guganatu nahirik
zenbat maite gaituen
agertzeagatik.
Gabon-pozaren karga
dakarkit Belendik,
Eguberriren karga
gozoa dakarkit:
Jainkoa haur egin da
guganatu nahirik
zenbat maite gaituen
agertzeagatik.
(B. Gandiaga)
Adeste, fideles, laeti, triumphantes,
Venite, venite in Bethlehem:
Natum videte Regem Angelorum:
Venite adoremus, venite adoremus
Venite adoremus Dominum.
Acudid, fieles, alegres, triunfantes
venid, venid a Belén
ved al nacido Rey de los ángeles
Venid adoremos,Venid adoremos
venid adoremos al Señor.
Zatoze Kristauak, bihotzak pozturik,
zatoze guztiok Belenera;
jaio dan gure Jesus ikustera
Jauna gurtu dezagun,
Jauna gurtu dezagun,
Jauna gurtu dezagun ahuspezturik.
Un niño en brazos
Este año pusimos un Nacimiento especial, sobre un lecho de hojas granates y amarillas, de arce y de ginkgo. Es especial como el motivo por el que una comunidad de cristianos y cristianas amigas de Pamplona no s lo regaló hace unos meses. Y es especial por la hechura: una única pieza de escayola policromada, llena de movimiento y dulzura, donde José levanta en sus brazos a Jesús, estrechándolo tiernamente contra su mejilla; María posa las manos y reclina suavemente la cabeza sobre el hombro de José, el hombre bueno. Unas ovejas recuestan su cabeza sobre otras y se hacen carantoñas, mientras otra, más grande y muy negra, acerca atentamente su cabeza hacia el centro del Misterio. Un aire de bondad lo envuelve todo.La Navidad es esa ternura que ilumina la historia humana, el cosmos sin medida del que somos parte. Es la confesión de que la bondad engendra y sostiene la vida. Es la fe en que todo está eternamente movido por un latido profundo, creador, más grande y poderoso que el universo, más tierno y pequeño que el corazón de un recién nacido. Es la promesa de que el bien prevalecerá. Y es el compromiso por hacer que así sea. Cada villancico navideño, cada figura de nuestros nacimientos te lo anuncia, como el ángel a María y a José: “No temas. Eres lleno, llena de gracia. La gracia es más fuerte que todos los daños, que todas tus contradicciones”. ¿Exagera la Navidad? De nosotros depende.
Es el sueño más antiguo de la humanidad, y nada lo plasma mejor que la imagen de una madre con su hijo/a en brazos, una imagen presente en todas las culturas desde hace muchos milenios? La hallamos, por ejemplo, en la cultura neolítica Vincha a lo largo del Danubio de hace 5.000 años. En la misma época, conocemos sellos sumerios de la Diosa Madre Innana o Isthar con el niño en el regazo, e imágenes babilonias de Semiramis, madre virgen, con su hijo Tamuz en brazos. En el museo Vaticano se ve la escultura romana de la Diosa Madre Isis con su hijo Horus, del año 600 antes de Jesús.
No es extraño que los cristianos, desde muy pronto, representaran a María con el Niño. Uno de los primeros ejemplos lo tenemos en las Catacumbas de Pristila de Roma, del s. II: María está sentada con Jesús mamando en su pecho, mientras un tercer personaje señala una estrella. Es el icono de la Vida, del cielo en la tierra, de Dios en la carne. La ternura sostiene, nutre, cuida la vida. La bondad hace que Dios nazca y crezca en la tierra. No una bondad pasiva y sumisa, pues no es bondad; tampoco una bondad perfecta, pues no existe. La bondad concreta y siempre inacabada, activa y subversiva.
La Navidad es la fe en el poder de esa bondad. Es una invitación gozosa y amable a asentir a la vida, a dejarse llevar por este aliento vital poderoso y bueno que todo lo mueve, que palpita eternamente en todo cuanto es, desde las partículas de las partículas atómicas hasta las galaxias sin número ni medida. ¿De dónde nace ese aliento vital? No nace de la nada. ¿Acaso es fruto de un puro azar frío y ciego? ¿Existe acaso el puro azar, el azar absoluto? Claro que el azar interviene en el origen y en el desarrollo de la vida, de cada uno de nosotros, pobres y preciosos vivientes. Pero decir azar es una forma de decir que ignoramos el por qué. Y tampoco el azar se produce de la nada, sino que acontece en un universo infinitamente complejo, abierto, relacionado. El azar tiene lugar en Dios, el latido vital encarnado en todo. A pesar de todo podemos decir: “Todo está bien”. Es decir: todo puede llegar a estar bien.
La Navidad no explica por qué la realidad es como es. Nadie conoce todas las causas que explican su propio nacimiento, el nacimiento de la vida o del universo. Pero la Navidad nos dice: “Ámalo y acógelo todo como es, para que llegue a estar bien”. Cuando alguien abraza a su hijo, a su hija, o lo sostiene en sus brazos, sabe que la ternura, el cariño, el cuidado existen. Anhela que existan, y se siente llamado a hacer que así sea, para que la vida nacida de sus entrañas viva y crezca y sea feliz. En sus manos está, como el hijo o la hija que alza en brazos. “Hágase”.
Creo en la Navidad y quiero hacerla. Creo en la bondad. Creo en Jesús que, aun sin ser perfecto, pasó la vida haciendo el bien. Hágase también en mí. Será poca cosa lo que podemos hacer, pero hagámoslo, y crecerá sin fin.
Joxe Arregi
Espíritu de Navidad
Un
joven de unos 20 a 22 años, de nombre José (viejo sólo para los
apócrifos, escritos 300 años después de los evangelios), que vivía en
Nazaret, en el norte de Palestina, tuvo que desplazarse al Sur, a Belén,
a fin de registrarse en un censo.
Encontró una gruta en la que los animales se protegían contra el frío de aquella época del año. Allí, en una gruta. María dio a luz a un niño, llamado primero Enmanuel y más tarde Jesús. Y he ahí que ocurrió algo sorprendente, algo realmente lleno de magia, un factor que siempre da encanto a la historia, que no se rige por los cánones fríos de la racionalidad, sino por lo imprevisto y lo imponderable. Por eso la historia tiene sabor...
He aquí que irrumpió una claridad inmensa, algo así como una estrella que planeó sobre aquella gruta. La vaquita que mugía bajito y el asno que rebuznaba se quedaron inmóviles. Fuera, las hojas que arrastraba el viento, se paralizaron. Las aguas del río, que corrían, se estancaron. Las ovejas que bebían, quedaron inertes. El pastor que había levantado el cayado hacia lo alto, quedó como petrificado. Un profundo silencio y una paz serenísima se apoderó de toda la naturaleza.
Fue en ese exacto momento en que vino a este mundo el divino Niño. Inmediatamente después, se oyeron voces del cielo, captadas por los que estaban atentos: «Gloria a Dios en las alturas, y paz en la tierra a todas las personas de buena voluntad».
El impacto de este acontecimiento fue tan grande que nunca más ha podido ser olvidado. Dos mil años después todavía es recordado y celebrado, de una u otra forma, en todo el mundo. Es la magia de la Navidad.
Ha sido secularizada por el Papá Noel, y ha entrado en el mercado con los regalos de Santa Claus. Pero nadie ha conseguido todavía destruir el espíritu de la Navidad. Se trata de un aura bienhechora que es preciso conservar, pues nos hace más humanos.
¿Cuál es ese espíritu?
Primero, que Dios es principalmente una Criatura, y no sobre todo Creador y Juez severo. Una Criatura no amenaza a nadie. Es sólo vida, inocencia y ternura. Más que ayudar a otros, necesita ser ayudada y acogida. Si imagináramos a Dios así, no tendríamos que temer. Llenémonos de confianza.
Segundo: el ser humano, por malo que sea, debe esconder un valor muy grande, si Dios ha querido ser uno de ellos. Bien me dijo un día un esquizoide: «Cada vez que nace una criatura, es la prueba de que Dios todavía cree en la humanidad». Dios creyó tanto, que quiso nacer criatura frágil, con los bracitos enfajados, para no amenazar a nadie.
Finalmente, la Criatura divina nos recuerda lo que somos en la profundidad de nuestro ser: una eterna criatura. Crecemos y envejecemos. Pero guardamos allá dentro la criatura que nunca dejamos de ser. La criatura representa la creencia de que es posible un mundo diferente, de inocencia, de mirada sin malicia y de pura alegría de vivir. ¿Podríamos vivir sin ese sueño?
¡Divino Infante: ¡realiza en nosotros este destino!
¡No dejes que muera en nosotros la esperanza!
¡No olvides que fuiste, como nosotros, un niño!
¡Nace de nuevo en nosotros como una Criatura!
¡No dejes que muera en nosotros la esperanza!
¡No olvides que fuiste, como nosotros, un niño!
¡Nace de nuevo en nosotros como una Criatura!
Leonardo Boff
Patxi Loidi
Gabon Jaiak
Gero eta gehiago “sinesten” dut
Eguberritan. Telebistako publizitate demasa kenduta, polit eta eder
deritzot gainerako guztiari: kaleko argiak, loteria, saskiak, Jaiotzak,
Olentzeroak, Erregeak… Literalismoak alde batera utzirik,
hizkera sinbolikoa baloratzen ikasi dudanetik, gero eta pozgarriagoak
dira Gabonak. Poesia hutsa: mezu guztiz itxaropentsua eta alaia hedatzen
dute (badago premia!). Ipuinik ederrenetakoa da Jesusen jaiotzaren
kontakizuna zeinek adierazi eta erakusten duen txundiarazteko modukoa
dela gizakiaren sormena.
Jesusen jaiotzari buruzko bertsio asko
dauzkagu. Badira oso modernoak ere. Saramago Nobel saridun idazle
portugaldarrak bikain kontatzen du. Oso berezia da, beste edozein
bertsiok adinako sinesgarritasuna duena, baina nik askoz ere nahiago dut
Barandiaranena: hurbilago sentitzen dut. Izan daiteke kontakizun
errealistagoa Saramagorena, nahiz asmatua eta literatura hutsa, ona,
den; baina ez diot ikusten Barandiaranen Olentzeroren magiarik. Izan ere
Eguberriak magia dira. Horrela interpretatzea falta izan zaie nire
Gabon asko eta askori. Beste asko, berriz, baztertu egin ditut, hori
“kontu zahar” eta “gezur hutsa” besterik ez dela pentsatuta. Bakoitzari
berea ematen diegunean hasten dira gauzak daukaten balioa hartzen.
Gure herrian deribazio eta uztarketa
xelebreak ere egiten dira, baina dena da onargarri, nork bere irudimen,
premia eta sentimenduen arabera zerbait asmatzen duenean. Nik gauza
batez ohartarazi nahi nuke: astakeria hutsa da, Eguberrien
testuinguruan, Olentzero eta Erregeen arteko borroka sortzea. Absurdua
da, ezjakintasunaren ondorio penagarria. Biak dira mito handiak,
zoragarriak, eta ez dago inolako kontraesanik bien artean.
“Kristauontzat esanahi handiko jaiak dira
Gabonak”, entzungo diezu askori. Nola kristauentzat? Jesus –eta Jesus
bezala munduan izan diren gainerako jakintsu eta “profeta” handiak− ez
da inoren ondare esklusiboa, denona baizik, unibertsala. Muga bakarra da
norbere interesen (politiko eta beste era askotakoen) zerbitzuan ez
erabiltzea.
Duela hiru urte-edo, musulman bat etorri
zen gure etxera, Gabon bezperan, lau urteko semearekin eskean. Haurtxo
hari bai pozik eman nizkiola bi musu eta diru apur bat, artean kantatzen
ez zekiela errepikatu baitzidan aitak behin eta berriz.
Aurten, gainera, beste motibo bat ere
badugu Gabonak pozik ospatzeko: Jaio berri da gure biloba nafarra,
etxean dugu beraz Belengo Izarra. Badakit ez naizela munduan bakarra,
baina sentitzen duen aitortu beharra.
Y se hizo carne débil
Masculino y femenino son inclusivos
y se usan indistintamente
Pero
dinos, amor, ¿por qué lo hiciste?
¿Cómo
es que te atreviste a descender a ras de tierra
y
ponerte a la altura de la gente?
¡Por
compartir nuestras miserias!
Si
te hubieras quedado unas gradas arriba,
mirando
desde fuera
las
dentelladas y los golpes,
esquivando
las piedras
de
los matones y sicarios…
Pero
tu fuego misionero te prohibía la trinchera.
Y
descendiste a pecho descubierto
hasta
la misma arena
del
bárbaro combate.
¿Cómo
no te informaste de la guerra
que
se vive aquí abajo diariamente
y
te arriesgaste, sin medir tus fuerzas,
de
bruces hasta el campo de batalla?
Perdona
mi insolencia.
Pero
¿no fuiste demasiado ingenuo
al
entrar tan de golpe en la refriega?
¡El
Verbo se hizo carne débil!
Y
se enfrentó sin protecciones ni defensas
a
la ferocidad del lobo.
Luchó
sin tregua,
y
se rompió bajo las garras del chacal.
Al
pesarlo, se pone mi alma tierna,
no
puedo remediarlo.
Pero
luego venció, ¡venciste!, vida nuestra,
después
de la derrota,
y
nos diste a nosotras tu victoria eterna.
Patxi Loidi
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