Papa
Francisco: es atentado a la vida la muerte en el trabajo
Sobrecogidos por la muerte en accidente laboral
de Jose Saladino Orol Souto, padre de familia de 41 años, primer fallecido este
año en Euskal Herria en accidente laboral (31 muertos hasta noviembre del año
anterior en la Comunidad Autónoma
vasca, 31 familias destruidas), apenados por la poca reacción social ante estas
víctimas de nuestra sociedad y por la división sindical al protestar por estos
fallecidos, la Iglesia
de Arratia quiere compartir la siguiente reflexión:
1.- Combatir la resignación. Los accidentes y el
deterioro de la salud en el trabajo no son una fatalidad inevitable. Tienen
causas muy concretas que se pueden eliminar.
2.- Convertir la salud en el trabajo en una
prioridad social. Darnos cuenta de la gravedad de lo que ocurre. Buscar
respuestas eficaces. Generar movilización social.
3.- Promover el respeto efectivo de los derechos
laborales y combatir la precarización del trabajo. Trabajar por mejorar las
condiciones de trabajo.
4.- Denunciar la responsabilidades.
Cuando haya incumplimiento de la
Ley o malas condiciones de trabajo que ponen en peligro la
vida o la salud de los trabajadores y trabajadoras.
5.- Fomentar la cultura de la prevención en el
trabajo. Mejorar las condiciones de trabajo, la información, la formación, la
participación de los trabajadores y trabajadoras.
6.- Promover la universalidad del derecho a la
salud en el trabajo. Tener en cuenta que muchos trabajadores inmigrantes están
al margen de la cobertura debida por estar en una situación laboral irregular.
7.- Promover la solidaridad para construir una
nueva cultura de la vida. Poner en primer lugar los derechos de las personas,
la cooperación, la solidaridad especialmente con los empobrecidos.
8.- Vivir desde la cercanía a las víctimas de los
accidentes de trabajo y de la falta de salud laboral. Sólo desde la cercanía a
los otros podremos reaccionar solidariamente y acabar con lo que provoca el
sufrimiento injusto de las personas.
9.- Desarrollar mecanismos eficaces de apoyo
institucional a las víctimas de accidentes laborales y de enfermedades
profesionales, para que no se vean solas reclamando lo que les corresponde.
“Ya no podemos confiar en las fuerzas ciegas y en la mano
invisible del mercado”, nos dice el Papa Francisco en su exhortación La
alegría del Evangelio (204). Y sigue: “Estoy lejos de proponer un populismo
irresponsable, pero la economía ya no puede recurrir a remedios que son un
nuevo veneno, como cuando se pretende aumentar la rentabilidad reduciendo el
mercado laboral y creando así nuevos excluidos”. O con palabras suyas más
rotundas: "Es atentado a la vida la muerte en el trabajo porque
no se respeten las mínimas condiciones de seguridad".
A todos se nos plantea revisar nuestros criterios
de acción, a qué le damos el máximo valor y qué estamos dispuestos a hacer para
conseguirlo. El trabajo es para la vida. En último extremo, qué valor real le
damos a cada ser humano, imagen de Dios y hermano de Cristo Obrero.
Lemoa, 9 de enero de
2016
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