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sábado, 21 de diciembre de 2013

Gabon gogoetak

Dolores Aleixandre: Tís Tí Are & TX9
Rufino Iraola: Gabonetan denak jaio behar dugu, bertsoak
Xabier Egaña: Gabon 2013
Joxe Agirre: Feliz Nacimiento
Patricia Villarroel: Por una Navidad sin regalos
Leonardo Boff: El materialismo de Papá Noel y la espiritualidad del Niño Jesús
Jon Sobrino: Apareció entre nosotros un ser humano cabal
...




TX9

Os mamm t u tddwm mdd ggg sr acá bu. Esto que acaban de leer es la versión que ha aparecido en la pantalla de mi nuevo móvil en lugar de “Esta tarde hacemos compra” que es lo que yo quería escribir. Motivo: había pulsado sin querer la tecla TX9 que propone un “texto predictivo”. Acostumbrada como tantos de mi generación a tratar a mamporrros una Olivetti, no consigo adaptar mis dedos a estos teclados tan melindrosos y, como reincido en la equivocación una vez y otra, termino por aborrecer conjuntamente la tecla y su significado: qué agobiante es esto de un texto que decide por su cuenta, pienso enfadada; no hay derecho a que te impongan desde fuera lo que quieres decir o ser; a mí que no me asfixien con predicciones…


En medio de estas divagaciones, aparecen las primeras bolas doradas navideñas, esas que a algunos les provocan depresión pero que en mí tienen un efecto balsámico: llega el Imprevisible, el Impredecible, el Improbable, el Anómalo, el Excéntrico, el Divergente, el Rarísimo. (Me encanta endosarle esos títulos que nunca aparecerán en los libros de teología).

Nacido de mujer, nacido bajo la ley, con la TK9 gravitando también sobre él, dispuesta a sumergirle sin remedio en trayectorias de estancamiento y circularidad. Un mensajero poco aficionado a la innovación le había aplicado el texto predictivo correspondiente: “Será grande, Hijo del Altísimo, sentado en el trono de David, reinando por los siglos de los siglos…”, pero él se las arregló para escapar de la tecla y desde su nacimiento se sacudió augurios y predicciones: vaya grandeza rara mostrarse tan pequeño; qué poco pedigree davídico ser hijo de inmigrantes galileos; menudo trono de risa el de un pesebre y una cuadra; qué peste a estiércol en vez de a los olores mesiánicos homologados de mirra y áloe.

Se había salido del guión establecido, le había cogido el gusto y las cosas fueron a más: - “Qué, María, ¿no se os casa el chico?”, preguntaban las vecinas, - “Con lo espabilado que es y lo majo, podría apuntarse a un master en Rabinato. Dicen que los que hacen el erasmus en Séforis salen casi todos colocados…” Y ella callada. Y él callado también, silbando la melodía del Siervo mientras aserraba tablones. Ni Salomón, ni David, ni Ezequías: le gustaba aquel personaje oscuro y silencioso, colgado de Dios, que aguantaba las cargas de otros, entregaba la vida y elegía siempre el último lugar.

A la hora de independizarse, compartió intemperies con una panda de idealistasinfronteras.com
. Carente del gen del cálculo, del instinto de auto conservación, del aferramiento a lo propio, tomaba opciones insólitas, arriesgaba rupturas, ensayaba lenguajes peculiares. A su lado la gente se sentía liberada del fatalismo de destinos que creían inexorables: un paralítico volvía a caminar; un ciego daba un salto desde su cuneta y entraba en la luz; una mujer encorvada se enderezaba; Zaqueo abría su casa a Jesús y su dinero dejaba de interesarle; el viejo Nicodemo nacía de nuevo.

Los que pensaban que nunca podrían escapar de sus adicciones (dinero, poder, ira, desesperanza…), descubrían la belleza de una vida simple, la anchura de perdonar, la asombrosa libertad de servir gratuitamente, el ánimo para comenzar de nuevo.

“La muerte no tiene ya dominio sobre él”, decía Pablo. ¡Ni la TX9 tampoco!, cantaron los ángeles en Belén inundando de resplandor aquella noche, amenazada como las de hoy por sombríos textos predictivos (), parecidísimos a esos en los que querríamos encerrar sin salida a políticos ineptos o a sinodales cerriles.
Pero “desde las alturas” nos invitan a mantener pulsada otra tecla, la S, esa que inunda de alegría nuestra pantalla vital con la impredecible noticia de que Somos mente Queridos.

Dolores Aleixandre rscj




TÍS TÍ ARE
 
Mantengan el suspense sobre el título que lo voy a explicar después. Antes quiero decir algo sobre las dos últimas tonterías que he visto en las vallas publicitarias: una anuncia moda: “Llega tu otoño” ; otra es sobre un coche: “De Mii a Mío por 2 euros al día” . Las dos coinciden en considerar a sus destinatarios, o sea nosotros, tan irremediablemente estúpidos que sólo nos fijaremos en lo que lleve delante su correspondiente posesivo: mi otoño, mi coche… , misma táctica que en mis documentos , mis descargas, mis imágenes, mi iphone, mi ipad…Y la nueva ola de “yo cuantificado” que se nos viene encima: mis calorías, mis latidos, mi tensión, mis sensores… Y lo malo es que la cosa no es reciente y se remonta a mi infancia: ya entonces el devocionario que usábamos niños y niñas era el “ Mi Jesús”. No tenemos remedio.

Lo constata Rilke en uno de sus poemas:
“No debes tener miedo, Dios. Ellos dicen mío
a todas esas cosas, tan pacientes.
Son como el viento
que roza las ramas y dicen: árbol mío.
Dicen mío y llaman su posesión
a lo que se cierra cuando se acercan,
al modo que un insulso charlatán
llama acaso suyo al sol y al relámpago…

Y en medio de este pringue pegajoso del yo, mi, me, conmigo y para mí , emerge la “pasarela Belén” por la que vuelven a desfilar, como cada año, unos personajes peculiares con aire de vivir ajenos al tema de los posesivos e incapacitados para decir: mi posada, mi establo, mi pesebre, mi paja, mis pañales, mis ángeles, mis pastores… Y ahora es cuando viene lo del tís tí are del título en griego: “quién cogía qué” sería la traducción en bruto de lo que dice Marcos al contar que los soldados echaron a suertes las vestiduras de Jesús. “Que cada cual coja lo que quiera o pille lo que pueda…”, diríamos hoy.

Como si fueran dos páginas distantes del Evangelio pero que al doblarlas coinciden, la escena del comienzo de la vida de Jesús está ya “anticipando tendencia” de cómo van a ser su trayectoria y su final. Ya desde el principio lo encontramos acampado en un espacio público, abierto y a la intemperie, sin puertas, defensas, cerrojos o alambradas. Qué acierto el del posadero al reservarse el derecho de admisión y no dejar entrar a aquella pareja de indocumentados sin blanca. Que esto no es Lampedusa, oiga, y yo no hago más que seguir directrices europeas y estoy muy satisfecho de haberme adelantado a la “Jornada Mundial contra las Migraciones Indeseables”, que debería celebrarse todos los 24-D.

Así que el niño se quedó fuera en plan “indignadito”, precursor de los que vendrán después y que sabrán poco de propiedad privada, ese inviolable derecho que permite a algunos “ obtener, poseer, controlar, emplear, disponer de, y dejar en herencia   tierra ,   capital ,   cosas   y otras formas de   propiedad ”, según la definición de Wikipedia.

Perteneció al colectivo de los que carecen de estrategias para proteger lo suyo y no consiguen entender las bondades de “lo privado”: desde que salió de Nazaret, no supo ya lo que era disponer de casa propia ni de un lugar donde reclinar la cabeza. Pescaba, dormía y cruzaba el lago en una barca de amigos; comía y bebía donde le invitaban y, cuando fue él quien dio de comer a la gente, solo pudo ofrecerles como asiento la hierba de un descampado. Pidió prestados el borrico sobre el que entró en Jerusalén y la sala en la que se despidió con una cena de los que llamaba suyos , porque él sólo usaba los posesivos para decir “ mi Padre” y “ mis hermanos”.

Al morir, echaron a suertes su túnica y volvió a estar tan desnudo como en el pesebre.

Se nos anuncia una gran alegría: nos ha caído en suerte un Niño. Que cada uno coja de él lo que quiera. Y que siga haciendo lo mismo que él hizo en memoria suya.
 
 
Dolores Aleixandre rscj
(ALANDAR, Diciembre 2013) 

Xabier Egaña


Gabonetan denok jaio behar dugu

Rufino Iraola
Begira itsasora,
begira mendira:
bizitza etengabe
jaiotzen ari da,
begira garadira,
begira sasira,
nazuna ttipia ere
jaiotzen bizira.


Gabonetan jaioko
da Jesus haurtxoa,
Gabonetan jaioko
zaigu astotxoa,
Gabonetan jaioko
da, berdin, eltxoa,
Gabonetan jaioko
izadi osoa.


Gabonetan jaioko
handi eta txiki,
eta zein den gehiago
zeinek erabaki?
Jainkoak ez du behar
uste adina toki,
guk ez dakigu baina
bihotzak badaki.


Etengabe jaiotzen
ari gara denak,
Jesusen pare gara
birsortzen garenak,
harekin bat eginik
betitik gaudenak,
eman izan dizkigu
berririk onenak.


Bizitzaren batailan
galdu ohi dugu maiz,
halabeharrez neu’re
hoietakoa naiz;
bihotzari entzuten
diot begi alaiz:
“oraindik ume haiz-ta
noizbait haziko haiz”.


Barneko haurtxoari
arren egin kasu,
ahalegindu ematen
egunero musu,
uste ez duzu baina
eske ari zaizu,
hori eginik, berriz
jaioko zara zu.


Ibaietan barrena
biziaren ura,
zuhaitz tantaiek ere
bizi-ihintza gura;
dena bat den lekuan
zertarako muga,
alderik ez badago
kanpotik barrura?


Besterik ezer gabe
izan eta izan,
guztia ongi dago
DENAren elizan.
Nahiz eta entzungo dugun
“hemen ibili zan”,
beti egongo gara
betiko gerizan.


Kalkutako Teresa
daramat barnean,
baita Pinochet ere
bere aldamenean;
horretaz konturatzen
hasten naizenean
jaioko naiz berriro
Gabon Egunean.


Luzatzen badizute
beren eskutxoa,
ez utzi eman gabe
ahal duzuntxoa;
aurrera irten liteke
alderdi zintzoa,
egunero entzunez
Gabonen mintzoa.


Nabaritzen baduzu
inguruko hotza,
nabaritzen baduzu
bakardade motza,
esan nahi du hor dela
bidean jaiotza,
Gabonek berrituko
dizute bihotza. 


Egunero jaiotzen
bagara gu berriz,
gero eta alaiago
bagaude aurpegiz,
egunero jantzirik
bozkario-argiz,
beti Eguberriak
zinez eta egiz.

Feliz nacimiento

Por Joxe Arregi  

Amiga, amigo, en la claridad de tus días o en medio de tu noche, vuelve a escuchar la voz del ángel de la Navidad: "No temas. Te anuncio una gran alegría".

Y basta la señal más simple: "Os ha nacido un niño". ¿Cuándo no nacen niños, a pesar de la penuria general? En el portal en que vivo, en Arroa Behea, este año han nacido dos: Marena en el segundo, Josu en el cuarto. ¡Y cómo sonríen! ¡Cómo sonríe también Izaro con solo mes y medio, plácida como una isla, luminosa como una estrella!
Cada nacimiento es una señal, un inmenso milagro, una bella promesa, una honda llamada. Vivir es milagro. Solo ser ya es milagro. Y el mayor milagro es la ternura que cuida, nutre, consuela. Eso es "Dios", y no importa que le pongas nombre o que no se lo pongas. Es Lo Que Es. Y es muy distinto de aquello que insinuamos cuando decimos: "Hay lo que hay". No. Lo Que Es, es infinitamente más y mejor que lo que hay. Así lo anuncia el ángel a unos pobres pastores de Belén, al raso en medio de la noche: "No temáis. Os ha nacido un niño. Se llama Jesús: Dios salva. Es Enmanuel: Dios con nosotros".

Es un lenguaje cristiano y metafórico, dirás. Sí, y se merece una enorme estima, una profunda consideración, ya solo por haber inspirado tantos bellos poemas y melodías, por haber consolado tantas penas de gente pobre, por haber alentado tanta bondad y tanta lucha justa a pesar de todos los fracasos. Yo no quiero prescindir de ese lenguaje de ángeles y pastores, de glorias y pesebres. Yo no quiero prescindir de Jesús, carne humana de Dios, del Misterio del mundo.

Pero tampoco quiero encerrar a Jesús en un pensamiento confesional y exclusivista, como si fuera la única encarnación de Dios. Ni quiero definir a Dios en un esquema dualista, como si fuera un Ente o un Alguien. Es mucho más, es el Misterio Infinito. Cuando el cristiano confiesa que Dios se hizo carne en Jesús, confiesa en el fondo lo mismo que han expresado todos los creyentes de todas las tradiciones y los poetas no creyentes de todos los tiempos: que cuanto es está habitado por el Infinito indecible, la Belleza que arrebata, la Bondad que abraza, y que siempre podemos confiar a pesar de todo, y recrear el mundo cada día como rehacemos el Belén cada año.

Yo no sé si pones un Belén en tu casa: el ángel, la gruta y los pastores, el burro y el buey, y María y José y el niño Jesús. ¡Todo es tan entrañable! Ponlo a tu manera. Pon bondad y ternura. La vida es dura, el año ha sido difícil, y el futuro… ¿quién sabe qué del futuro? Pero no temas. Cuida tu vida, cuida tu ánimo, cuida a los tuyos, cuida a todos los seres.

Y míralo todo con ojos nuevos. Todo es milagro y promesa de una Presencia. Nada es lo que parece. Todo está sin cesar siendo y renaciendo en Otra Realidad, hacia Otra Realidad presente y posible. Celebra en tu casa el Nacimiento de la vida. Mira los ojos de un niño. Los ojos de un niño bastan para iluminar todas las tinieblas del mundo, de Lampedusa o de Melilla, del África negra o de la Latinoamérica olvidada.

Y todos los seres. Todos los seres anuncian lo mismo que el ángel bueno y alegre de Belén: "No temas, criatura bendita. Tú vienes de la Belleza, vienes de la Bondad. Tu ser es más precioso que todas las piedras preciosas, mucho más que todos los oros, inciensos y mirras. Cree en tu bendición, criatura bendita. Sé bendición, lleva bendición en tus pequeñas manos heridas, en tu pequeño corazón latiente".

Mira: el árgoma y las prímulas o flores de San José ya están floreciendo en el corazón del invierno, alegrando el monte despejado y los caminos sombríos. ¿Lo ves? Mira cada ser como una humilde señal de aquella "Bondad que es la fuente de todas las cosas y que un día será enteramente en todos los seres", como dice el biógrafo que miraba todas las cosas Francisco de Asís, inventor del belén.

Si miras así, nacerás de nuevo, nacerá otro mundo. ¡Feliz Navidad!


Por una Navidad sin regalos… Recuperemos la Navidad…


 La Navidad es una fiesta religiosa. Conmemora un hecho histórico de la máxima trascendencia para los creyentes. Hace memoria del momento, crucial y definitivo, en el que Dios entra como ser humano en la historia, haciéndose uno más entre nosotros; empalmando lo humano y lo divino, como sólo se puede concebir desde la fe. Es la fiesta de la encarnación de Dios, quien pronunciando su palabra decisiva (Hb 1, 1), se reveló a sí mismo dándonos a conocer el misterio de su voluntad (Ef 1, 9).
Tradiciones muy antiguas, nos han desvirtuado la experiencia de esta fiesta; el viejo pascuero, el árbol de pascua, la compra de regalos, las vitrinas luminosas y llenas de artículos para la venta,… Cosas que nada tienen que ver con lo que celebramos, nos hicieron creer que la Navidad era una fiesta del comercio en la que todos tenemos que participar. Nos hicieron creer que debemos recorrer las calles atiborradas de gente, en medio del calor de estos días, para que no nos pille la Navidad sin regalos para todos, especialmente, para quienes ¿tal vez? nos tienen algún obsequio a nosotros. Nos hicieron creer que la Navidad es la fiesta de los regalos,…
Si leemos el Evangelio donde san Mateo y san Lucas, narran el nacimiento de Jesús, y nos dejamos sorprender por la sobriedad del primero y el mensaje escandalosamente austero del segundo, tendríamos que preguntarnos ¿por qué no sacar la voz con fuerza, para decir que aquella no es nuestra fiesta, y atrevernos a vivirla nosotros de otro modo?
No podemos luchar contra una sociedad entera mal acostumbrada,… o contra un comercio que se apoderó de esta fecha, y tiene métodos eficaces para beneficiarse de ella. Pero podemos resistir. La resistencia pacífica es siempre una buena forma de lucha. Para recuperar nuestra fiesta, para devolverle su sentido y darle a la Noche Buena el valor que tiene,… podemos tomar iniciativas que nos hagan recordar que Dios nació en la fragilidad de un niño, en una familia pobre, en un pueblo sometido a un Imperio,… Y que nos hagan mirar que de verdad la Navidad, “es una gran noticia para los pobres” (Lc 2, 10).
            Circulan algunas ideas. Cada cual puede inventar las suyas,… pero los creyentes podemos celebrar de un modo diferente, y decir con ello que Dios vive entre nosotros, desde aquella noche en Belén, cuando María dio a luz un niño en un establo, “porque no había lugar para ellos”… (Lc 2, 7).
+ No le hables a tu hijo del viejo pascuero. No le saques fotos con aquellos hombres disfrazados que sólo quieren sacar provecho económico del cariño que tú le tienes a tu familia. El viejo pascuero es una figura inventada que reproduce la injustica y la inequidad de la sociedad, “repartiendo” regalos de acuerdo al nivel económico que tiene cada familia.
+ No gastes más de lo que tienes efectivamente. No pidas crédito, no te encalilles, no quedes debiendo lo que después tendrás que pagar con intereses, con tensiones, y durmiendo mal,…
+ No compres lo que no necesitas ni tú, ni tus hijos. Que un artículo sea nuevo, no significa que sea necesario. La última versión del smartphone, no es imprescindible, la anterior ya era más que suficiente.
+ No caigas en el juego del consumismo, que nos intenta convencer de que es más feliz el que más tiene. Busca con creatividad, vivir la Navidad con tu familia, con espíritu religioso, con sobriedad,… Alégrate de la venida de Dios a la tierra y celébrala en forma consecuente con lo que ella fue en la realidad: discreta, sencilla, sin ninguna parafernalia, ni exuberancia, ni exceso,…
+ La alegría de estar juntos vale más que cualquier presente. La reconciliación vale más que cualquier regalo. El esfuerzo por entenderse, por perdonarse, por lograr la unidad, vale más que las cosas materiales. ¿Por qué no hacer de esta fiesta, la fiesta de la reconciliación, del encuentro, de la unidad de la familia,…?
+ Conversa con tus hijos. No pierdas la oportunidad de formarlos en lo que significa que Dios se haya acercado tanto a nosotros, hasta hacerse uno de los nuestros. Conversen en familia del Dios cercano, de su ternura y misericordia, ayúdense unos a otros a descubrir los múltiples gestos del cariño de Dios,…
+ Prepara la Navidad. Vive este tiempo de Adviento, anhelando la Paz, la Justicia, la Solidaridad; esperando los tiempos nuevos que están por venir, si la humanidad entera se convierte y acoge el Reino de Dios que está germinando en medio nuestro.
+ Participa de la liturgia comunitaria. Cada domingo de adviento es una nueva propuesta a preparar el corazón y disponerlo a celebrar la Navidad. Empieza la celebración de la Noche Buena, con la Eucaristía. Ella nos dispone a entender mejor las cosas de Dios.
+ Abre tu casa, agranda tu mesa, ensancha tu corazón y el de los tuyos, para acoger a algún vecino que vive solo, a un par de abuelitos que están tristes, a un joven que no tiene familia,… y compartir con ellos la cena, el calor de tu hogar y la alegría de estar juntos, que la Noche Buena nos inspira cuando la vivimos en su verdadero significado.
Recuperemos la Navidad. Haz que ella sea la fiesta de quienes creemos que Dios vino a la tierra y se quedó entre nosotros para siempre, para hacer de este mundo un mundo más amable, más acogedor y más humano para todos.
Hna. Patricia Villarroel ss.cc.
Diciembre 2013

El materialismo de Papá Noel y la espiritualidad del Niño Jesús
Leonardo Boff, teólogo
Un buen día, el Hijo de Dios quiso saber cómo andaban los niños y las niñas, a los que en otro tiempo, cuando estuvo entre nosotros, “tocaba y bendecía”, y de los había dicho: “dejad que los niños vengan a mí porque de ellos es el Reino de Dios” (Lucas 18, 15-16).

Como en los mitos antiguos, montó en un rayo celeste y llegó a la Tierra unas semanas antes de Navidad. Asumió la forma de un barrendero que limpiaba las calles. Así podía ver mejor a la gente que pasaba, las tiendas todas iluminadas y llenas de cosas envueltas para regalo y especialmente a sus hermanas y hermanos más pequeños que andaban por ahí, mal vestidos y muchos con hambre, pidiendo limosna. 

 Se entristeció sobremanera porque se dio cuenta de que casi nadie seguía estas palabras que él había dicho: “quien recibe a uno de estos niños en mi nombre a mí me recibe” (Marcos 9,37).

Vio también que ya nadie hablaba del Niño Jesús que venía, escondido, en la noche de Navidad a traer regalos a todos los niños. Su lugar había sido ocupado por un vejete bonachón, vestido de rojo, con largas barbas y un saco a la espalda, que gritaba tontamente a todas horas: “Oh, Oh, Oh, Papá Noel está aquí”. Sí, en las calles y dentro de los grandes almacenes estaba él, abrazando a los niños y sacando de su saco regalos que los padres habían comprado y puesto dentro. Se dice que vino de lejos, de Finlandia, montado en un trineo tirado por renos. La gente había ido olvidando a otro viejito, este sí realmente bueno: San Nicolás. De familia rica, por Navidad hacía regalos a los niños pobres diciendo que era el Niño Jesús quien se los enviaba. De todo esto nadie hablaba. Sólo se hablaba de Papá Noel, inventado hace poco más de cien años.

Tan triste como ver a niños abandonados en las calles, era ver como se embobaban, seducidos por las luces y por el brillo de los regalos, de los juguetes y por mil cosas que los padres y madres suelen comprar para regalar con ocasión de la cena de Nochebuena.

Los reclamos publicitarios, muchos de ellos engañosos, se gritan en voz alta, suscitando el deseo de los pequeños que luego corren hacia sus padres pidiéndoles que les compren lo que han visto. El Niño Jesús, travestido de barrendero, se dio cuenta de que aquello que los ángeles cantaron de noche por los campos de Belén “os anuncio una alegría, que lo será también para todo el pueblo porque hoy os ha nacido un Salvador… Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a la gente de buena voluntad” (Lucas 2, 10-14) ya no significaba nada. El amor había sido sustituido por los objetos y la jovialidad de Dios, que se hizo niño, había desaparecido en nombre del placer de consumir.

Triste, montó en otro rayo celeste, pero antes de volver al cielo, dejó escrita una cartita para los niños y las niñas. La encontraron debajo de las puertas de las casas y, especialmente, de las chabolas de los montes de la ciudad, llamadas favelas. La carta decía así:

Queridos hermanitos y hermanitas:

Si al mirar el portal y ver allí al Niño Jesús, junto a José y María, os llenáis de fe en que Dios se hizo niño, un niño como cualquiera de vosotros, y que es el Dios-hermano que está siempre con nosotros.

Si conseguís ver en los demás niños y niñas, especialmente en los más pobres, la presencia escondida del niño Jesús naciendo dentro de ellos.

Si sois capaces de hacer renacer el niño escondido en vuestros padres y en las otras personas mayores que conocéis, para que surja en ellas el amor, la ternura, el cuidado y la amistad en lugar de muchos regalos.

Si al mirar el pesebre y ver a Jesús pobremente vestido, casi desnudo, os acordáis de tantos niños igualmente mal vestidos, y os duele en el fondo del corazón esta situación inhumana, y quisierais compartir lo que tenéis, y deseáis desde ahora cambiar estas cosas cuando seáis mayores para que no haya nunca más niños y niñas que lloran de hambre y de frío.

Si al descubrir a los tres Reyes Magos que llevan regalos al Niño Jesús pensáis que hasta los reyes, los jefes de estado y otras personas importantes de la humanidad vienen de todas partes del mundo para contemplar la grandeza escondida de ese pequeño Niño que llora sobre unas pajas.

Si al ver en el nacimiento la vaca, el burrito, las ovejas, las cabritinas, los perros, los camellos y el elefante, pensáis que todo el universo está también iluminado por el divino Niño y que todos, estrellas, soles, galaxias, piedras, árboles, peces, animales y nosotros, los seres humanos, formamos la Gran Casa de Dios.

Si miráis al cielo y veis la estrella con su cola luminosa y recordáis que siempre hay una Estrella como la de Belén sobre vosotros, que os acompaña, os ilumina, y os muestra los mejores caminos.

Si aguzáis bien los oídos y escucháis a través de los sentidos interiores una música suave y celestial como la de los ángeles en los campos de Belén, que anunciaban paz en la Tierra.

Sabed entonces que yo, el Niño Jesús, estoy naciendo de nuevo y renovando la Navidad. Estaré siempre cerca, caminando con vosotros, llorando con vosotros y jugando con vosotros, hasta el día en que todos, humanidad y universo, lleguemos a la Casa de Dios, que es Padre y Madre de infinita bondad, para ser juntos eternamente felices como una gran familia reunida.

Firmado: Niño Jesús
Belén, 25 de diciembre del año 1
 

Apareció entre nosotros un ser humano cabal


Una homilía-felicitación de Navidad de Jon Sobrino para esta fiesta de Reyes
Navidad, como el deporte de elite, como la moda y el turismo, hace tiempo que ha caído en manos de la industria y el comercio. Y en mi opinión, algunas devociones y liturgias ayudan a liberarla. Hay exceso de piedad, y música, y déficit de verdad y  justicia. Pero existe también el deseo de un mundo de seres humanos cabales, como el Jesús que nació hace veinte siglos.
Los primeros cristianos no sabían prácticamente nada sobre cómo fue el nacimiento de Jesús, pero sí se preguntaron cómo comenzó la fe y la vida  cristiana. En situaciones muy variadas una cosa les quedó clara. “Todo comenzó con Jesús de Nazaret”. Con él vino al mundo la bondad y la verdad, la justicia y la salvación. Otra cosa es dónde y cuándo apareció Jesús. Llegaron a saber que ese hecho fundamental ocurrió en el Jordán.  Un profeta austero y de duras palabras, llamado Juan sumergía en el río a los que se reconocían pecadores. Allá fue Jesús cuando tenía alrededor de 30 años. ¿Y antes del Jordán, de dónde venía Jesús?, seguían preguntándose.

1. El primero en contestar fue Pablo. En su carta a los cristianos de Galacia, sobre el origen de Jesús dice tajantemente: “Nacido de mujer” (Gal 4, 4). No dice más, pero dice mucho. Jesús no fue un ángel, ni un ser extraño. Fue como nosotros y su final, como el nuestro, fue la muerte. Solo que Pablo añade “y murió muerte de cruz” (Fil 2,8).

2. El último fue el cuarto evangelista, discípulo de aquel Juan, hijo del Zebedeo y hermano de Santiago, que escribió en la última década del siglo I. En este evangelio todo comienza en la eternidad de Dios. Misteriosamente, en el Dios eterno ya estaba la palabra. Y esa palabra se hizo carne de hombre. Con nosotros caminó y entre nosotros puso su tienda de nómada, como los beduinos. Ese es Jesús de Nazaret, el hombre cabal, ecce homo. Y ningún otro es el Mesías. De entre los hombres unos lo aceptaron, y llegaron a ser humanos. Otros lo rechazaron y se deshumanizaron.

3. Entre la afirmación tajante de Pablo y la reflexión sublime de Juan, Mateo y Lucas hacia el año 80 pensaron lo que había ocurrido en el inicio y le dieron forma literaria y teológica. No narran una historia tal cual, ciertamente, pero profundizan su significado para todos los tiempos.

El evangelista Mateo recogió algunas cosas que se decían en las comunidades sobre el nacimiento de Jesús. Habla de sus padres, José, hombre de bien, obrero, que deseaba justicia para su pueblo. Y habla de  María, joven virgen desposada con José. Mateo puntualiza que Jesús nació en tiempo del rey Herodes, recordatorio importante, pues de esa forma, junto a la alegría de todo nacimiento de un tierno, aparece la crueldad de la que somos capaces los seres humanos. El rey mandó asesinar a los niños, tradición muy poco tomada en serio, porque enturbiaría las fiestas navideñas. Pero nos ayudaría a mirar a los cientos de miles de niños que mueren hoy de desnutrición, asesinados, pues hoy el hambre se puede evitar. Hace 30 años, el 11 de diciembre de 1981, el coronel Monterrosa mandó matar a 900 campesinos en El Mozote, de los cuales más de un centenar no pasaban de 12 años.

Mateo es también el que imagina la bellísima historia de los magos que llegan de muy lejos y ofrecen lo mejor que tienen. Así quiere decir que Jesús es para todos, no sólo para judíos, ni solo para europeos, ni solo para cristianos. Hombres y mujeres honrados, siempre podrán reconocer en Jesús a un hombre bueno en quien se puede confiar y a un hombre firme con quien se puede caminar. Y a ese Jesús también nosotros le podemos ofrecer lo mejor.
En el capítulo 25, Mateo cuenta dónde y cómo encontramos hoy a Jesús. “Cuando dan de comer al hambriento y visten al desnudo, cuando acogen al emigrante y visitan a los encarcelados, yo estaba presente en ellos”. “¡A mi me dieron de comer, a mi me vistieron, a mí me acogieron, a mí me visitaron!”.

4. Lucas fue médico de profesión, también hacia el año 80. Y es quien pensó y escribió relatos sobre el nacimiento de Jesús con mayores detalles y de gran belleza. El relato es un clásico de la literatura universal que leemos estos días de navidad. El padre de Jesús, José,  está angustiado por la difícil situación en que se encuentra su esposa: “no había para ellos lugar en la posada”. Su madre, María de Nazaret, es la buena vecina que fue a ayudar a Isabel. Gran creyente en Dios le dice: “Que sea lo que tú quieres”. Y cree, no en cualquier Dios, sino en el Dios de su pueblo, el que “ensalza a los pobres y derriba del trono a los poderosos”.

Los amigos de la familia son pastores, trabajadores no bien vistos, campesinos sin tierra.  A ellos les llega la voz de lo alto y ellos son los que le prestan atención: “En las alturas gloria a Dios y en la tierra paz a la gente buena”. En El Salvador es imposible olvidar lo que dijo Monseñor: “La gloria de Dios es el pobre que vive”. Y también en Lucas, el Jesús ya mayor diferencia a unos de otros. “Dichos ustedes, los pobres, los que tienen hambre, lloran, son perseguidos… Comerán, reirán, vivirán”. “¡Ay de ustedes, los ricos y satisfechos, los que son honrados por el mundo… Pasarán hambre, llorarán, Dios los apartará de sí”.

5. Dejamos para el final al primer evangelista, Marcos, discípulo y compañero de Pedro. Escribe a la comunidad Roma, donde los cristianos eran perseguidos por el poder imperial. En Roma el cristianismo comenzó a ser visto como movimiento sospechoso, y fue perseguido y duramente castigado, cabal como en El Salvador en los años setenta y ochenta, en tiempo de Rutilio y Romero, de Ticha y Polín.

Marcos no narra el nacimiento ni esclarece el origen de Jesús, sino que este aparece en el Jordán con el Bautista. A diferencia de lo que ocurre hoy, para Marcos lo más importante no es que Jesús sea “mesías”, y en el evangelio Jesús varias veces prohíbe que lo llamen así para que no lo confundan con alguien que tiene poder.  Tampoco es lo más importante su ser “hijo de Dios”, y de hecho en el evangelio solo un pagano, el centurión romano, le llama “hijo de Dios”. Y lo hace al pie de la cruz, lugar absolutamente contrario a los solemnes lugares de las divinidades. ¿Quién es entonces Jesús? Jesús es eu-aggelion. Por lo que hace, por lo que dice y por lo que es, Jesús es una buena noticia. Lo es para todos, y especialmente para los pequeños, enfermos y desvalidos, mujeres y niños.

A lo largo de la historia la tradición sobre el nacimiento de Jesús fue cambiando. La reflexión teológica avanzó, pero en la liturgia y en el imaginario popular fue perdiendo importancia que aquel niño llegó a ser Jesús de Nazaret.

Del siglo IV en adelante las basílicas –sedes de reyes y reinas-, solemnes, bellas en arquitectura, muchas veces lujosas en el arte, enterraron el pesebre, la cuna, la pobreza de José, María y Jesús. Y en el siglo XVII al pesebre se le añadió un abeto de los bosques alemanes. Nicolás, un santo varón del siglo IV, generoso y bonachón, se convirtió en conductor de trineos entre la nieve, repartiendo regalos a los pequeños que se han portado bien.

Lo peor es cuando en navidad no se tiene muy en cuenta a Jesús de Nazaret. ¿Cómo recuperarlo? Monseñor Romero recordó en una homilía que habría que buscar a Jesús en la noche de navidad entre los niños lustradores y huelepegas, que no han podido reunir un poco de dinero para hacer un regalo a sus mamás, que recibirán una tremenda reprimenda. Y terminaba diciendo “qué triste es la navidad de nuestros niños”.

Casaldáliga sigue recordando la navidad de los pobres. En la portada de esta Carta a las Iglesias publicamos su poema de la navidad de este año: “Ni en Belén, ni en Montpelusa hay lugar para ellos”. Los pobres siguen sin tener posada.

Sin embargo, para Monseñor y para don Pedro, navidad es fuente de esperanza y buena noticia si en el niño vemos los primeros pasos de ese hombre cabal que fue Jesús de Nazaret. Todos los días del año, y especialmente estos días en que hablamos del Niño Dios, son muy verdaderas las palabras que escribió Leonardo Boff hace 40 años: “Así de humano sólo puede ser Dios”.

Estos días recordamos también a Nelson Mandela, nació y dio sus primeros pasos hace casi un siglo. También lo hemos sacado en la portada, y se nos ha ocurrido poner, entre otras muchas posibles, estas tres palabras: Verdad, Reconciliación, Amor.

Dios nace cuando pasa por nuestro mundo. En navidad lo recordamos litúrgicamente. Ojalá le ayudemos a que su paso sea real todos los días de nuestra vida. Y que con humildad podamos ofrecerlo a los pobres

                                                                                    



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