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miércoles, 10 de febrero de 2021

Despilfarro de alimentos: actuar ya: Julen Rekondo

Siguiendo con la entrada anterior, con motivo de la Campaña contra el Hambre de Manos Unidas, recuperamos este magnífico artículo de Julen Rekondo. Tal vez algún día llegue este tema incluso a los comedores escolares de Arratia.

EL despilfarro es un problema característico de las sociedades desarrolladas, que cada año provoca la pérdida de miles de toneladas de alimentos. Ni más ni menos, cada habitante de la Unión Europea desperdicia de media 179 kilos de alimentos en buen estado al año, es decir medio kilo de comida diario.


 Si hablamos de porcentajes en las fuentes de los residuos alimentarios, nos encontramos que un 42% corresponde a los hogares; un 39%, a la industria manufacturera; un 14%, a los servicios alimentarios, y un 5%, a la venta. Las cifras hablan por sí solas.

Pero todavía son más impactantes cuando conocemos que en la Unión Europea (UE) viven ochenta millones de personas por debajo del umbral de la pobreza y que en el mundo 800 millones de personas sufren hambre.
Son muchas las iniciativas públicas y privadas que se han puesto en marcha para reducir tal despilfarro alimentario, pero a pesar de la enorme voluntariedad, generosidad y solidaridad de las que están impregnadas no pocas de ellas son todavía insuficientes.

Areatzako KT ogia konpartitzen
En los últimos años, la UE contempla esta problemática como uno de los puntos a abordar en la llamada economía circular. Así, la Comisión de Medio Ambiente de la Eurocámara votó el pasado 24 de enero cuatro enmiendas al proyecto legislativo de residuos de la CE. Concretamente, la citada comisión quiere que para 2030 la tasa de reciclaje de residuos alcance el 70% en la UE, frente al actual 44%, y que al mismo tiempo se limite el vertido al 5%. Igualmente, la Comisión de Medio Ambiente aboga por una reducción de los residuos alimentarios del 30% en 2025 y del 50% en 2030, tomando 2014 como año de referencia. Estas cuatro propuestas al paquete de residuos se llevarán el próximo marzo al pleno de la Eurocámara de Estrasburgo para ser votadas.

Hasta aquí muy bien, y bienvenidas sean si son aprobadas, como parece. Ahora bien, no vendría nada mal que al presentar estas propuestas y argumentar el por qué de las mismas, se hiciera una recopilación de diversas iniciativas exitosas que ya se vienen haciendo en la misma Europa en la lucha contra el despilfarro alimentario.

Dinamarca ha reducido un 25% el despilfarro alimentario en los últimos cinco años gracias a campañas secundadas por cadenas de supermercados y empresas

Algunas de ellas quizá ya las conocemos. Me refiero a las medidas individuales que podemos poner en práctica como la compra responsable, la buena conservación de los alimentos, el aprovechamiento de las sobras para elaborar un nuevo plato, etc. Pero hay otras medidas que implican normativas obligatorias y otras públicas y privadas que, por su interés, merece la pena difundir e impulsar.

Entre las primeras, es bueno recordar la aprobación por parte del Parlamento francés en febrero de 2016 de la prohibición a los supermercados de tirar la comida, obligando a los establecimientos con una superficie superior a 400 metros cuadrados a firmar contratos, antes de junio de 2016, con organizaciones humanitarias para la donación de alimentos. Pero, junto a esta iniciativa de donación de alimentos por ley, que sería importante extender al Parlamento Europeo, está también la necesidad de que a muchas de estas organizaciones receptoras, como los bancos de Alimentos, se les dotase, ya se hace en algunos casos, de los medios necesarios para almacenar un determinado volumen de alimentos, lo que añade gastos resultantes de locales más grandes, camiones para el transporte, cámaras frigoríficas para la conservación de alimentos, etc., paquete de ayudas que no figuró cuando se aprobó la ley francesa.

También hay otras iniciativas interesantes que deberían ser conocidas y que, en el caso de Dinamarca, ha permitido la reducción de un 25% del despilfarro alimentario en los últimos cinco años gracias a activistas, como el movimiento Stop spild af mad (Freno al desperdicio de comida, en danés), que a través de diversos medios han sacudido las conciencias y a la que han secundado con diversas iniciativas algunas cadenas de supermercados y empresas.

Así, tenemos a los establecimientos de Rema 1000 (cadena de supermercados) en los que se venden hortalizas por unidad, en lugar de manojos o bolsas. Eso ayuda, sin duda, a comprar solo lo que se necesita. O, también, por otro lado, en las cámaras de paquetes de carne, las chuletas y pechugas con una fecha de caducidad muy corta portan una pegatina llamativa y un precio reducido. Otro dato a destacar es que no hay ofertas de 3x2, que tanto inundan las estanterías de nuestros supermercados e hipermercados. Y podríamos seguir con más ejemplos.

Finalmente, otro aspecto a reseñar: el pasado año se abrieron en Copenhague los dos primeros locales de la cadena de supermercados WeFood, que se caracteriza por vender los alimentos que otros supermercados han desechado o productos que tienen la fecha de caducidad próxima o la han sobrepasado, con un descuento de entre el 30% y el 70%. La iniciativa ha tenido gran éxito, pero la concienciación de la ciudadanía sobre el consumo puede dejar a esta cadena sin suficientes provisiones para llenar sus estanterías.

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