Maribel Egiluz lleva casi cuarenta años como misionera en la República Democrática del Congo
La igorretarra denuncia que pese a que el país cuenta con riqueza, esta no llega nunca al pueblo, escribe Iker Ugarte en DEIA.
Igoreko KTko umeakaz |
Su proyecto tiene cuatro ejes fundamentales, que son la acción pastoral;el ámbito social;la educación y la enseñanza, y la labor sanitaria. En lo que respecta al ámbito sanitario, “sobre todo trabajamos en campañas de prevención, cuidando aspectos como la higiene diaria, vacunas, curas, cómo alimentar a los niños, etc.”, explica. Cuentan con dos centros de salud y además “también estamos presentes en otros centros médicos de la Diócesis de la Iglesia católica”.
En lo social y la enseñanza, además de gestionar un centro de acogida
para niñas y niños huérfanos y para mujeres, se llevan a cabo proyectos
concretos para formar “a las mujeres, como con cursos de corte y
confección y otras materias para ayudarles a encontrar un trabajo”,
cuenta. Además de toda esa labor, también “hacemos una labor pastoral,
en la cual se da catequesis, etc.”. Desde que llegara a África, “siempre
he visto muchas necesidades, y puedo decir que hay muchas personas que
no pueden vivir dignamente”. Asimismo, lo más duro es que “todavía hay
niños que se mueren de hambre”, y eso a pesar de que “es un país con
mucha riqueza, porque hay muchos minerales, pero esa riqueza casi nunca
llega al pueblo”, indica.
Egiluz asegura que siente que su casa está en el país africano, aunque siempre ha tenido sentimientos encontrados, ya que tiene familia en Arratia. “Todavía no me lo he planteado pero es muy probable que acabe volviendo a Bizkaia”, admite. En este sentido, “siempre echas de menos a la familia, pero la gente de allí te necesita mucho”.
Opina que “donde estás, intentas vivir plenamente, con alegría y optimismo, siempre pensando más en los demás que en una misma”, y eso es lo que ha hecho, vivir día a día, convencida de que su sitio durante todos estos años ha estado junto a los más necesitados. Si hace un repaso de todo lo que han dado de sí casi cuatro décadas de misionera, asegura con una sonrisa que “después de tantos años en África soy feliz”. Egiluz destaca que “debemos estar abiertos a esa luz que nos dice que la vida está hecha para todas las personas, y si no luchamos porque sea más igualitaria, la vida de algunas personas puede convertirse en esclavitud”.
Tonbolaren aldeko andrakaz |
Egiluz asegura que siente que su casa está en el país africano, aunque siempre ha tenido sentimientos encontrados, ya que tiene familia en Arratia. “Todavía no me lo he planteado pero es muy probable que acabe volviendo a Bizkaia”, admite. En este sentido, “siempre echas de menos a la familia, pero la gente de allí te necesita mucho”.
Opina que “donde estás, intentas vivir plenamente, con alegría y optimismo, siempre pensando más en los demás que en una misma”, y eso es lo que ha hecho, vivir día a día, convencida de que su sitio durante todos estos años ha estado junto a los más necesitados. Si hace un repaso de todo lo que han dado de sí casi cuatro décadas de misionera, asegura con una sonrisa que “después de tantos años en África soy feliz”. Egiluz destaca que “debemos estar abiertos a esa luz que nos dice que la vida está hecha para todas las personas, y si no luchamos porque sea más igualitaria, la vida de algunas personas puede convertirse en esclavitud”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario