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lunes, 21 de mayo de 2018

Dima, Igorre, Zeanuri & Artea: Eguzkia behar dau Fedearen arboleak

Dima
Euriagaz nahikotuta gagoz, baina ez dago gure esku. Eguzkia gura dogu, eguzkia behar dogu. Gure Fedearen arboleak be eguzkia behar dau, Jainkoaren laztana, Espiritu Santuaren gozotasuna handitzen jarraitzeko...
Eta hona hemen Dimatik etorri jakun argazkia: frutuak be hasi dira! Frutu bako fedea, fede hila da, esaten eban Santiago Apostoluak. Gure frutuetatik ezagutuko gaitue, gogoratzen euskun Jesusek!




Igorre
Zeanuri

Artea
Igorre KT02
Igorre KT03


Igorre KT01


Igorre KT04
Fedearen arbolea handitzen-handitzen doa. Baina oraindino ez dau fruturik emon, Jesusek nahi dauan fruturik. Arboleak sustraiak ditu lurrean; ura behar dau nutrienteak xurgatzeko eta biziteko, baina hori ez da nahikoa, zeozer gehiago behar dau. Eguzkia behar dau, eguzkiaren beroa eta argia. Eguzkiaren berotasuna eta argia Jainkoaren samurtasun eta maitasunagaz konparauko dogu bizitzan. Hori aintzat hartzea oso inportantea da, fedea ez dalako etika hutsa. Ez da agindu sorta bat; hamar edo hamaika agindu: lehen, Moisesek erakutsitako hamar aginduak; orain, komunikabideetan agertzen jakuzan agindu barriak...


Jainkoaren laztana: Espiritua




Aunque el árbol de la fe sigue creciendo, todavía no ha dado su fruto, no ha dado el fruto que Jesús desea. Para conocer qué tipo de frutos quería Jesús hemos de recurrir al Evangelio. Los frutos a los que Jesús nos llama son la verdad, la sinceridad; ¡sin mentiras!

Un árbol tiene sus raíces en la tierra; necesita agua para absorber los nutrientes y mantenerse, pero con eso no basta, nos falta algo más. Necesita del sol, su calor y luminosidad. En la vida lo vamos a equiparar con la necesidad que tiene el creyente de sentir el cariño y amor de Dios. Esta relación de afecto con Dios es un elemento primordial ya que la fe no es mera ética. No se trata de un compendio de leyes. Primero, los diez mandamientos de Moisés. Ahora, la nueva normativa que nos imponen los medios de comunicación.
 



Para profundizar

Hoy en día nos encontramos saturados por el ruido, siempre hay alguna melodía o pitido alrededor. Hoy en día se nos anima a salir de casa, a festejar con la cuadrilla, a conectarnos... Esto reduce el espacio de nuestro espíritu, lo silencia, hace que se diluya y desaparezca entre el ruido y la gente. Para sentir y ejercitar el espíritu son necesarios el silencio y la soledad.

El silencio y la soledad producen miedo. La nada, el vacío, la no productividad crean inseguridad. Resulta más fácil aprender música, arte o un idioma, que aprender a ser uno mismo. Es duro enfrentarnos a lo que realmente somos y entrenarnos para mostrarnos tal cual somos ante los demás y ante Dios.

La soledad y el silencio nos darán la oportunidad de:
1- Conocernos a nosotros mismos
2- Conocer lo que de verdad pensamos
3- Demostrar lo que sentimos en nuestro interior.

La soledad proporciona paz y serenidad al espíritu, ayuda a que la vida fluya, posibilita el pensamiento y la toma de decisiones. He aquí la cuestión: el dolor de sentirse solo o la gloria y posibilidad de estar a solas. Esta será una de las maneras de recibir los abrazos de Dios.

Francesc Torralba (2014), Inteligencia espiritual en los niños, Barcelona, pág 267.  La experiencia del silencio.

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