La procesión y el resto de actos estuvieron marcados por el gran ambiente a pesar de la lluvia, escribe Iker Ugarte en DEIA.
No todo van a ser corazones en el día de los enamorados. El 14 de febrero se asocia inmediatamente a esos iconos, pero hay tradiciones que son una excepción y que representan una manera diferente de vivir este día. Una de estas tradiciones es la que tuvo lugar ayer, como cada 14 de febrero en Zeanuri. Y es que, ya son 57 años los que llevan cumpliendo con la costumbre de medir una encina situada a escasos metros de la ermita de la Piedad. Este acto fue uno de los que conformaron la fiesta en honor a San Valentín, en el barrio de Eleizondo de dicho municipio. En este sentido, la jornada de ayer comenzó con la misa en honor al santo que tuvo lugar en la parroquia de Andra Mari, muy cerca de la ermita.
Precisamente, tras la misa, la imagen del santo fue trasladada a esta ermita de la Piedad, donde permanecerá hasta el próximo año y en la que se bendijo el pan que posteriormente se degustó en el barauskarria.
Una vez terminados los actos más protocolarios, tuvo lugar la medición de la encina. Se trata de una tradición que comenzó el año 1959 y que se ha ido repitiendo año tras año entre los vecinos de Eleizondo.
El honor de medir la encina recayó este año en Igor Intxaurraga y su hijo Peru, de tan solo 8 años. “A partir de ahora me toca a mí medir cada año la encina y seguir así con esta tradición tan querida”, afirmaba el zeanuritarra. “Me ocupo yo porque solía ayudar al anterior medidor, Gregorio Lejarreta, al que recordaremos siempre”, comentó. Y es que, durante la jornada de ayer, se rindió un sentido homenaje al antiguo encargado de medir el árbol. Familiares y amigos fueron arropados por los asistentes en el momento más emocionante del día. Se hizo una ofrenda floral y el bertsolari Arkaitz Estiballes se encargó de poner la guinda a este homenaje con dos bertsos que hicieron florecer las lágrimas de emoción en muchos de los ojos de los presentes, que a pesar de la lluvia, se acercaron para vivir esta celebración.
la medición
El acto de medir la encina se remonta a 1959, cuando varios vecinos de Eleizondo plantaron una nueva que sustituyó a otra más antigua que se encontraba en el mismo lugar. El árbol se trasladó en un carro tirado por vacas desde el monte Eleizbaso y lo plantaron los vecinos. Uno de los que participó en el crecimiento de la nueva encina fue Iñaki Lejarza. El propio Iñaki recordaba ayer que “se comenzó a medir porque había gente que creía que no iba a tirar para adelante”. Por eso entre varios vecinos comenzaron a “regarla y ponerle una tierra adecuada para que anclara bien”. Parece que hicieron un buen trabajo, puesto que sigue firme y en pie. Además, tras la medición de ayer, se comprobó que había “engordado” tres centímetros, hasta los 188. Para terminar, se repartió panceta, vino y pastas, todo amenizado con música y buen ambiente.
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