Hace unos días encontré dos reflexiones sobre el bautismo y sobre la muerte casi simultáneamente. Amatiño escribía sobre la muerte, Dionisio Amuindarain sobre el bautismo. Dos refelxiones complementarias, ambas interesantes.
Hermanos y hermanas, todavía no hace muchos años, en nuestro mundo
occidental, estaba de moda bautizar casi a todos los niños y niñas. Hoy,
al contrario, parece que está de moda, aunque no en la misma medida, no
bautizar a nadie, escribe en su blog Dioniso Amundarain.
Vosotros, padres, habéis decidido bautizar a Iker. De mi parte no puedo
menos que felicitaros por ello. Al mismo tiempo, desde el fondo de mi
corazón, con todo mi amor y cariño, os quisiera recordar que ello supone
asumir un quehacer. Pero quiero recordaros que un quehacer no es
trabajo si es realizado con amor.
Voy a ser sincero. Bautizar a un niño, hermanos y hermanas, es asumir,
por una razón sobreañadida, el quehacer con el que os habéis
comprometido al decidir traerlo a este mundo.
¿Verdad que al traerlo al mundo, no lo habéis hecho para dejarlo a su
aire? ¿Para que se las apañe, desde un comienzo, un poco a lo Robinson
Crusoe?
Traer al mundo implica facilitarte una educación integral. He dicho facilitar. No se trata de imponer.
Al bautizarlo, se asume esa voluntad por una razón más. Brevemente, ¿cómo podríamos describir todo ello?
La educación es tratar de poner en el corazón del niño una esperanza. Y
en el caso de un educador cristiano esa esperanza es Dios. Esto implica
que quien trata de educar vive, al menos en una cierta medida, esa
esperanza.
El mayor servicio que se puede conceder a una criatura es ayudarle a
encontrar las razones de esa esperanza. Pero un educador cristiano sabe
que esa esperanza se la dará solamente Dios, el Dios de Jesús de
Nazaret. Ya lo dijo Dios al comienzo de la creación: Hagamos al hombre,
hagamos a la mujer. Con la venida de Jesús al mundo, Dios ha querido dar
a conocer, que «ese hagamos» no consiste solamente en el hacer
biológico.
No. Jesús ha venido a ser luz para el mundo que vivía en tinieblas, para
el mundo que vivía sin ilusión, sin un horizonte, sin una esperanza.
Jesús ha venido a ser luz y esperanza.
Esa es la labor de toda educación. Colaborar con Jesús, para que esa criatura llegue a ver y vivir esa esperanza.
Hermanos y hermanas, no quiero alargarme. No dejéis a Iker que ande
demasiado tiempo a gatas, mirando solo al metro cuadrado que pueden
alcanzar sus ojos. Ayudadle a ponerse de pie, a caminar de pie. Abridle
un amplio horizonte. De la misma manera, no lo dejéis solo con lo que su
mente puede percibir. Ayudadle a ampliar su visión de vida, su visión
de la sociedad, su visión de la eternidad.
Padres, padrinos, parientes, ser dadores de esperanza. Dadores de
esperanza auténtica. Que Jesús os acompañe. Mejor dicho, que acompañéis a
Jesús. Su Espíritu os abrirá a vosotros mismos unos horizontes
insospechados. Os lo deseo de todo corazón. Con todo mi corazón. Ánimo.
Dionisio Amundarain
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