harago be bai.
Shalom. Bakea da, baina bakea baino
gehiago be bai. Eta ez dauka zerikusirik bake erromatarragaz, inperioek sortzen
daben etsidurazko gelditasun horregaz.
Shalom
honetaz ezer ez dinoe eta ezer ez dakie supermerkatuek eta antzekoek. Zeozer
-edo asko- gelditu daiteke aldi guztietan gabon-tradizino batzuetan: familian
alkartuteko poztasuna. Horreetan egunetan egon daitekez baita
berradiskidetze-zeinuak be. Eta oxala mantenduko balitz mendeetako tradizino
hori, gabon-arbola, Olentzero eta supermerkatuak baino askoz lehenago jaiotako
tradizino hori.
Nazareteko
Jesus. Zoritxarrez, ez da bape alperrekoa egunotan Nazareteko Jesus gogora
ekartzea. Supermerkatuek ez dakie zer egin beragaz, eleizak eurak be sarritan
"Ume Jesus"en irudian gelditzen dira, kontuan izan barik ba ume hori,
Egipton errefuxiatu politiko edo ekonomiko izan zana, Jesus bihurtu zala gero, etxetik urten, Jordan errekara Juan entzutera
joan eta herriagaz batera bateatzeko agertu zan Jesus, pobreei erreinuaren
etorrera iragarri eutsena, pobreakaitik errukia barren-barreneraino sentitu
ebana, pobreak osatu eta euren zapaltzaileengandik defendidu ebazana,
zapaltzaileoi aurre egin eta horregaitik gurutzean hil zana. Eta Aitak ez
eutson itzi betiko hiltzen.
Sinisdunentzat hau gure fedearen
oinarri-oinarria da, baina, harrigarriro, gure gogoetatik kanpo gelditu daiteke
gabon-egunotan. Ez, ostera, Ebanjelioetako gabon-tradizinoetan. Nazareteko
Jesus presente dago hareetan. Magnificat-ean, Mariak Jesusen lehen iragarpen
bat egiten dau eta hak lez errezetan deutso Jaungoikoari: "Ahaltsuak
tronutik eratsi ebazan eta apalak goretsi. Gosetuak ondasunez asetu ebazan eta
aberatsak bape barik bialdu". Simeon zaharrak pozez iragarten dau bakean
hil daitekela, ze "bere begiek ikusi dabe herri guztiak argituko dauzan
salbatzailea", eta gehitzen dau "kontraesan-seinale" izango
dala, "gure bihotzetako asmoak agerian gelditu daitezan". Urrunetik
heltzen dira lagun on batzuk haren zerbitzuan jartzeko, eta bien bitartean
Herodesek "agintzen dau bi urtetik beherako ume guztiak hiltzeko Belenen
eta eskualde osoan".
Jaungoikoak
Jaungoiko bakarrik izan gura ez dauanean. Jai daukagu gabon-egunetan,
aukera dogu deskantsatzeko eta familia barruan alkarrengana hurreratzeko.
Aukera egon beharko leuke gogoeta hau egiteko be: azken baten zer gara gu,
esaten bajaku "ume hori Jesus dala". Erantzuna ez da erreza, ze
itaunak Jaungoikoaren misterioan sartzen ditu sinisdunak. Eta mundu guztiari,
ez bakarrik sinisdunei, pentsarazo beharko leuskio zertan datzan giza
misterioa.
Ezagutzen doguz gizon eta emakume asko,
eta ezagutzen dogu geure burua be. Badakigu gizakien barrenean ona eta txarra
dagoala. Ezagutzen doguz gizakien ahalmenak eta mugak. Baina gure
sakon-sakonean dagoanak ihes egiten deusku. Izan be Gabonak esan gura dabe
gizaki baten presente egin dela Jaunogikoaren misterioa. Titoren eskutitzak
dino: "Jesusengan Jaiungoikoaren onberatasuna agertu da". Gizakiok
Jaungoikoak kutsatuta gagoz, geure haragian daroagu, modu txiki eta mugatuan,
Jaungoikoaren misterioa.
Bi
mila urtean mila eratara esan da hau. Karl Rahner-ek inoan "gizakia
sortzen dala Jaungoikoak Jaungoiko bakarrik izan gura ez dauanean".
Leonardo Boff-ek dino, Nazareteko Jesusez ari dala: "Hain gizatiarra
Jaungoikoa bakarrik izan daiteke". Gaur ikusten da zelan berbizten dan
beti bizitza-misterio hori, Jaungoikoaren misterioa, maitasun handi bat dagoen
kasu guztietan.
Bakotxak jakingo dau zer uste dauan
gizakiaren misterioaz, zu eta ni mundu honetako gizon edo emakume izateaz.
Gabon-jaiak gonbidatzen gaitu Jaungoikoaren misteriotik begiratzera geure
buruari. Eta sinisdunen ausardia honetarako ausardia handiago batek emoten
deusku bide, Gabonetako mezuak: Jaungoikoa gizakitik abiatuta pentsatu daiteke
-eta pentsatu behar da-, lehenago berak erabagi ebalako "txiki
bihurtzea" eta gu danon moduko gizaki baten agertzea, Nazareteko
Jesusengan agertzea.
Euskeratzailea: Jesus Mari Agirre
Justicia,
reconciliación y shalom: Jon Sobrino *
En nuestra sociedad, occidentalizada, cada vez más globalizada y aburguesada en su ideal de vida, las tradiciones navideñas tienen varios elementos muy conocidos: Olentzaro, luces, árboles, y sobre todo, consumo. No es que todo esté mal, pero esas tradiciones no tienen nada que ver con las tradiciones bíblicas sobre el nacimiento de Jesús de Nazaret.
Por otra parte las tradiciones bíblicas, la esperanza de justicia y reconciliación de los bellos relatos de Isaías, y la esperanza del shalom de las narraciones de san Lucas, tampoco tienen nada que ver con las tradiciones navideñas que hoy imperan.
Por decirlo en breves palabras, el comercio y el consumo navideño, el mundo de los negocios, no tienen nada que ver con la Biblia, que es palabra de Dios, y con la liturgia, que es la celebración de los cristianos.
Que estas cosas puedan cambiar, lo damos prácticamente por imposible y por eso no vamos a hablar más de ello. Pero siempre queda la esperanza de que la palabra de Dios y la celebración de los cristianos nos ilumine y anime.
En nuestra sociedad, occidentalizada, cada vez más globalizada y aburguesada en su ideal de vida, las tradiciones navideñas tienen varios elementos muy conocidos: Olentzaro, luces, árboles, y sobre todo, consumo. No es que todo esté mal, pero esas tradiciones no tienen nada que ver con las tradiciones bíblicas sobre el nacimiento de Jesús de Nazaret.
Por otra parte las tradiciones bíblicas, la esperanza de justicia y reconciliación de los bellos relatos de Isaías, y la esperanza del shalom de las narraciones de san Lucas, tampoco tienen nada que ver con las tradiciones navideñas que hoy imperan.
Por decirlo en breves palabras, el comercio y el consumo navideño, el mundo de los negocios, no tienen nada que ver con la Biblia, que es palabra de Dios, y con la liturgia, que es la celebración de los cristianos.
Que estas cosas puedan cambiar, lo damos prácticamente por imposible y por eso no vamos a hablar más de ello. Pero siempre queda la esperanza de que la palabra de Dios y la celebración de los cristianos nos ilumine y anime.
Justicia. Es necesaria y está enterrada,
es nítida y está maquillada. A veces con razones aparentemente buenas:
"Hoy basta con hablar de solidaridad", y a veces con razones claramente
malas: "Hablar de injusticia es cosa del pasado". Y sin embargo, no
hay navidad cristiana sin hablar de la palabra de Dios, y no hay palabra de
Dios sin hablar de justicia.
Las tradiciones mundanas no saben de estas cosas. Comercio y mercado son dioses, y quiera Dios que no sean ídolos que producen víctimas, apoderándose del dinero de los pobres y adormeciendo a todos.
Reconciliación. Es sumamente necesaria para las mayorías pobres, y para nuestro pueblo. Con tregua, sí, pero más allá de la tregua, también.
Las tradiciones mundanas no saben de estas cosas. Comercio y mercado son dioses, y quiera Dios que no sean ídolos que producen víctimas, apoderándose del dinero de los pobres y adormeciendo a todos.
Reconciliación. Es sumamente necesaria para las mayorías pobres, y para nuestro pueblo. Con tregua, sí, pero más allá de la tregua, también.
Shalom. Es paz y es más que
paz. Y no tiene nada que ver con la pax romana, la quietud resignada que
producen los imperios.
De este shalom nada dicen y nada saben los supermercados y similares. Algo -o mucho- puede quedar en algunas tradiciones navideñas de todos los tiempos: el gozo de reunirse en familia. En esos días puede haber incluso signos de reconciliación. Y ojalá se mantenga esa tradición secular que nació mucho antes del árbol de navidad, de Olentzaro y de los supermercados.
De este shalom nada dicen y nada saben los supermercados y similares. Algo -o mucho- puede quedar en algunas tradiciones navideñas de todos los tiempos: el gozo de reunirse en familia. En esos días puede haber incluso signos de reconciliación. Y ojalá se mantenga esa tradición secular que nació mucho antes del árbol de navidad, de Olentzaro y de los supermercados.
Jesús de Nazaret. Desafortunadamente es todo menos obvio mencionar a Jesús de Nazaret en estos días de navidad. Los supermercados no saben que hacer con él, incluso las iglesias -con frecuencia- se quedan en el "niño Dios", sin añadir que ese niño, refugiado político o económico en Egipto, llegó a ser el Jesús que salió de su casa, se fue al Jordán a escuchar a Juan y apareció junto con el pueblo para ser bautizado, el que anunció a los pobres la venida del reino, sintió compasión por ellos hasta revolvérsele las entrañas, los sanó y los defendió de sus opresores, se enfrentó con éstos y por ello murió crucificado. Y el Padre no le dejó morir para siempre.
Para los creyentes esto es el abece de nuestra fe, pero puede estar inexplicablemente ausente los días de navidad. No así en las tradiciones navideñas de los Evangelios. Jesús de Nazaret no está ausente. En el Magnificat, María preanuncia a Jesús y reza a Dios como él: "Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada". El anciano Simeón proclama con gozo que ya puede morir en paz, pues "sus ojos han visto al salvador que iluminará a todos los pueblos", y añade que será "señal de contradicción" a fin de que "queden al descubierto las intenciones de muchos corazones". Unas buenas gentes llegan de lejos para ponerse a su servicio, mientras Herodes "manda matar a todos los niños de Belén y de toda su comarca de dos años para abajo".
Cuando
Dios quiere no ser sólo Dios. Los días de navidad son festivos, y ello
posibilita el descanso y el acercamiento dentro de la familia. Debiera
posibilitar también la reflexión: en definitiva qué somos nosotros si se nos
dice que "ese niño es Dios". La respuesta no es fácil, pues la pregunta
introduce a los creyentes en el misterio de Dios. Y a todo el mundo, también a
los no creyentes, los relatos de navidad debieran hacerles pensar en qué
consiste el misterio de lo humano.
Conocemos a muchos hombres y mujeres concretas, y nos conocemos a nosotros mismos. Sabemos de lo bueno y de lo malo de los seres humanos. Sabemos de sus posibilidades y sus limitaciones. Pero lo más hondo nuestro se nos escapa. Y es que navidad dice que en un ser humano se ha hecho presente el misterio de Dios. "En Jesús ha aparecido la benignidad de Dios", dice la carta a Tito. Los seres humanos estamos transidos de Dios, somos portadores, en carne, pequeña y limitada, del misterio de Dios.
En dos mil años esto se ha dicho de mil maneras. Decía Karl Rahner que "el hombre surge cuando Dios quiere ser no sólo Dios". Leonardo Boff dice hablando de Jesús de Nazaret: "así de humano sólo puede ser Dios". Hoy se ve cómo renace siempre ese misterio de la vida, el misterio de Dios, allí donde hay un gran amor.
Cada quien sabrá qué piensa del misterio del ser humano, de ser él y ella hombre y mujer sobre esta tierra. Navidad nos invita a pensarnos desde el misterio de Dios. Y esta audacia de los creyentes está posibilitada por una audacia mayor, que es el mensaje de navidad: Dios puede -y tiene que- ser pensado desde lo humano, porque, antes, decidió "empequeñecerse" y mostrarse en un ser humano como todos nosotros, Jesús de Nazaret.
Conocemos a muchos hombres y mujeres concretas, y nos conocemos a nosotros mismos. Sabemos de lo bueno y de lo malo de los seres humanos. Sabemos de sus posibilidades y sus limitaciones. Pero lo más hondo nuestro se nos escapa. Y es que navidad dice que en un ser humano se ha hecho presente el misterio de Dios. "En Jesús ha aparecido la benignidad de Dios", dice la carta a Tito. Los seres humanos estamos transidos de Dios, somos portadores, en carne, pequeña y limitada, del misterio de Dios.
En dos mil años esto se ha dicho de mil maneras. Decía Karl Rahner que "el hombre surge cuando Dios quiere ser no sólo Dios". Leonardo Boff dice hablando de Jesús de Nazaret: "así de humano sólo puede ser Dios". Hoy se ve cómo renace siempre ese misterio de la vida, el misterio de Dios, allí donde hay un gran amor.
Cada quien sabrá qué piensa del misterio del ser humano, de ser él y ella hombre y mujer sobre esta tierra. Navidad nos invita a pensarnos desde el misterio de Dios. Y esta audacia de los creyentes está posibilitada por una audacia mayor, que es el mensaje de navidad: Dios puede -y tiene que- ser pensado desde lo humano, porque, antes, decidió "empequeñecerse" y mostrarse en un ser humano como todos nosotros, Jesús de Nazaret.
Eguberrien inguruan: Rufino Iraola
Niri ongi iruditzen zait Eguberriak denek ospatzea, bakoitzak bere esanahiarekin
Behin San Tomasak ezkero –etzi osasunaren
eguna, bihar ez zaigu tokatuko-eta loteriarik–, Eguberritan gara.
Urteroko legez, zorionak denoi: ondo denak disfruta dezala osasunaz eta
oker dabilenak izan ditzala indarra eta duintasuna, egoerari aurre
egiteko.
Gure kulturan, ‘Jesusen jaiotza’ ospatzen
da; kontsumo-bizitzari gero eta lotuago ospatu ere. Horretan, fededunak
eta gabeak, denak berdintsu. Badabil debate bat, Gabonak jai
erlijiosoak ote diren ala hein handian soilik kulturalak: tradizio,
usadio eta ohitura bilakatu ote diren. Bietatik izango du, baina
erlijiosotik gero eta gutxiago.
Niri ongi iruditzen zait Eguberriak denek
ospatzea, batzuek esanahi erlijiosoarekin eta besteek adiera
kultural-mitikoarekin. Denek kabitu behar dute hemen eta ez da problema
kristau tradiziotik datorren ospakizun bat ‘profano’ edo sekular
bihurtzea, haria nondik datorren ahanzten ez bada.
Haria ez galtzeaz gain, minimo batzuk
guztiok gogoratu eta errespetatu beharko genituzke, hau da, elkartasuna,
enpatia, askatasuna, karitatea, adiskidetasuna eta alor semantiko
horretako guztiarekin erlazionatua. Horrek sinestunak bezainbat
behartzen eta obligatzen ditu fedegabeak. Belengo haurtxoak denentzat
izar izaten jarraitzen du.
Eguberriei begira beste maila batean
jartzen bagara, debate berria erraz sortzen da: ebanjelioek kontatzen
dutena ez dela historikoa, eta abar. Egia esan, hainbat aldiz entzun
dugunez, hein handian, dizipuluen eta lehen komunitateen ‘premien’
arabera moldatuak daude. Ez dakigu, noski, Jesus noiz jaio zen.
Baina axola al dio ebanjelioek diotena
guztiz historikoa ez izateak? Joxe Arregik esango lukeenez: “Jesusen
gauzarik errealenak ez dira historikotzat froga litezkeenak, bere
Biziaren sakontasuna baizik. Ez zen izan Aingeru Gabrielen
anuntziaziorik, ezta Belengo artzainen bisitarik ere, edo Errege
Magoenik, ez birjinagandiko jaiotzarik, ez ogi eta arrainen miraririk
edo piztuera fisikorik. Baina ba al dago, zinez, kontatu nahi diguten
‘esan ezinezko hori’ baino errealagorik?”.
Bukatzeko –beste debate bat hau ere–,
Mertxe Renobales-en artikulu batetik zatitxo bat: “Jainkoa ez da
[kreazioz] kanpoko izate bat. Nik Jainkoa deitzen diot Unibertsoaren eta
Biziaren oinarri eta iturri den Energiari; zelula batetik, denbora
geologikoan zehar, milioika izaki bizidun sortzen dituen Ahalmenari; arazoak gainditzeko, erori naizenean, berriro zutik jartzeko nire baitan dagoen Indarrari eta nire Maitasunerako jarreran agertzen denari”.
Anunciaciones: Dolores Aleixandre
Como de niña aprendí la geografía con la ayuda de mapas de cartón, lo de Google Maps me parece un invento mágico y le he cogido gusto a lo de irme acercando a los lugares a golpe de click. Se lo aplico también a la escena de la Anunciación a María y me asombro de lo bien que encaja con la manera de contarlo del evangelio porque el texto va avanzado también por impulsos/ golpes de click.
Empieza por un plano general y lejanísimo en el tiempo: « Al sexto mes…»... (Vaya manera rara de datar un acontecimiento, piensas, a quién le importa cuándo salía de cuentas Isabel, por muy Priest's wife que fuera).
Otro click: «fue enviado por Dios el ángel Gabriel…» (Qué error recurrir a intermediarios - sigues pensando- con lo que lían tantas veces los recados las personas interpuestas...); «a una virgen...» (“será porque usted quiere, señorita”, decían antes en plan cortesía si te presentabas como soltera...); «desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David» (otro error: lo que le va a costar después a Jesús deshacer el malentendido de la realeza…).
“Y le dijo el ángel: ¡Alégrate llena de gracia!” (¿Realmente era eso lo más importante que tenía Dios que decir en el momento trascendental de la Encarnación? ¿No se esperaría algo más enérgico, más tipo 155 en plan “Convertíos”, “Obedecedme” o “Cumplid mis constituciones y leyes”? ¿A santo de qué darle tanta importancia a la autoestima de aquella chica, si ella ya tenía el master de doble titulación bilingüe “Fullofgrace & Buenapersona” concedido por el vecindario de Nazaret?).
“No temas, María, has encontrado gracia ante Dios…” Más de lo mismo: ni un imperativo, ni una orden, ni una amenaza tipo secretodefátima…, en fin, lo que se esperaría de un Dios más homologado con nuestro imaginario. Y en vez de eso: “concebirás y darás a luz un hijo…”
Más de veinte siglos de cristianismo y aún extrañados de que el globito rojo y parpadeante del “Aquí, aquí está Dios”, coincida con la alegría, la gracia, la noticia de que “le caemos bien”, la invitación a que acojamos a su Hijo en el seno de nuestra vida, porque es así como nos ensanchamos y nos desplegamos y nos volvemos fecundos.
Más de veinte siglos de predicación y catequesis contando la parábola del tesoro escondido y poniendo el acento en que aquel hombre renunció a todo y lo vendió todo para comprar el campo, y pasando por alto lo más importante: si vendió todo lo demás, fue precisamente por la ALEGRÍA que le daba lo que había encontrado.
Menos mal que ha llegado un Papa que usa Gaudium y Laetitia en los títulos de sus primeros documentos. Menos mal que alguien nos invita a recordar que en la otra anunciación, la de los pastores de Belén en aquella bendita noche, el anuncio fue: ¡ALEGRAOS!
Cinq idées pour garder l’esprit de Noël
Recueilli
par Claire Lesegretain, Mélinée Le Priol, Marie Malzac et Malo Tresca, , le
21/12/2017 à 18h17
Solidarité, sobriété,
attention à ses proches, silence, respect de l’environnement :
« La Croix » met en valeur des initiatives destinées à vivre un Noël
loin de l’hyperconsommation.
Cette année, j’ai donc privilégié des cadeaux solidaires pour aider à ne pas se recroqueviller sur son besoin de consommer. À l’intention de mes proches, j’offre des dons d’environ 20 € à diverses ONG : campagne de vaccination en Afrique avec l’Unicef ; achat d’une poule ou d’une chèvre pour des familles pauvres par le biais de l’ONG World Vision ; parrainage de scolarisation avec Enfants du Mékong…
Mes proches reçoivent alors une carte de remerciement les informant de la famille qui, grâce à eux, pourra être aidée. J’ai fabriqué également des produits cosmétiques avec des huiles essentielles. Pour mes voisins et collègues, j’ai confectionné une trentaine de sachets avec des friandises faites maison et une jolie carte de Noël. Lorsque je raconte cela, je passe un peu pour la hippie de service, mais je sais que mes cadeaux ont du sens. »
« Au pied du sapin, des mots doux »
Alice Erard, 42 ans, journaliste, Paris
« L’idée m’a été soufflée l’année dernière par la directrice du collège de ma fille. Avec mon mari, mes trois enfants, mes parents et mes frères et sœurs, nous l’avons appliquée à Noël dernier et cela nous a beaucoup plu. Le principe est le suivant : en plus des cadeaux que l’on trouve au pied du sapin, chaque membre de la famille y dépose un « petit mot d’amour » pour chacun des autres membres. Sur cette carte, on n’a le droit d’écrire que du positif : « je t’aime parce que » ou bien « j’ai adoré faire telle chose avec toi », par exemple. Chaque mot est personnalisé et ma plus jeune fille nous a fait des dessins.
Enfin, pour moi, ces messages de tendresse sont de véritables cadeaux de Noël : on en garde une trace écrite, quand les paroles s’envolent… D’ailleurs, alors que j’ai déjà oublié ce que contenaient mes paquets reçus à Noël dernier, je me souviens de tous mes mots doux. »
« Accueillir une personne seule à la table familiale »
Solange Pelan, 61 ans, infirmière, La Celle Saint-Cloud (Yvelines)
« Enfant, j’habitais dans la campagne limousine : avec mes frères et sœurs, nous partions, un peu avant Noël, distribuer des petits cadeaux dans les fermes des alentours. Aujourd’hui, j’essaye, à rebours de la société de consommation, de recentrer cette fête sur le partage et sur l’accueil. Depuis quelques années, nous essayons de nous rapprocher, quand l’occasion se présente, d’une personne seule à Noël : une cousine un peu isolée, une personne de la paroisse, séparée de sa femme, qui nous demande en toute humilité si elle peut s’inviter chez nous…
L’an dernier, mes enfants ont naturellement proposé à une jeune femme d’origine africaine – et dont toute la famille, y compris son fils, était restée là-bas –, de se joindre à nous pour le repas du 25 décembre. Fraîchement arrivée dans notre ville, elle ne connaissait pas grand monde, et cela a été une joie, très simple, de partager ce que nous avions avec elle.
Nous avons pu rester un peu en relation les mois suivants, et la mettre en lien avec une famille pour l’aider ensuite à trouver un travail de garde d’enfants. Particulièrement pour Noël, nous ne devons pas rester des chrétiens de l’entre-soi ! Accueillir pour cette fête une personne seule à sa table, c’est en quelque sorte remettre à l’honneur la vieille tradition de garder « une place pour le pauvre ou l’étranger », en recevant avec simplicité. »
« Pas de courses au dernier moment »
Hervé de Portzamparc, 39 ans, employé de la Sécurité sociale, Asnières (Hauts-de-Seine)
« La Nativité a eu lieu dans une grande simplicité, il me semble important de faire mémoire de cela. Je trouve que notre société la dénature totalement en poussant à la surconsommation, dans un bruit permanent. Ce n’est pas forcément facile de se recueillir dans ces conditions, cela demande un véritable effort. À l’approche de Noël, j’essaie donc de faire silence autour de moi. Je ne fais aucune course le 24 décembre, mais je refuse aussi de me rendre dans de grands centres commerciaux pendant le temps de l’Avent.
Dans les jours juste avant Noël, je réduis ma consommation d’Internet et de radio, afin d’être plus disponible à la prière et à la lecture, mais aussi aux autres, et en particulier à mes proches ».
« Un repas plus sobre, mais non moins festif »
Marie Jacquet, 48 ans, mère au foyer, Bordeaux (Gironde)
« Il y a deux ans, nous avons décidé, avec mon mari, de bousculer doucement les habitudes familiales pour revenir à une alimentation plus éthique. Cette prise de conscience s’est faite progressivement, par différents chemins, après avoir lu pour ma part Graines de possibles : regards croisés sur l’écologie, un livre d’entretien entre Pierre Rabhi et Nicolas Hulot, et discuté avec des voisins qui privilégiaient les « circuits courts » de production, mais aussi en nous intéressant à la conversion écologique appelée par le pape François.
Achat de produits bios, cuisine de légumes de saison, culture d’un premier petit potager dans notre jardin… Peu à peu, nous avons modifié notre mode de consommation. Même si c’est plus difficile pendant la période des fêtes, nous essayons de maintenir, autant que possible, ces gestes simples.
––––––––––––
A Belén: Joxe Arregi
“Vamos a Belén”, se dijeron los pastores, entre animosos y turbados, según el relato del evangelio de Lucas. Es de noche y están a la intemperie, las ovejas que cuidan a turnos no son de su propiedad, el pan de mañana para sus hijos es incierto. De pronto la noche se ilumina, irrumpe la voz de un ángel, del Fondo mejor del corazón de la vida. “No temáis. En Belén os ha nacido el mesías liberador”. Y allí se encaminan. Bellísimo relato, cuya verdad no hemos de buscar en el hecho histórico, sino en la metáfora. Una metáfora poética, profética, política. Inspirada y vigorosa metáfora teológica de Dios o de la Vida que ha de nacer, que hemos de gestar y cuidar. “Vamos a Belén”, quiero decirte también yo, amiga, amigo, desde el fondo de mi alma en este día de Nochebuena, a pesar de que la aurora del sol naciente, la Natividad del único Dios verdadero, la Paz y la Liberación de todos los vivientes, parece aún tan lejano, tan incierto. Vamos a Belén. ¿Pero a qué Belén? ¿Al antiguo Belén de Judea? ¿O al Belén de las ficciones y de las creencias? Vamos más bien a los Belenes -son tantos- de tierra y de carne que pueblan la Tierra. Son más de ciento treinta ciudades, pueblos, aldeas o lugares que se llaman Belén: de Chile a México, de Argentina a Estados Unidos, de Colombia a Costa Rica, de Venezuela al Salvador, de Uruguay a Guatemala, de Paraguay a Cuba, de Honduras a Perú, de Panamá a Ecuador, Bolivia y Brasil, de Filipinas a Indonesia, de Chequia a Guinea Ecuatorial y de Turquía a Polonia, Grecia, Portugal, España… Lugares sin fin de todos los continentes. Y el Belén de los profetas y de los evangelios, el que ha dado nombre a todos los lugares que se llaman así. Pero ese Belén es hoy una ciudad de la Cisjordania palestina ocupada por Israel. Está a 9 kilómetros de Jerusalén, que significa “ciudad de paz” pero es en realidad ciudad de violencia, de la que no hay un único responsable, pero sí un responsable mayor: el estado de Israel con su poderoso aliado, los Estados Unidos de América. Belén de Palestina con sus 25.000 habitantes, todos extranjeros en su tierra, la mitad cristianos y la otra mitad musulmanes, muchos de ellos refugiados palestinos, doblemente extranjeros. Belén rodeado, aislado más bien, por un muro inhumano erigido por el estado israelí, muro de cemento y de soldados que restringen a capricho la libertad de entrada y de salida de sus habitantes.
Belén es toda la geografía del planeta en su diversidad y paradojas, con sus dramas más terribles y con sus sueños más bellos. Es figura de todos los Belenes. Imagen de todas las injusticias y grietas del mundo. E imagen de otro mundo que hemos de engendrar, imagen del poder de lo pequeño y lo sencillo, de la bondad más fuerte, de la fe en la vida y en la humanidad a pesar de todo.
No en balde Belén significa “ciudad del pan”, del pan que falta a tantos, de tanto pan que despilfarramos, de la tristeza de la codicia, de la alegría de la comensalía, de la felicidad de la bondad y del compartir, la única felicidad verdadera. Belén es el nombre de esa ciudad futura de todos los hombres y mujeres, de todos los vivientes.
Ése es el Belén del que nos hablan los Evangelios. Los evangelios no son crónicas de lo que alguna vez sucedió en el campo de los pastores a las afueras de Belén de Judea. Son más bien profecía de lo que hemos de hacer que suceda: que haya pan, libertad, igualdad para todos. Aunque Jesús no hubiera nacido en Belén, sino en Nazaret, como seguramente nació, y aunque María no fuera físicamente virgen y José fuera, como sin duda fue, el padre de Jesús, eso no restaría nada al mensaje evangélico ni habría de afectar en nada a la fe de los cristianos de hoy. Pues, al igual que los poemas y las profecías, los evangelios se escribieron para mover el corazón y liberar la esperanza, siempre tan amenazada. No se escribieron para contar el pasado, sino para imaginar y suscitar el futuro.
Vayamos, pues. Delante del Belén de nuestra casa, quiero inclinarme ante el niño Jesús - profecía de la Humanidad- como María y José. Y volver a soñar, y que el sueño me impulse a construir el Belén de un futuro mucho mejor para todos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario