Entre el gran legado dejado por el sacerdote y antropólogo de Ataun figura la creación de los grupos Etniker, cuyas investigaciones dieron lugar al 'Atlas etnográfico de Vasconia', escribe Ander Manterola Aldekoa en el DEIA.
Nació en Ataun, en el Goierri de Gipuzkoa colindante con Nafarroa, al pie de la sierra de Aralar. Fue el menor de nueve hermanos de una familia que vivía del cultivo de la tierra. A los 14 años inició los estudios eclesiásticos, obteniendo las más altas calificaciones en todas las materias cursadas. Durante sus estudios se interesó particularmente por la Física y la Geología, suscribiéndose a revistas especializadas como Ibérica y Analen der Phisik. Se dedicó además por su cuenta al estudio del francés, del alemán y del inglés.
Una nueva norma metodológica.
Al igual que otros creyentes que en aquellos años se habían acercado a las ciencias positivas, sufrió durante sus estudios de Teología una crisis intelectual al tratar de encontrar los fundamentos de sus convicciones religiosas, lo que le llevó a la lectura de obras que versaban sobre el origen e historia de las religiones. Debido a esta inquietud, en el verano de 1913, siendo todavía seminarista, se desplazó a la alemana Universidad de Leipzig para seguir un curso del profesor Wilhem Wundt, especialista en Psicología Popular y autor de la obra Wölker psicologie (1909), que ya había leído. De él aprendió una norma metodológica que sería básica para sus investigaciones posteriores: "Las culturas humanas no son adecuadamente inteligibles para quien no las vive". Este principio, más perfilado en posteriores relaciones con el doctor Wundt, cambió el rumbo de sus inquietudes por las fuentes del saber. En adelante se orientará a adentrarse en el conocimiento de su entorno cultural, empezando por el más cercano, sin recurrir en primera instancia a una ciencia libresca.
Ordenado presbítero en 1914, obtuvo al año siguiente la licenciatura en Teología. En 1916 se incorporó como profesor de Ciencias a la Facultad de Filosofía del Seminario de Gasteiz, impartiendo las asignaturas de Física y Química, Geología, Paleontología Humana, Prehistoria e Historia de las Religiones. Perduró durante veinte años como profesor, ejerciendo a la vez cargos directivos como el de vicerrector.
Las leyendas que había empezado a recoger en su pueblo natal hablaban de "gentiles enterrados en Aralar". Esta creencia popular le llevó a descubrir un conjunto de doce dólmenes en esta sierra. La publicación de los hallazgos motivó una prolongada relación con el doctor Telesforo de Aranzadi, catedrático de Antropología en la Universidad de Barcelona, que sería inicialmente su guía y su mentor. A ambos se agregó el geólogo alavés doctor Eguren. Este equipo desplegó durante dos décadas una actividad arqueológica desconocida anteriormente y asentó las bases científicas de las etapas prehistóricas en el área vasca. Su contribución a la prehistoria vasca, con ser importantísima, no es el objeto de este artículo. Con todo, señalaremos que Barandiaran entabló muy pronto relación con los más afamados prehistoriadores europeos; con Henri Breuil, llamado "padre de la prehistoria europea"; con Hugo Obermaier, de la Universidad Complutense, y, sobre todo, con el prehistoriador catalán Bosch i Gimpera, con quien mantuvo una comunicación amistosa durante toda su vida.
Investigación vasca a la luz de la etnología europea
La labor arqueológica no disminuyó su inicial interés por la investigación de la mente popular y por el registro etnográfico de las costumbres; por esto que actualmente se ha empezado a llamar "la cultura inmaterial". Su ponencia Contribución al estudio paleontológico del pueblo vasco. El magismo, que presentó en Bilbao en 1919, interesó vivamente al gran etnólogo Wilhelm Schmidt, fundador de la revista Anthropos en Viena. Este le ofreció la corresponsalía para España y le invitó a participar en la Semana Internacional de Etnología Religiosa que se iba a celebrar en la localidad holandesa de Tilburg en 1922. Allí pronunció su comunicación La religion des anciens basques.
Asesorado por Aranzadi, Luis de Hoyos y el etnógrafo polaco Frankowski, creó en 1921 en el Seminario de Gasteiz la Sociedad de Eusko Folklore en la que participaban sus alumnos. Al decir de su colega don Manuel de Lekuona, esta dedicación a la investigación humanística del pueblo llano, además de novedosa, era una verdadera reforma en los estudios en el seminario y, en general, en todo el país. Su objetivo era recoger hechos relativos a la cultura tradicional, clasificarlos y darlos a conocer mediante su publicación en el Anuario de Eusko Folklore. A la vez, comenzó a publicar mensualmente un boletín de cuatro páginas, llamado Eusko Folklore. Materiales y cuestionarios, donde se recopilaban específicamente temas relacionados con la mentalidad popular. Esta publicación, de carácter personal, perduró hasta 1975. Su colección completa consta de 211 números y es el corpus de datos más importante e insustituible donde se refleja el universo mental de las poblaciones tradicionales vascas durante el pasado siglo XX. Con estos datos recogidos fiel y rigurosamente publicó sus obras y artículos sobre mitología vasca.
Gracias al intercambio de sus publicaciones etnográficas con otras entidades, sus investigaciones fueron conocidas y muy bien acogidas en los medios de su especialidad y por los etnólogos más renombrados. Por estos años fue aceptado como miembro de las sociedades etnológicas de París, Londres y Fráncfort. Pero el mayor reconocimiento a su labor científica le llegó en 1934 cuando fue nombrado miembro del Consejo Permanente de los Congresos Internacionales de Ciencias Antropológicas y Etnológicas en la reunión que esta entidad celebró en la ciudad suiza de Basilea. Permaneció en este cargo hasta 1953, asistiendo a catorce congresos internacionales, presentando su ponencia en cada una de ellas.
La Escuela Vasca de Etnografía. Eusko Folklore, que contaba con el amparo institucional de la Sociedad de Estudios Vascos, venía publicando desde 1921 sus investigaciones anuales sobre determinados temas de la cultura popular: fiestas, religiosidad, casa rural, establecimientos pastoriles, etc. En 1934 publicó en el Anuario un extenso Cuestionario para una investigación de la vida popular. Esto suponía un nuevo paso; realizar una encuesta sobre todos los aspectos de la cultura y que se investigara en todo el País Vasco.
La guerra truncó en 1936 este proyecto. Barandiaran, considerado sospechoso simplemente por su dedicación a la cultura vasca, tuvo que partir al exilio en septiembre de aquel año. No por ello interrumpió sus investigaciones. La nueva situación le ofreció la oportunidad de aplicar la encuesta etnográfica en varias localidades de los tres territorios vascos de Iparralde antes de 1940. Durante la guerra mundial fijó su residencia en Sara (1940-1953) y sobre esta localidad de Lapurdi llevó a cabo una exhaustiva monografía etnográfica que ha sido considerada modélica por reconocidos autores como Julio Caro Baroja y Michel Duvert. En 1946 creó en Sara el Institute Basque de Recherches con su revista Ikuska (1946-1951). Venía a continuar la labor de Eusko Folklore y su Anuario creados por él en Gasteiz 25 años antes.
En los años que siguieron a la Segunda Guerra Mundial tomó parte en los Congresos Internacionales de Antropología y Etnología como miembro de su Consejo Permanente. En ellos entabló relación con reconocidas personalidades en estas disciplinas como B. Malinoswki, R. Pettazoni, A. Van Gennep, A. Varagnac, Leroi-Gouran, H. Rivière entre otros. A petición de Rivière, quien era director del Musée des Arts et Traditions Populaires de París, contribuyó con sus encuestas en Sara a la del Atlas Folklorique de la France.
En 1983 regresó del exilio e inauguró en la Universidad de Salamanca, a petición de su rector, don Antonio Tovar, la Cátedra Larramendi con un curso sobre El estado actual de los estudios vascos. Al año siguiente, dentro de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, creó el Seminario de Etnología y, tras veinte años de interrupción, en 1955, publicó el volumen XV del Anuario de Eusko Folklore, con estudios sobre la vida pastoril y agrícola al que siguieron otros dedicados a las industrias y artesanías populares.
El Atlas Etnográfico de Vasconia
En un curso sobre metodología que impartió en 1962 con Julio Caro Baroja en el Museo de San Telmo de Donostia se planteó la necesidad de realizar un atlas etnográfico del pueblo vasco dada la acelerada transformación que se estaba observando en sus modos de vida tradicionales.
La posibilidad de llevar a cabo este proyecto se le ofreció en 1964 cuando don Antonio Fontán, decano de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra, le pidió que se hiciera cargo de la asignatura de Etnología del Pueblo Vasco dentro de la Cátedra de Lengua y Cultura Vascas.
Impartió estos cursos durante 17 años. Esta docencia, con un nutrido alumnado, propició que pudiera iniciar el Atlas Etnográfico de Vasconia con un programa de investigación al que denominó Etniker. Siguiendo las orientaciones más recientes de la etnología europea, redactó un nuevo cuestionario denominado Guía para una encuesta etnográfica con la finalidad de realizar una monografía etnográfica de la localidad en la que vivía el propio encuestador.
En 1969 se formalizó en la misma universidad el grupo Etniker Navarra que comenzó a publicar el resultado de sus encuestas en la nueva revista Cuadernos de Etnología y Etnografía de Navarra. En los años siguientes, Barandiaran extendió este proyecto a otras regiones vascas creando Etniker Gipuzkoa (1972), Etniker Bizkaia (1973) y Etniker Álava (1971-1975). Algunos años más tarde se agregó Etniker Iparralde (1986). Todos estos grupos Etniker, que seguían la misma metodología y el mismo cuestionario, se confederaron en 1976 en una reunión conjunta celebrada en Aralar bajo la dirección de don José Miguel de Barandiaran. En adelante se reunirían anualmente para coordinar sus trabajos. En la reunión celebrada en Ataun en 1987 determinaron, con la aprobación de Barandiaran, iniciar la elaboración y la publicación por temas del Atlas Etnográfico.
Los grupos Etniker Euskalerria, conformados por un centenar de investigadores de todos los territorios, han investigado y sintetizado la vida tradicional de manera extremadamente respetuosa con los saberes y las ideas de sus informantes, que superan el millar de personas pertenecientes a todos los territorios vascos.
El resultado de estas investigaciones ha sido la publicación del Atlas etnográfico de Vasconia que, hasta el presente, consta de ocho volúmenes de mil páginas cada uno. El proyecto Etniker, creado por don José Miguel, seguirá en adelante con nuevas aportaciones sobre la vida tradicional vasca. Su lema es: Buscamos en el pasado las raíces de nuestro futuro.
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